Persiste el abandono

Ignorar que el estado de las comunicaciones por tren en Aragón desincentiva su uso y que no existe ninguna reacción al respecto solo confirma una triste y amarga realidad que no debe ni puede tolerarse.

Un tren 'tamagotchi' en Zaragoza.
Un tren tamagochi en Zaragoza
HERALDO

El abandono, el olvido o la simple indiferencia del Gobierno central, Renfe y ADIF no solo afectan a las líneas férreas aragonesas, que ayer volvieron a sufrir un nuevo incidente con la avería de una máquina que debía realizar el trayecto Teruel-Zaragoza, sino al conjunto de la Comunidad. Ignorar que el estado de las comunicaciones por tren en Aragón desincentiva su uso y que no existe ninguna reacción al respecto solo confirma una triste y amarga realidad que no debe ni puede tolerarse. Si el equilibrio territorial y la igualdad entre los españoles no admiten negociación posible tampoco es aceptable la inexistente sensibilidad política demostrada.

La que sin miedo a equivocarse va a ser la primera de las muchas averías y deficiencias que se van a registrar en este año se produjo ayer en Teruel. Los dos viajeros que esperaban el servicio, una prueba más que confirma que el tren se ha convertido en un transporte alejado de las necesidades de los usuarios por culpa y responsabilidad directa del abandono de Renfe y de la Administración central, sirven como claro ejemplo de la realidad con la que conviven los turolenses. La trascendencia mediática que estos días de Navidad ha logrado la situación ferroviaria en Extremadura, en igualdad de maltrato con la aragonesa, parecía que podía servir para lograr una ganancia de sensibilidad que forzase algún tipo de movimiento de las autoridades de Renfe. La amarga evidencia confirma que todo sigue igual y que nada parece que logre espolear a los responsables políticos para que hagan, al menos, algún pequeño guiño o gesto que busque sacudirse tanto olvido acumulado. Aragón debe, en cualquier caso, forzar una solución en forma de plan de mejora de la prestación del servicio que garantice que con normalidad europea se pueda esperar en una estación de la Comunidad la llegada del tren.