Los funcionarios de Zuera y Daroca sufren agresiones y afrontan la vuelta de la heroína a la cárcel

Denuncian el aumento de enfermos mentales en las prisiones y la falta de psiquiatras para atender los brotes.

Daniel, Rebeca, Mariano y Juan, funcionarios de Daroca y Zuera
Daniel, Rebeca, Mariano y Juan, funcionarios de Daroca y Zuera
Guillermo Mestre

Trabajar en prisiones como las de Zuera o Daroca, en las que hay 1.300 y 350 internos, respectivamente, es ahora una suma de riesgos en las celdas o en la enfermería por las agresiones y los efectos de la vuelta de la heroína a la cárcel. Los funcionarios llevan 22 meses movilizados por unas plantillas precarias (un trabajador por cada 40 internos) y sus salarios. Esta semana vivieron el incendio de una celda de un preso peligroso en el módulo de aislamiento de Zuera y un funcionario que estaba solo de guardia pudo sofocar las llamas. Acabó como pudo, ante la agresividad del preso, y luego fue ayudado por otros compañeros.

"Tengo más miedo a un incendio provocado por un preso que el intento de una fuga porque tenemos que atacar las llamas con el modelo como bombero y además llevar el traje antidisturbios, con el peto, el casco y el escudo", confiesa Juan, un funcionario del centro. Explica que el preso puede aprovechar el humo o las llamas para una agresión o esconderse debajo de la cama. Este caso demostró la "acuciante falta de personal, de medios técnicos y materiales", denuncian desde la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip).

Este interno, conocido como Iamku, ya protagonizó otro incidente en diciembre pasado, cuando rompió una ventana de su celda y amenazó con comerse los cristales. Dos funcionarios lo paralizaron y en el forcejeo uno de ellos resultó herido en la espalda. "Buscan un cambio de celda, de módulo, porque tiene un enemigo o quiere irse de la prisión", apunta Mariano Sanz, portavoz de Acaip.

Los funcionarios de Zuera y Daroca acudieron este sábado para protestar ante los cines Palafox, durante el acto del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para presentar los candidatos del PSOE al Gobierno de Aragón, Javier Lambán, y al Ayuntamiento de Zaragoza, Pilar Alegría.

Falta atención psiquiátrica

Uno de los problemas más acuciantes que reclaman los funcionarios en las prisiones, que reunió HERALDO para dibujar la situación actual en los centros penitenciarios de Aragón, es que "hay bastantes presos enfermos mentales que no están diagnosticados" y solo se palía su situación con "una medicación dirigida" a través del Programa de Atención Integral a Enfermos Mentales (Paiem) desde Madrid. Su finalidad es desarrollar una labor terapéutica y reinsertadora en esta población, a través de asociaciones como Asapme.

Pero los trabajadores reclaman que en Zuera no hay un psiquiatra permanente (en Daroca la situación es aun más acuciante) que pueda prevenir los brotes entre la población reclusa afectada. En el caso de que ocurran, como ocurrió hace un año con un interno que agredió a cinco funcionarios después de romper una ventana de su celda en Zuera, solo pueden seguir la normativa estipulada. "La relación con el Salud del Gobierno de Aragón es muy limitada desde la prisión", apuntó Rebeca, enfermera en Zuera. "La patología mental y la droga son los principales problema que sufrimos. Los enfermos no caben en los psiquiátricos penitenciarios de Foncalent (Alicante) y Sevilla", agrega Juan. "Hemos detectado el regreso de la heroína en la cárcel en cantidades pequeñas y el cóctel de pastillas", coinciden Juan y Daniel Vicente, portavoz de Acaip en la prisión de Daroca.

Ante la reciente denuncia de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria esta semana de que "la sanidad penitenciaria está agonizando" sobre "la salud física y mental" en las prisiones, Interior convocó el pasado jueves plazas de psiquiatras interinos para Instituciones Penitenciarias.

"Nadie nos valora, ni saben lo que hacemos", clama Rebeca, una enfermera que enumera una serie de sucesos en la sala de curas de agresiones, autolesiones, robos, drogadicción y amenazas. Recuerda que un preso se autolesionó delante de una compañera, que le indicó que se lavara, y cuando se acercó para secarle la herida él la agarró con fuerza. Gracias a que estaba un funcionario delante, el incidente no fue a mayores. Cuando reparten metadona y medicación, los presos quieren robarla escondiéndola en la boca o en los bolsillos, y si los descubren se ponen muy agresivos. Presenció a un médico encerrado en la consulta por un interno y otra amenazándole con un bolígrafo, pero estaba tan agitada que acabó dándose cabezazos.

Enfermería con poca vigilancia

"El personal sanitario se ve perjudicado por la escasez de funcionarios de vigilancia", denuncia Rebeca, una enfermera que no tiene plus de peligrosidad. "La sala de curas tiene muchos elementos prohibidos y potencialmente peligrosos; agujas, jeringas, fármacos, tijeras, alcohol... Tenemos mayor riesgo de accidente biológico y nos toca tratar cada día con personas potencialmente agresivas", apuntó.

El portavoz de Daroca opina que el modelo de las prisiones en España está en crisis y estas van "hacia el colapso" porque las carencias de personal "son alarmantes". "Necesitamos medidas radicales. Llevamos 22 meses de conflicto y nosotros dependemos de Interior, como la Policía y la Guardia Civil, en lugar de Justicia", critica Daniel Vicente. "Instituciones Penitenciarias trabaja por los presos pero no por los funcionarios y los problemas se están haciendo crónicos, concluyó.

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