Ruta a las mágicas pozas de San Martín, en Sobrarbe

Cerca de Boltaña podemos encontrar estas singulares formaciones geológicas que unen la belleza de las rocas milenarias a la del discurrir del agua. Una excursión sencilla, que puede hacerse con niños.

El Confesionario, una de las pozas de San Martín.
El Confesionario, una de las pozas de San Martín.
Rubén Fernández

Escondidas en el corazón del viejo Sobrarbe se encuentran las pozas de San Martín, un lugar idílico en cualquier época del año. Toman el nombre del barranco de San Martín, por el que discurre el río Sieste, afluente del Ara por su margen derecha. Son tierras del pequeño núcleo de Casa de San Martí o San Martín de Morcat, en el municipio de Boltaña.

Las pozas son cada vez más frecuentadas y el barranco también es cada vez más conocido por los amantes del barranquismo por la fascinante cascada de su cabecera, conocida como El Confesionario. El barranco está a su vez en la ruta de uno de los mejores itinerarios para BTT de Zona Zero Pirineos.

En las inmediaciones del hotel Monasterio de Boltaña, tomaremos la carretera que se dirige a Sieste y que continúa, bajo esta localidad, por el valle. El indicador de los apartamentos turísticos ‘Condado de San Martín’ nos servirá de guía hasta el parquin de estacionamiento obligado, donde dejaremos nuestro vehículo pues no se puede aparcar a partir de allí.

Hacia la izquierda del aparcamiento tomaremos el sendero que lleva a las pozas, cruzando por primera vez el barranco. Por su margen derecha, el sendero discurre entre pinos, bojes, carrascas, majuelos..., siempre pegado a la orilla. Después de cruzar de nuevo el cauce, entre un bosquete de ribera, alcanzaremos las primeras pozas, las más valoradas para el baño. A la izquierda, sale el camino que se dirige a los despoblados de San Belián y Morcat, pero la excursión continúa por el lecho del barranco. Tras cruzar un pequeño cauce afluente que baja por la margen derecha (nuestra izquierda), se ofrece la opción de continuar hacia El Confesionario por senda (1 h) o por el mismo barranco de San Martín (40 min).

Elegimos esta última opción, siempre que el caudal lo permita. Avanzamos entre cortados de roca caliza que envuelven bosques de pinos silvestres y carrascas, principalmente, con abundante boj y en los que medran otras muchas especies (enebros y sabinetas, robles, acebos y avellanos, sargueras, arces, incluso algún madroño). Tal vez nos sorprenda la presencia de alguna ardilla, pero más difícil será ver algún zorro, corzo, jabalí, marta, gineta, tejón o erizo... de los que pueblan estos montes.

Tras pasar junto a la fuente Fondaliana, el barranco aparece cada vez más encajado y umbrío, con algunos bloques caídos en el cauce. Una gran ‘balma’, conocida como la cueva de las Golondrinas, se alza sobre el lecho de rocas. Pronto se llega a la señal que indica, hacia la derecha, la estrecha senda que acerca a la poza de Chinchirigoy, y que no permite ir más allá. Tendremos que volver atrás, para seguir entre pinar hacia El Confesionario, salvando los 200 m que nos dejan encima de la poza y en la confluencia de un barranco lateral, por la derecha (la margen izquierda del barranco de San Martín).

A la izquierda, al final de la lastra casi plana, aparece El Confesionario, un rincón escalonado, con un primer salto más pequeño (13 m) y otro mayor (casi 30 m) donde el agua ha formado una oquedad en la piedra toba. Podemos imaginarnos a un gigante arrodillado en el primer escalón, confesando sus pasiones a las profundidades de la tierra por ese hueco sagrado, encima del que se alza el morrón de la Predicadera. La excursión a las pozas de San Martín finaliza así en uno de esos parajes que evocan una antigua sacralización de la naturaleza. Por su belleza, por la emoción que transmiten sus formas, es sin duda uno de esos lugares mágicos por descubrir.

DATOS ÚTILES

Horario: 2 h 30 min.

Distancia: 6 km.

Desnivel positivo: 117 m.

Tipo de recorrido: ida y vuelta.

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