El PAR, en la encrucijada

PAR
Reunión de la ejecutiva del Partido Aragonés (PAR).
José Miguel Marco

Aunque debilitado y en caída, el PAR era hasta ayer codiciado objeto de deseo tanto para el PP como para el PSOE. Pero el camino que ha tomado con su decisión de no concurrir a las elecciones generales del 28 de abril amenaza con reventarlo por dentro, antes incluso de que cualquier matrimonio pre o poselectoral pueda consumarse. La historia cometería una injusticia si convirtiera a su actual líder, Arturo Aliaga, en liquidador de una formación con un papel decisivo en el Aragón democrático. Hay quienes han puesto bastante más empeño, pero llegado tal desenlace jamás estamparían su firma en el certificado de defunción.

Justo cuando al PSOE de Lambán –en guerra nuclear interna– empezaban a no salirle las cuentas de su anhelado pacto con Ciudadanos y recontaba con los dedos de una mano cuántos diputados aragonesistas necesitaría para un tripartito o, incluso, un gobierno en minoría. Justo cuando el PP de Luis María Beamonte constataba sus dificultades y apostaba con ofertas gruesas por una coalición global con Aliaga para contrarrestar la competencia y la división del centroderecha. Justo entonces, el PAR renuncia a tener voz en Madrid por primera vez en su historia y opta por ser irrelevante.

Para no incomodar a quienes anteponen su aragonesismo inane a cualquier centralismo y llegan a amagar con escisiones que nunca acaban en nada. Si acaso, en fusiones por absorción, como la de Compromiso con Aragón.

Queda por conocer ahora la réplica de quienes ni siquiera han podido votar estatutariamente esta incomparecencia y tal vez abandonen el barco, que para todo hay tiempo. Entre unos y otros, este PAR aplastado por la política de bloques y en la encrucijada pinta mal. La respuesta, en las autonómicas de mayo.

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