Heraldo del Campo

Una limpieza de aguas que se realiza con algas

Un proyecto europeo analiza la viabilidad del empleo de algas para el tratamiento de aguas residuales procedentes de industrias del sector agroalimentario.

Yair Kohn, investigador de acuicultura, ante el tanque de cultivo de algas de la planta de Israel.
Yair Kohn, investigador de acuicultura, ante el tanque de cultivo de algas de la planta de Israel.
Saltgae

Estudiar la viabilidad técnica y económica del empleo de algas para la limpieza de aguas de elevada salinidad de cara a su reutilización es el objetivo del proyecto europeo SaltGae, en el que participa, entre diversas organizaciones y empresas de toda Europa, el Clúster de Alimentación del Valle del Ebro (Food+i), que agrupa a más de 90 empresas, organizaciones, centros de conocimiento y otras del sector agroalimentario del valle del Ebro. De ellas, una decena son empresas aragonesas.

"El problema actual es que la limpieza de aguas de alta salinidad que se generan en la industria alimentaria es un proceso muy complejo y de costes elevados, sobre todo de cara al cumplimiento de las directivas europeas, que cada vez son más restrictivas", explica José Ignacio Lázaro, coordinador del proyecto SaltGae, quien ha vaticinado, durante una presentación en el entorno de Smagua, celebrada esta semana en Zaragoza, unos resultados "prometedores", que se darán a conocer en mayo.

Algunos ejemplos de sectores de la agroalimentación que generan una gran cantidad de aguas residuales son el del curtido de pieles procedentes de animales sacrificados para la alimentación, el cárnico o la acuicultura, es decir, piscifactorías. "Hasta ahora ha sido muy difícil tratarlas ya que la digestión anaeróbica no es posible. Por ello, es necesario llevar a cabo tratamientos oxidativos auxiliares tan costosos que pueden llevar a las empresas a realizar vertidos y arriesgarse a asumir una multa", lamenta Lozano

"Además de la vertiente económica -señala Lozano- este proyecto tiene una vertiente sociomedioambiental porque además se busca revalorizar las propias algas como los residuos que se extraen del agua y darles un nuevo uso, por ejemplo, como biomasa", explica el coordinador del proyecto, que destaca que tras el proceso, esas algas tienen un alto contenido en proteínas e incluso en nutrientes, ácidos… "Lo que obtenemos es una biomasa con gran cantidad de nutrientes que se puede revalorizar y contribuir a financiar la instalación", puntualiza.

Del mismo modo, el agua obtenida puede contener fósforo, nitrógeno, nutrientes de alta calidad… Por eso, insiste Lozano, es necesario cambiar el paradigma actual que afirma que las aguas residuales se tratan y se ocultan. "Eso no puede ser así. Esa agua puede suponer no solo un ahorro de costes, sino también de consumo, ya que por su alta calidad es totalmente adecuada para reutilizarse en los circuitos tanto de riego de instalaciones agrícolas como en otros usos industriales e contribuir a la sostenibilidad de este recurso", detalla.

Proceso por etapas

El tratamiento de estas aguas se lleva a cabo a través de un proceso modular, es decir, por etapas. Esto supone que cada etapa se dedica a la eliminación de un contaminante determinado y, si ese contaminante no está presente, esa etapa se puede obviar, siendo algo clave para la reducción de costes y el cumplimiento de las directivas europeas en la materia. "Además es un proceso fácil de operar, es una tecnología muy sencilla, por lo que no requiere personal altamente cualificado para su manejo", añade Lozano.

En la primera etapa se elimina la materia orgánica del agua salina. Posteriormente, la materia orgánica disuelta se introduce en un digestor anaeróbico que permite generar biogás. Lo restante se introduce en una piscina llena de algas en la que se relaciona de manera simbiótica con la bacteria de forma que la bacteria digiere parte de la materia orgánica, se la transfiere al alga y el alga la digiere. Así se obtiene biomasa, materia orgánica residual y fósforo. El agua que sale de ahí pasa a la última fase en la que se elimina la sal, ya sea por ósmosis inversa o por electrodiálisis.

Además de implementar esta nueva tecnología, el compromiso del proyecto SaltGae es poder llevarlo a cabo al menos coste posible. Por ello, se ha trabajado en la mejora continua de todas las fases y todo lo relacionado con ellas. "En los circuitos de algas lo crítico es el coste energético del movimiento de las algas, porque todas ellas necesitan recibir luz y es necesario agitarlas, con el menor consumo de energía posible. También se han buscado mejorar en los materiales de construcción de las piscinas de algas, se han analizado los más convenientes (plásticos, hormigón…), cosas que permitan a un agricultor afrontar esta inversión", detalla el coordinador de SaltGae.

El proyecto cuenta con tres plantas de demostración: una en Israel, otra en Italia y otra en Eslovenia. Se han elegido estas tres ubicaciones para valorar la adaptación de las algas a condiciones extremas de frío y poca luz, como las que se dan en Eslovenia o las contrarias; es decir, de elevadas temperaturas y aguas muy salinas, como se dan en Israel.

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