Aragón es diferente

En Aragón, basta palmo y medio de nieve para poner fuera de servicio un tren.

El tren, en la estación de Canfranc.
El tren, en la estación de Canfranc.
Laura Zamborain

¿España es diferente? Veamos. El Transiberiano surca sin problemas estepas y tundras en su viaje infinito entre Moscú y Pekín. El Tramway de Montblanc surfea los Alpes a casi 2.000 metros de altitud. Y nuestro Canfranero peta a poco más de mil nada más arrancar, atorado por palmo y medio de nieve. Nunca entenderé por qué ocurren estas cosas en nuestro país, mucho menos cuando los telediarios muestran imágenes en directo con las vías ferroviarias de Chicago en llamas, cual hornillo de gas, para que los convoyes circulen con normalidad entre nevadones y a 30 bajo cero.

No es nuevo. Caen cuatro copos sobre Madrid y es casi seguro que Barajas se colapsa camino del cierre, pero Aeroflot y el aeropuerto de Moscú siguen operando como si nada. Descarga la tormenta sobre las autopistas de cualquier punto del norte de España y se monta la de San Quintín, mientras el tráfico en los corredores alemanes fluye con normalidad. Solo pasa en España y me pregunto por qué.

Tengo la sensación de que no hay respuesta, como si fuera una realidad inaprensible. Pero es cierto: España es diferente y Aragón, también. Para muestra, este Canfranero de baja laboral por gripe y fuera de servicio durante toda una semana... ¡por la nieve! Manda narices.