Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Jesús Usón: "La inversión en España en I+D+i es catastrófica, no llega al 1%"

Este aragonés de Quinto, nacido en 1947, es uno de los impulsores del Centro de Cirugía de Mínima Invasión de Cáceres, todo un referente mundial en la materia. Científico y veterinario presume de ser "extremaño" y sigue trabajando en sus proyectos personales.

Usón, ayer, en la Real Academia de Medicina de Zaragoza.
Usón, ayer, en la Real Academia de Medicina de Zaragoza.
Toni Galán

Aragonés de cuna y de corazón y extremeño de adopción, Jesús Usón Gargallo (Quinto, 1947), es fundador y presidente de honor del Centro de Cirugía de Mínima Invasión de Cáceres, que se ha convertido en una referencia internacional. Su origen se remonta a 1986, cuando este veterinario y catedrático de Patología Quirúrgica de la Universidad de Extremadura junto a un grupo de pioneros, entre los que había otros aragoneses, comenzó a trabajar en unas modestas instalaciones que hoy ocupan 20.200 metros cuadrados en cuatro hectáreas. Usón ofreció este jueves una conferencia en Zaragoza, en el salón de sesiones de la Real Academia de Medicina, bajo el título ‘Formación en cirugía de mínima invasión. 25 años de experiencia’.

Es uno de los promotores del Centro de Cirugía de Mínima Invasión de Cáceres, pero siempre ha sacado pecho de la presencia de otros aragoneses en este proyecto.

Desde el principio siempre ha habido un gran presencia de profesionales aragoneses que ha sido clave para desarrollar el mayor centro de biomedicina que hay en Europa. Cuando en 1986 el rector de la Universidad de Extremadura me llamó para la Facultad de Veterinaria le puse como condición que vinieran tres aragoneses que me acompañaron a desarrollar la cátedra, Miguel Ángel Vives, Javier Ezquerra y Jesús Usón, lo del nombre es una coincidencia (risas). Luego han pasado un gran puñado de compañeros, como Vicente Tejedo, el neurocirujano Vicente Calatayud, los traumatólogos Miguel Ángel Rota y Pedro Marquina, el urólogo Luis Ángel Rioja, Manuel Maynar, Ramón Lanzón, Juanjo Rivás, Raúl Embún, José Antonio Fatás. Y seguro que me olvido a muchos. A todos ellos les tengo mucho que agradecer.

Un cuarto de siglo de formación da para mucho. ¿Cuántos facultativos han podido pasar por estas instalaciones para aprender las últimas técnicas?

Durante los últimos diez años, desde que nos trasladamos al nuevo centro, hasta esta misma mañana, que he pedido los datos, 22.663 profesionales de 76 países que han pasado por formación, investigación y ensayos preclínicos. De ellos, 266 aragoneses, un número importante teniendo en cuenta la población total de la Comunidad.

Usted presentó el proyecto de este centro en Aragón. ¿Perdió su tierra natal una gran oportunidad?

Aragón no lo consideró. No quiero mirar atrás porque todos los días sale el sol y en la vida siempre hay que sumar, nunca restar. Este es mi maximalismo, hay que luchar y ser generoso en la vida, a nadie le regalan nada. La primera publicación sobre cirugía mínima invasiva fue en 1987 a cargo de dos franceses y nosotros pusimos en marcha el primer centro en 1997, nadie esperaba una revolución científica de este calado y cogió al mundo científico por sorpresa.

Se retiró en 2012 pero sigue al pie del cañón. ¿Lleva algún proyecto de investigación entre manos?

Yo tengo proyectos personales que inicié hace ya años y sigo luchando por ellos. Todos los días llego al centro a las 7.30 y el sábado y el domingo suelo ir una o dos horas si tengo algún tema pendiente. Uno de ellos es la constipación (estreñimiento) del colon de la mujer. En Alemania me fabrican unos chips que hay que colocar en el colon para activarlos y que empiece el peristaltismo (movimientos de contracción del tubo digestivo). Son los primeros pasos para ver cómo se mueve el colon y llegar en el futuro a poder controlar el microchip desde el exterior y hasta tener un horario programado, como si fuera el mando de un televisor. Se podría aplicar a otras patologías del cuerpo humano.

En su trabajo siempre ha aunado medicina y veterinaria en I+D+i, ¿cómo valora la inversión que hace España en investigación, desarrollo e innovación?

El panorama español en este sector es catastrófico. Se miente muchísimo. El país donde vienen a hacer ensayos preclínicos científicos de Corea del Sur, Alemania o Estados Unidos, por ejemplo, no destina ni el 1% de su PIB a investigación. Israel, que ha tenido en los últimos años una gran expansión, ponía el 4,08% y ha sido superado por Corea del Sur, que ya destina el 4,10%, el país que más. Es como si nos metemos en el circuito de Le Mans con un familiar y tenemos que competir con fórmulas uno.

Gracias a su trabajo, se reduce la estancia de las personas en los hospitales, la recuperación de los pacientes es mucho más rápida. Supongo que para un profesional es una gran satisfacción ver esta repercusión.

Una de las mayores satisfacciones es poder ayudar a la sociedad y lo que estamos haciendo en un centro de este nivel beneficia a la sanidad de los ciudadanos en reducción de la estancia, menor dolor, menos traumatismo, cicatrices y posibilidades de infección.

En 1992 concibió la sutura laparoscópica y es el padre de 23 patentes de instrumental quirúrgico, ¿alguna de estas ideas tiene para usted un significado especial?

Para mí lo importante es poder colaborar en beneficio de la sanidad y que lo que creemos sea útil. Yo hago mi oficio, hay que ser modesto porque el paciente es el auténtico protagonista, igual que un electricista, un maestro o un periodista.

¿El futuro de estas técnicas quirúrgicas pasa por las nuevas tecnologías?

Sin duda alguna. Ahora, por ejemplo, se está operando por sistema tridimensional, con unas gafas que mezclan la realidad virtual con la aumentada. La imagen HD con la que veníamos trabajando en los quirófanos ya se está sustituyendo por la 4K, me parece una gran revolución, y ya se empiezan a hacer pruebas en otros campos con 8K. Conforme el potencial del visionado se desarrolla se aplica casi automáticamente a los quirófanos. El desarrollo del instrumental también es fundamental.

Usted no tiene pensado bajarse de este barco…

Yo siempre digo que cuando te envejece el alma, estás muerto. El próximo mayo cumplo 72 años. En el momento en que físicamente no lleve el tren que creo que tengo que llevar de trabajo o si me doy cuenta que empiezo a no coordinar con normalidad, me vendré a mi pueblo, a Quinto. Aquí deseo morir y que me entierren. Soy muy lugareño, quiero mucho a mi pueblo y a mi gente.

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