Ariño pone fin a cien años de historia minera sin tiempo para despedidas

Los trabajadores de las subcontratas, aún sorprendidos por el cierre, reclaman “alternativas de futuro” que garanticen el empleo y la supervivencia del municipio

La mina a cielo abierto de Ariño cerró el miércoles por decisión de Samca
Ariño pone fin a cien años de historia minera sin tiempo para despedidas
Antonio García/Bykofoto

Las prisas provocadas por el cierre de las dos últimas minas de Samca y la incertidumbre que desde hace casi una década rodea al sector han privado a los últimos mineros de una despedida del tajo. El miércoles a mediodía, Samca anunció a sus trabajadores el cese de la actividad en las explotaciones de Ariño y Foz Calanda, una decisión que pone fin a cien años de años de historia minera.

El último turno que trabajó por la mañana puso fin, de forma inconsciente, a una época que ha marcado a toda una provincia. El día, cuentan, empezó como cualquier otro, pero al terminar su jornada laboral, la empresa les comunicó el cierre, un anuncio que hizo del 16 de enero un día que nunca olvidarán. A los que debían entrar por la tarde se les avisó de que no lo hicieran.

No por esperado el momento está siendo menos doloroso. En la calle, por ahora de vacaciones mientras se gestionan las recolocaciones, se quedan 195 personas. Un total de 39 pertenecen a la empresa matriz y 154 a diferentes subcontratas de maquinistas, transportistas, mecánicos y un largo etcétera de gremios que, dicen, seguirán luchando.

La tristeza inicial se ha transformado "en más coraje" para seguir reivindicando un porvenir para todos los vecinos bajoaragoneses. "Llegan elecciones y suponemos que vendrán todos a darnos palmaditas en la espalda y a mentirnos, pero vamos a seguir luchando, somos mineros", dice Francisco Espada, natural de Alcorisa. Él lleva 35 de sus casi 59 años trabajando para las minas a través de una subcontrata. "Para Endesa no somos nadie tal y como nos ha tratado", manifiesta.

Salomón Amador, otro trabajador de la contrata, también exige una alternativa de futuro que garantice el empleo y que la gente se puede quedar a vivir en la comarca. "Luchamos por todos, no solo por nosotros", recalca.

Sus palabras coinciden con las de José Callizo, que a sus 28 años acumula diez como minero. Siempre ha sido de los más jóvenes en todo: primero en salir en las marchas negras y ahora, entre los afectados por el cierre. Es de Ariño y trabaja en la explotación de Foz Calanda. Él es uno de los pocos que está en activo estos días, ya que en Foz han se han iniciado las tareas de repoblación. "Estamos poca gente, somos los de aquí porque nos han mantenido y ahora estamos moviendo algo de tierra", comenta. Callizo espera seguir viviendo en Ariño –de donde es su familia, toda ella minera–, por lo que lamenta que el cierre de las minas le haya privado de trabajar en explotación de interior. "Es una lástima lo que está pasando después de tantos años e historia", reflexiona.

Los ecos de la manifestación del 12 de enero, que movilizó a unas 7.000 personas, todavía resuenan en las cuencas mineras. En ella participaron decenas de niños y adolescentes, encargados de encabezar la protesta con sus carteles y manifiestos. Para muchos, enfrentarse a las preguntas de los más pequeños es, precisamente, lo más duro en estos momentos.

Miguel Ángel Celma es andorrano y hasta el miércoles, maquinista en la mina Santa María, donde le comunicaron el cierre al acabar su turno al final de la mañana. Tiene 42 años y dos hijos. "Preguntan en casa si nos tenemos que ir de Andorra y por qué", dice.

Planes de futuro

Las últimas noticias llegan desde Samca se centran sus planes de futuro para la zona. El grupo aragonés, explicó el viernes el alcalde de Ariño, Joaquín Noé, ha proyectado tres empresas alternativas en Ariño en las que recolocará a 120 personas de los 195 afectados. Es decir, a todas las que son de las localidades bajoaragonesas.

Una de ellas estará enfocada a la agroalimentación, otra a la cerámica y la tercera, el proyecto más inmediato, al desarrollo de fertilizantes derivados del carbón. En marzo comenzarán con las obras de la planta y ya entonces se contratará a gente con el objetivo de que en un año esté produciendo y genere más empleos (hasta 80 según datos del Consistorio). Todo esto lo adelantó el regidor en una asamblea que calmó levemente a vecinos y trabajadores. "Esto nos da algo de respiro, es la única empresa que se ha comprometido con el territorio", opinó a la salida Marina Cueto, ariñera y miembro de las Mujeres del Carbón.

Las consecuencias para el Consistorio

El cierre de las minas de Samca tendrá un impacto directo en las cuentas de Ariño. Su alcalde, Joaquín Noé, no descarta que las tasas municipales, que no se tocaban desde 2012, tengan que revisarse al alza a partir de 2020. El convenio suscrito entre el Ayuntamiento y Samca hacía que la localidad tuviese unos ingresos extra para proyectos municipales que ahora se tendrán que negociar. "Tendremos que ver hasta dónde está dispuesta a llegar la empresa", explica el regidor.

El adiós de Samca también podría afectar al padrón municipal, que ha pasado de los 1.656 habitantes de la década de los sesenta a los 708 de 2018, último año con datos oficiales. Las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan que la localidad perdió 25 vecinos en el último año y 246 en comparación con 2008. El censo cayó de los mil habitantes en la década de los setenta y en 2011 bajó de los 900. Solo dos años más tarde apenas superaba los 800. Desde 2008, con la única excepción de 2014, no ha parado de perder población.

Noé resalta que las variaciones registradas en las últimas décadas han estado "muy unidas al desarrollo minero". "Las oportunidades que se ofrecían hacían que gente de otras provincias viniese aquí y se quedase. Hasta hace una década teníamos una colonia de 200 polacos", afirma.

La situación cambió radicalmente con el cierre de la mina de interior y no se descarta que el sorpresivo fin de la de Santa María pueda tener unos efectos similares, si bien Samca ya se habría comprometido a recolocar a al menos 120 trabajadores del territorio. Actualmente viven en la localidad 355 hombres y 353 mujeres. Sin embargo, hace una década eran 145 y 101 más, respectivamente. Los datos del padrón de 2017 revelan que únicamente un 32,2% de los censados han nacido en Ariño, mientras que un 29,7% procede de otros municipios de la provincia de Teruel.

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