Aprender a bailar ballet a los setenta y tantos

El Ayuntamiento de Zaragoza promueve un curso pionero de ballet para mayores, en Oliver y San José.

Clase de ballet para mayores en el centro cívico de Oliver.
Clase de ballet para mayores en el centro cívico de Oliver.
P. F.

"Plié delante, plié a la segunda, port de bras delante, tendu, tercera posición, hacemos un relevé, nos quedamos arriba...". Mariola Gimeno, la profesora de ballet, marca los pasos y corrige las posiciones de sus alumnas. Ellas siguen el ritmo, concentradas y emocionadas, en una sala con espejos del centro cívico del barrio Oliver.

La edad media de este grupo de bailarinas supera los "setenta y tantos", como dicen ellas. Margarita, María Ángeles, Guadalupe, Paquita, Toñi y otra María Ángeles son algunas de las participantes del curso de ballet para mayores del barrio Oliver. En total son 15 en clase. Aprenden danza clásica durante una hora y media los jueves. Otros grupo de 15 personas mayores hace 'pliés' y 'relevés' los miércoles en San José. Son todas mujeres y un hombre.

El curso de ballet para mayores organizado por el Ayuntamiento de Zaragoza es una iniciativa de la bailarina Mariola Gimeno, que comenzó de manera experimental el año pasado. "Se tiene la imagen de que la danza clásica es para niñas y chicas jóvenes, pero no es así. Se puede practicar a cualquier edad, mujeres y hombres. Solo tengo que adaptar un poco los ejercicios a su condición física, pero aprenden y disfrutan muchísimo. Probablemente somos la única ciudad de España que ofrecemos un curso de ballet para mayores", apunta la profesora, que fue bailarina del Ballet de Zaragoza.

"Las clases son medicina para el cuerpo y para el alma", asegura Mª Ángeles, que empezó a bailar el año pasado. "Me gusta el baile desde siempre, pero nunca había tenido la oportunidad de aprender. Soy una bailarina frustrada. Ahora me ha llegado la ocasión", afirma con una sonrisa. El ballet le hace estar más cerca de su nieta Camila, de 6 años, que vive en México. "Nos apuntamos las dos a la vez a clases, cada una en su país. Y cuando nos conectamos los fines de semana nos contamos lo que vamos aprendiendo", cuenta orgullosa.

En clase hay muchas bailarinas frustradas que nunca tuvieron la oportunidad de aprender a bailar. Ahora lo hacen por gusto, para mejorar su postura, para sentirse bien. "Hemos empezado este curso. Una compañera nos habló de estas clases y vinimos a probar. Estamos muy contentas. Estamos aprendiendo mucho y tenemos una profesora maravillosa. Nuestros hijos nos animan mucho", comentan Toñi y Paquita. Entre las dos suman cuatro hijos y ocho nietos. "Tengo una prótesis de rodilla y algunas cositas no puedo hacerlas", apunta Paquita.

"Fui forjando este proyecto durante muchos años. A lo largo de mi carrera he conocido a muchas personas mayores que tenían inquietud por el ballet. Siempre me decían que les hubiera gustado mucho bailar. Pero son niñas de la postguerra que por circunstancias económicas, sociales o culturales no pudieron bailar. Para mí es un lujo acompañarlas ahora. Es un trabajo muy gratificante, de los mejores de mi vida", asegura Mariola Gimeno.

Las bailarinas de "setenta y tantos" van a clase un día a la semana. Y también realizan otras actividades paralelas relacionadas con la danza: van a ver representaciones al Teatro Principal, asisten como público a ensayos de compañías, hacen encuentros con colegios u otros colectivos. Y a final de curso serán ellas las que se suban al escenario, como hicieron el curso pasado. "Hicimos una representación final. En el público estaban sus hijos y nietos, sus amigas. Ellas estaban un poco nerviosas por mostrar su trabajo, pero salió muy bien", cuenta la profesora.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión