Paul Knaap: "Zaragoza tiene todo para ser feliz, por eso me quedé"

Paul Knaap (Beverwijk, Holanda, 1955) es fisioterapeuta. Trabajó para el Real Zaragoza y después se ha quedado a vivir en la capital aragonesa.

Paul Knaap. Detrás, la luz de la mañana zaragozana.
Paul Knaap: "Zaragoza tiene todo para ser feliz, por eso me quedé"
José Miguel Marco

En Zaragoza no hay mar. ¿Qué hace Paul Knaap en Zaragoza?

Me encanta el mar. Quizá porque nací en Holanda, en Beverwijk, concretamente en Wijk aan Zee, un barrio pegado al Mar del Norte. El mar también me llama en Zaragoza. Por eso, cuando puedo, voy a Cambrils. Zaragoza me encanta. Tiene todo para ser feliz, por eso me quedé a vivir  aquí.

Ya lleva tres décadas en la capital aragonesa.

Sí. Aquí estoy con mi mujer, Sylvia Pennings, que es pintora. Tenemos dos hijos: Afra y Max.

¿Qué le trajo a la orilla del Ebro?

Yo trabajaba en Ámsterdam. Nasko Sirakov, delantero búlgaro del Real Zaragoza en los tiempos de Miguel Beltrán y Paco Santamaría (década de los ochenta), fue operado del ligamento cruzado por el doctor Martens y desarrolló su recuperación con nosotros.

¿Habla búlgaro usted...?

No, no, qué va… (sonríe). Nasko hablaba cuatro palabras en alemán y otras cuatro en español. Como el idioma de los holandeses es el fútbol, nos acabamos entendiendo. Después, vine con él a Zaragoza para continuar con la rehabilitación. Así llegué a Zaragoza.

¿Dónde vivía?

En el Hotel Romareda. Se me reían los camareros por cómo hablaba.

Vaya…

Eran buena gente, pero el acento en español... También traté a Pardeza. Trabajaba al margen del equipo con ellos, mañana y tarde con los dos. Comíamos juntos y todo. Se lograron recuperar. Mi trabajo había concluido, pero me dijo Antic si quería continuar. Creo que ya estaba Zalba.

Don José Ángel Zalba.

Correcto. Al final, me quedé.

¿Por qué?

España la conocía de vacaciones, pero es una pasada. Preciosa.

Cierto. No es sencillo encontrar en el planeta una península acunada por mares, iluminada por el sol, bendecida por el agua y donde es agradable hasta la nieve.

Es usted español, ¿no?

¿Se nota o qué...?

Sí, no es sencillo encontrar un país así. Además, cultura, gastronomía, playas… A los holandeses, igual que a los españoles, nos gusta la vida en todo el sentido de la palabra. Dentro de España, Zaragoza además es una gran ciudad y en ese momento tenía un buen equipo en Primera. Hablé con mi mujer, que entonces estaba acabando Bellas Artes, y vinimos.

¡Qué años tan bonitos para el Real Zaragoza!

Fueron los años de la Recopa, con Víctor Fernández. Muy buen fútbol. El Zaragoza le podía ganar a cualquier equipo de Europa. Unos años después, bajamos; pero subimos a la primera con Paco Flores, de quien guardo un gran recuerdo. Me marché del Zaragoza en 2004, después de ganar la Copa del Rey al Real Madrid con Víctor Muñoz.

¡Eso es irse por la puerta grande!

Quería estar más tiempo con mi familia. Recuerdo que no pude ver nacer a mi hija porque estaba de concentración. El nivel profesional requiere una exigencia enorme. Quería tener los fines de semana para mi familia. Monté mi consulta y después compré una casita en Alfocea, a las afueras de Zaragoza. Alguna vez echo de menos los días en pantalón corto, pero soy muy feliz respirando en el campo, viendo los pajaritos cantar y haciendo una barbacoa.

Me encanta. Por cierto, dice el doctor Lanzón que no le pega mal al fútbol como delantero…

¿Está hablando en serio?

Eso me dijo…

Quedamos alguna vez a jugar con  Señor, Pérez Aguerri, Benedé, Casajús, Sopeséns, Arjol, Bernad, Pepe Bermejo, Plácido Díez… Sí, yo me pongo de delantero... También viene Jesús Seba. El otro día vi el Ajax-Real Madrid con Seba.

También va por Inglaterra.

Fui a ver a Roberto Martínez, un gran tipo. Ahora dirige la selección de Bélgica. Y también a Francia, a ver a Gustavo Poyet. A ver si el Zaragoza regresa pronto a ese estatus en el fútbol europeo.

Paso a paso…

A ver si subimos. Yo soy holandés, pero soy del Zaragoza.

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