Heraldo del Campo

Cooperativismo

Consejo rector es masculino

La presencia de mujeres en los órganos rectores de las cooperativas es anecdótica. En Aragón hay 700 consejeros, de los que apenas 26 son mujeres.

Reunión del consejo rector de Oviaragón-Pastores, que cuenta con tres mujeres (dos de ellas en la parte derecha de la imagen).
Reunión del consejo rector de Oviaragón-Pastores, que cuenta con tres mujeres (dos de ellas en la parte derecha de la imagen).
Toni Galán

El pasado 8 de marzo las voces femeninas del medio rural también se dejaban escuchar entre las reivindicaciones que sonaron en los distintos actos con los que se celebró el Día Internacional de la Mujer. Porque la realidad del campo, y de sus instituciones, no difiere mucho de lo que sucede en cualquier empresa del resto de sectores productivos, con el agravante de que las féminas no han llegado a la agricultura y la ganadería con la incorporación de la mujer al mercado laboral. Siempre han estado presentes en las explotaciones agropecuarias y sus tareas han sido tanto o más decisivas que la de los hombres (siempre titulares de las tierras o el ganado).

Esta invisibilidad se traslada también a las cooperativas y, por supuesto, a sus consejos rectores, órganos colegiados de gobierno al que corresponde la alta gestión, la supervisión de los directivos y la representación de la sociedad cooperativa, siempre ligada a las decisiones de la asamblea general.

Las cifras dan buena cuenta de esta realidad. Según los datos de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, en la Comunidad existen 160 cooperativas, que aglutinan aproximadamente a 47.000 socios, de los que 7.500 son mujeres. Dichas cooperativas están regidas por 655 personas, las que forman los distintos consejos rectores, pero de ellas apenas 26 son mujeres. En cooperativas de segundo grado (aquellas en las que los socios son cooperativas) hay 50 miembros del consejo rector. Solo dos son mujeres.

No sucede lo mismo cuando lo que se analiza es el empleo en las cooperativas. Estas sociedades emplean directamente en Aragón a 3.041 trabajadores, de los que más de un tercio (1.200) son mujeres, "que ocupan cargos directivos o técnicos, con alta cualificación y una gran habilidad para solucionar conflictos individuales", explica Felipe Gómez de Valenzuela, director general de la organización que aglutina a las cooperativas aragonesas.

Estos datos demuestran, insiste Gómez de Valenzuela, que el sector está ocupado masivamente por agricultores y ganaderos varones, que el número de socios (masculinos) en las cooperativas es abrumador y anedóctica la presencia de mujeres en consejos rectores, pero "no sucede lo mismo en el plano de los trabajadores". Y eso, señala el directivo, quiere decir que la escasez de mujeres en los órganos de gestión de estas sociedad "no es una cuestión de machismo, es inercia".

Para cambiar esa (mala) costumbre, desde Cooperativas Agroalimentarias se han intensificado las reuniones para animar al colectivo femenino a dar el salto y se ofrece continua formación para que ni unas ni los otros teman la falta de capacidad y de preparación para ocupar los sillones de la alta gestión.

Se van dando algunos pasos, reconoce Gómez de Valenzuela, que pone como ejemplo al grupo cooperativo Pastores, donde ya son tres las mujeres que desde hace años forman parte del consejo rector. Reconoce, sin embargo, que el camino es largo y nada sencillo, que hay que tomar una actitud proactiva e incluso no desechar la posibilidad de implantar "cuotas o discriminación positiva". Pero sobre todo, insiste, es también la mujer la que tiene que dar el paso al frente y animar con su trabajo a las posibles sucesoras.

Las cifras son contundentes. La presencia de mujeres en los consejos rectores de las cooperativas se pueden contar con los dedos de las manos, mientras que son cientos los sillones ocupados por los hombres. "No es una cuestión de machismo", señala Felipe Gómez de Valenzuela, sino una tradición, una inercia, una costumbre, eso que siempre se ha hecho así y que no cambia a pesar de las muchas vueltas que ya ha dado el mundo y lo mucho que ha cambiado la sociedad y sus roles.

"No es machismo ni es culpa de personas o instituciones. Es una inercia"

No es un escenario privativo de Aragón. Se reproduce por todo el territorio español, aunque lo cierto es que en aquellas zonas en las que predomina la ganadería de vacuno de leche es más común que las mujeres sean más visibles, también en los órganos de dirección.

"Los puestos del consejo rector siempre han estado reservados para el hombre. ¿Reservados, por quién? Pues no se sabe, probablemente tenga una explicación multifactorial", destaca el director de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón.

Uno de esos factores, dice, está en los horarios. Lo normal y general es que las reuniones del consejo rector se convoquen a las 19.00 o 20.00. Unas horas que coinciden "con los baños de los niños, los cuidados de los mayores, los preparativos de las cenas...", una tarea que tradicionalmente y mayoritariamente todavía hoy -ahí están las cifras de los variados y numerosos estudios realizados al respecto- recae sobre las espaldas de la mujer, en la sociedad en general y en el medio rural más en particular.

Ligado a estos horarios, hay también una "presión social" añadida en los pueblos que no ayuda a implicar a las mujeres en los consejos. "Acudir a una reunión supone que la mujer tiene que salir de su casa en invierno de noche, por calles oscuras, posiblemente hasta fuera de la localidad que es donde se encuentra la cooperativa", señala Gómez de Valenzuela, que asegura que a esas horas no hay mujeres por las calles en los pueblos, "por lo que sea, pero es un hecho".

La solución a esta circunstancia no es nada complicada. Como ejemplo, el director de Cooperativas Agroalimentarias explica lo sucedido en una sociedad de vacuno de leche en Asturias. Allí fue una mujer la que llegó a la presidencia de la cooperativa cuando la empresa no estaba pasando precisamente por sus mejores momentos. "No solo la sacó adelante sino que logró que la mitad de su consejo rector estuviera ocupada por mujeres", detalla. Un "milagrillo" que ha logrado poniendo a disposición de las consejeras un servicio de cuidadores pagado por la cooperativa (para niños y ancianos), que ocupan su lugar en la casa mientras ellas tienen que asistir a las reuniones. Una iniciativa, detalla Gómez de Valenzuela, que se ha convertido en un negocio en sí, que ha generado trabajo en la zona y que ha extendido sus servicios, no solo para cubrir las tareas del hogar sino incluso para hacerse cargo de las labores de la granja cuando así lo demandan sus titulares.

Ambiente desfavorable

Pero el representante de la organización cooperativa insiste una y otra vez en que "no es una cuestión de machismo". Señala incluso que los presidentes y consejeros de las cooperativas se sienten "un poco atacados" cuando se ponen de manifiesto estas cifras, porque aseguran que no son ellos los que han provocado este escenario ni los que tienen ningún interés en que estos órganos continúen siendo cosa de hombres.

Por eso, explica Gómez de Valenzuela, el motivo de esta escasa presencia de mujeres no hay que buscarla en las personas o en las instituciones. "Nadie impide que ellas puedan participar, es el ambiente el que no es favorable para que quieran participar", dice, aunque le resulta difícil explicar por qué. "Creo que ni los agentes implicados lo saben", añade.

Pero es cierto que hay reticencias masculinas. "A la mujer no se le discute ni su inteligencia ni su capacidad, pero sí sus conocimientos agrarios", reconoce Gómez de Valenuzela, que detalla que hay consejeros que cuestionan la participación de las mujeres porque "ellas no van al campo". Sin embargo, el director de Cooperativas de Aragón explica que en las cooperativas las conversaciones importantes no giran (o no deberían girar) en torno a cómo va la cosecha o cuánto han subido los abonos, sino en cómo organizar la empresa y su estrategia y cómo ganar una eficiencia en los servicios, e incluso sobre el papel que la cooperativa juega en la sociedad en la se inserta. Y para eso, "la mujer está perfectamente cualificada, porque tiene una gran capacidad de organización, y no es un tópico, y es la que más sabe de papeles, de escrituras, de titularidad de las tierras... aunque nunca vaya al campo", puntualiza.

Formación y "clima"

Para romper esta "inercia", Cooperativas Agroalimentarias lleva tres años realizando acciones de formación y recogiendo opiniones en las cooperativas para crear "clima". No se trata, dice su director, de llenar los consejos de mujeres, ni establecer si ocupan el 35% o el 50% de las plazas. De lo que se trata «es de que estén», insiste Gómez de Valenzuela. Porque, además, asegura que "tal y como está el medio rural no podemos desperdiciar el 50% de la inteligencia y, sobre todo, y esto es una opinión personal, tampoco podemos perder esa visión más de colectividad que tienen las mujeres", insiste.

Para el representante de Cooperativas Agroalimentarias lo importante es no perderse en las brumas e ir directamente al objetivo, esto es, que las mujeres quieran y puedan estar en los consejos rectores. Asegura que una buena palanca sería la puesta en marcha de planes de igualdad (a similitud de como ya ha hecho Grupo Pastores) así como un plan de captación de mujeres para sus órganos de gestión. "Estoy convencido de que si hicieran algo proactivo, lo conseguirían, pero desde luego no va a ser inmediato".

Felipe Gómez de Valenzuela plantea otra medida, la discriminación positiva. "Puede ser discutible, pero es una opción", señala. Y explica que se tendría que establecer un número mínimo de mujeres para cada consejo rector y una vez establecida la cantidad "hay que ir a buscar a las mejores que puedas encontrar porque son las que van a abrir la brecha".

"La discriminación positiva puede ser discutible, pero es una opción que ayudaría"

Serían además las cooperativas las que acompañarían a estas mujeres, que tendrían que ser propuestas por el consejo rector, "ofreciéndoles conocimientos y aportándoles seguridad en lo que están haciendo", solucionando a la vez los problemas que les impiden "compatibilizar sus horarios vitales y profesionales", explica.

En este objetivo juega papel esencial la propia mujer, aquella que está o que llegará a los consejos rectores. "Son ellas las que tienen que animar al resto y decirles; «esto no es tan difícil y yo no voy a estar toda la vida, ahora tenéis que entrar vosotras". Porque esta afirmación en boca de las mujeres es más contundente», concluye el director de la organización cooperativa.

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