Más del 90% de las aragonesas que dan a luz ya recurren a la anestesia epidural

El Miguel Servet incorpora bombas que permiten a la paciente gestionar parte del suministro de la analgesia.

Los nacimientos han caído en los últimos años.
Los nacimientos han caído en los últimos años.
Francisco Jiménez/Heraldo

Más del 90% de las aragonesas que dan a luz ya recurren en la actualidad a la analgesia epidural, una anestesia que bloquea las terminaciones nerviosas y minimiza el dolor durante el parto. De las gestantes que no reciben este tipo de sedación, la mayoría es por falta de tiempo al precipitarse el final del parto o padecer una patología incompatible con esta técnica. Menos de un 1% desecha cualquier calmante por decisión propia y opta por un alumbramiento natural.

Desde que el médico oscense Fidel Pages descubriera la anestesia epidural en 1921, su aplicación ha ido extendiéndose y ya es utilizada en diferentes cirugías. No obstante, su aplicación más popular y conocida continúa siendo en el parto, ya que minimiza el dolor de las contracciones pero permite a la mujer seguir colaborando con los sanitarios durante el mismo. Los únicos requisitos para su uso son el propio deseo de la gestante y que haya un "parto en curso", es decir, con contracciones rítmicas y efectivas. Actualmente, en la mayoría de hospitales, ya no es necesario que la mujer haya dilatado determinados centímetros para poder poner la epidural.

Ante las reticencias que existen todavía sobre esta anestesia, los profesionales insisten en que los últimos estudios constatan que el alivio del dolor durante el parto genera más satisfacción materna, el feto se encuentra mejor y se facilita la gestión del pujo. "Estamos esforzándonos en resolver cualquier duda que se tenga sobre esta analgesia, incluso impartimos charlas dos veces al mes en el Miguel Servet para futuras parturientas", explica la jefa de sección de Anestesia Maternal del Miguel Servet de Zaragoza, Eva Rovira.

Gestión de la anestesia

Precisamente, este hospital ha trabajado para mejorar la forma en la que se inyecta esta anestesia. Ha sido el primer centro público aragonés en aplicarla a través de bombas programadas que permiten a la paciente decidir la administración de una parte de la analgesia y a los profesionales una nueva forma de pautarla.

¿Cómo cambia el concepto de la epidural con estos nuevos aparatos? Mientras que antes se inyectaba de manera progresiva con una "perfusión continua" en el tiempo, ahora la pauta es por "bolos" de 10 mililitros (de media) cada hora. Esto consigue una "distribución y un control más eficiente de la analgesia".

"Con este tipo de administración se ha demostrado que se usa menor cantidad de anestésico y se consigue un menor bloqueo motor (de cintura para abajo), pero también una reducción del tiempo del parto y una disminución de los procesos instrumentalizados –en los que se recurre por ejemplo a fórceps o ventosa para sacar a los bebés–", explica la jefa de sección de Anestesia del Materno Infantil del Servet de la capital aragonesa.

Pero, además, las nuevas bombas, que llevan ya unos meses utilizándose en el Servet, permiten una "dosis de epidural extra", que gestiona la propia parturienta según el dolor, sin entrañar ningún riesgo para su salud. "Ese nivel de analgésico siempre está fijado previamente por los profesionales. Además, las bombas son totalmente seguras, no tienen teclado numérico, y los límites máximos y mínimos vienen programados de fábrica, por lo que no supone ningún peligro para la mujer, que por contra aumenta su satisfacción", señala Rovira, que recuerda que otros hospitales cuentan ya con los aparatos con la previsión de comenzar a utilizarlos.

Menos partos que en 2017

El Miguel Servet de Zaragoza es el hospital que más partos registra anualmente en la Comunidad. Hasta el 19 de diciembre, se han atendido 3.505 partos. A una semana de que termine el año, los especialistas de este centro calculan que se podría llegar a superar los 3.600. No obstante, podrían ser unos 140 menos que en 2017. Unas cifras que quedan muy lejos de los años setenta, cuando el hospital batió su récord. En 1976 se alcanzaron los 8.154 (el máximo histórico registrado). La crisis y el éxodo de la inmigración han ido frenando los nacimientos.

Una bajada que probablemente se confirme también en el resto de hospitales de la Comunidad aragonesa. De hecho, según datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística, publicados hace tan solo unas semanas, revelaban que en el primer semestre de este año, entre enero y junio, en Aragón solo nacieron 4.843 bebés. Esto supone un 4,7% menos que los registrados en el mismo periodo en 2017.

Es el número más bajo de alumbramientos registrados desde principios de este siglo, ya que en el año 2000 llegaron al mundo 4.903 niños y en 1999, 4.695. Mientras, en España, en este mismo periodo solo hubo 179.794 nacimientos , la cifra más baja para un semestre desde que empieza el registro del Instituto Nacional de Estadística en 1941.

Los profesionales sanitarios, no obstante, hacen hincapié en que aunque el cómputo global de partos ha bajado, su trabajo se ha multiplicado, debido principalmente a la edad de las madres primerizas. Si en 1979 las mujeres aragonesas tenían a su primer hijo a los 25 años y medio, en estos momentos esperan hasta los 31,11. La demora de la gestación lleva consigo un incremento de los embarazos múltiples y también de las complicaciones durante los nueve meses de gestación y el parto. Por ello, los controles y las pruebas a las mujeres han aumentado en los últimos años.

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