Dos décadas tras los pasos de la grulla Josefina

Este primer fin de semana de febrero se celebra la 21º de la fiesta de despedida de las grullas de la Reserva Natural Aragonesa, en la Laguna de Gallocanta.

Una bandada de grullas.
Una bandada de grullas.
Uge Fuertes

En el año 1999, los cinco fundadores de lo que en 2002 se convertiría en la Asociación de Amigos de Gallocanta (AAG), detectaron la presencia de dos pollos de grulla anillados. Pronto descubrieron que se trataba de dos ejemplares que habían sido marcados en Finlandia y comenzaron a llevar a cabo su seguimiento. Hoy, dos décadas después, mantienen la pista de uno de ellos, Josefina, que en estos momentos se encuentra en la comarca de Los Pedroches, en Córdoba, preparada para emprender la vuelta a casa, al norte de Europa.

Antonio Torrijo, actual miembro de la asociación, es uno de los cinco fundadores de AGG, entidad que se prepara para celebrar este fin de semana la 21º fiesta de despedida de las grullas en La Laguna de Gallocanta. El evento tiene lugar este primer fin de semana de febero con una completa agenda de actividades para todos los públicos. Desde la primera hora de este sábado –a partir de las 7.30- se desarrollan quedadas para observar a varios ejemplares de este ave, talleres infantiles y para adultos, la presentación de un libro, pasacalles y la 16º ceremonia de la entrega de premios al Grullero Mayor del año.

“Para mí es un orgullo y una felicidad el ver que cada año viene más gente a conocer el entorno y a las grullas”, asegura el grullero zaragozano, que lleva casi media vida, en concreto desde 1999, tras los pasos de estos ejemplares. “Desde los primeros censos existentes en España, a finales de los 60, se ha producido un aumento considerable de la población que ha pasado de apenas 10.000 grullas invernantes a 255.000 a finales de 2018”, indica en naturalista.

Lo que comenzó como un hobby de un grupo de apenas 10 personas, hoy se ha convertido en una asociación que cuenta con más de 100 socios en activo. “Teníamos inquietud por dar a conocer este entorno, somos naturalistas y amantes de la naturaleza desde hace muchos años y vecinos de la zona”, reconoce Torrijo. Hoy, y desde hace cuatro años, Diego Bayona dirige la organización, que asegura que a pesar del crecimiento, el objetivo sigue siendo el mismo: “queremos dar a conocer la laguna y lo especial de esta especie que estuvo muy amenazada hace décadas debido a la pérdida de ecosistemas. Hoy es un emblema en la zona”.

Una bandada de grullas. Foto: Uge Fuertes. 

Entre sus peculiaridades destacan sus largas migraciones que los llevan a cruzar Europa hasta alcanzar el sur de España, así como ciertas características como su territorialidad y su monogamia. “Estas aves regresan cada año a poner los huevos al mismo sitio, y pasan toda la vida con su misma pareja. Pueden llegar a vivir hasta 20 años”, señala Bayona. Desde hace décadas, existe una red de seguimiento a nivel europeo, que permite dar a conocer todos los secretos sobre esta especie.

Por supuesto, este seguimiento de las poblaciones de grullas se convierte en la excusa perfecta para poner el acento en la conservación de un espacio tan especial como la laguna, que se convierte en un paraje único con un enorme potencial natural que destaca por la presencia de algunas especies únicas difíciles de ver en otros lugares tanto de fauna como de flora. “Otra de sus peculiaridades es que se trata de una laguna endorréica –es decir, que no tiene salida al mar- de enormes dimensiones y situada a 1.000 metros de altitud”, añade.

Un paraje único en Europa

La laguna, situada entre las comarcas de Campo de Daroca y Jiloca, forma parte de los términos municipales de Santed, Gallocanta, Berrueco, Las Cuerlas, Tornos y Bello, entre las provincias de Zaragoza y Teruel. A día de hoy, disfruta de un doble reconocimiento conservacionista, estando considerado como Humedal de Importancia Internacional (Convenio Ramsar), siendo el mayor humedal salino de la Península Ibérica y el mejor conservado de Europa Occidental, y Reserva Natural.

A lo largo de sus más de 7,5 kilómetros de longitud y 2’5 de anchura, cuenta con una interesante fauna y flora, protagonizada por las más de 220 especies de aves que podemos encontrar en la zona. Entre ellas, las grullas se han convertido, con los años, en las más características de la zona debido a que la mayoría de la población Europea la utiliza como zona de descanso durante el transcurso de sus viajes migratorios. Según fuentes de la Red Natural de Aragón, se han llegado a contabilizar hasta 115.000 ejemplares en una sola jornada.

Numerosas personas observan a las grullas en la laguna de Gallocanta. Foto: Uge Fuertes 

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