Pequeños comercios que importan

Sección de literatura infantil en la librería Los Portadores de Sueños.
Sección de literatura infantil en la librería Los Portadores de Sueños.
Oliver Duch

Las librerías, cuando son importantes, suelen tener una escala humana. Como la que han atendido en Zaragoza, en la calle Blancas, Eva Cosculluela y Félix González, una pareja que hace 14 años dejó su trabajo en una consultora informática para salir al encuentro de otros lectores apasionados, haciéndolo con intención y cuidado a los detalles. Los Portadores de Sueños va a cerrar en unos días y, dicen sus propietarios, que llevaban años rumiando la decisión, tienen que echar definitivamente la persiana porque no hay manera de que les salgan las cuentas. No les ha salvado ni mantener una programación estable, con presentaciones de libros y exposiciones, entre otras actividades, dentro y fuera de su local; ni la promoción que supuso que la suya fuera elegida como mejor librería cultural nacional en 2012, por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros; ni siquiera una implicación personal que les ha llevado a no saber de horarios ni descanso. Más allá del desgaste personal, pueden buscarse explicaciones en el bajo índice de lectura, o en las crecientes descargas de libros sin pasar por caja, o en la competencia, igualmente en aumento, de los gigantes que trabajan en línea. Lo seguro es que este cierre empobrece la ciudad y que las actividades culturales (una librería lo es) no encuentran colchón institucional suficiente.