Crispación en las Cortes

Javier Lambán arremete contra Luis María Beamonte en un tenso pleno, un día después de que el presidente fuera reprobado.

Tensión en las Cortes de Aragón tras la reprobación del Gobierno de Lambán
Tensión en las Cortes de Aragón tras la reprobación del Gobierno de Lambán
José Manuel Marco

Las Cortes de Aragón, el espacio del diálogo por antonomasia, registró ayer una jornada que debe llenar de vergüenza a los parlamentarios que recurrieron a los insultos y las acusaciones de trazo grueso. Es una actitud impropia que aumenta la desafección de los ciudadanos hacia la política y debilita la democracia. 

El presidente Javier Lambán arremetió ayer contra Luis María Beamonte y Podemos en un tenso pleno, un día después de que el centroderecha y la formación morada se unieran para reprobar al gobierno PSOE-CHA por no sacar adelante los Presupuestos de la Comunidad. Llamó «garrapata política» al PP y recriminó a Podemos el chalé de Pablo Iglesias. El consejero de Presidencia, Vicente Guillén, llegó a exigir airadamente a los populares que se callaran «de una puta vez». Lo cierto es que el adelanto de las elecciones generales para el próximo 28 de abril ha intensificado la crispación también de la política aragonesa de una forma inaceptable. Tanto en el conjunto del país como en Aragón, el lenguaje incendiario está siendo demasiado habitual en la competición preelectoral empujando a la totalidad del sistema hacia la radicalización y la polarización.

Utilizar el insulto y la bronca como munición política para atacar al adversario o para cosechar apoyos electorales es una conducta infame que debería estar desterrada de la práctica parlamentaria. La temeraria competición en la que han entrado algunos líderes políticos por demostrar más arrojo en el recurso a las palabras desaforadas solo sirve para agitar la peligrosa estrategia de la crispación. Lo peor de los discursos llenos de ira que estamos escuchando es que, además de incendiar el espacio público, no ofrecen ninguna solución. El intenso ciclo electoral en el que hemos entrado debe servir para abordar los problemas de los ciudadanos desde el diálogo constructivo, la negociación respetuosa y el pacto fructífero.