La caída de la demanda, la despoblación y el contrabando motivan el cierre de 48 estancos en Aragón

El sector cifra en un 25% el descenso de la recaudación en diez años. En estos momentos hay 503 locales abiertos en la Comunidad.

Paquetes de tabaco en la estantería de un estanco.
Paquetes de tabaco en la estantería de un estanco.
Guillermo Mestre

Poco a poco, por goteo y debido a varios factores de sobra conocidos por los profesionales del negocio de los estancos, el sector ha perdido en Aragón un total de 48 locales de venta al público desde 2011. Así se desprende de los datos facilitados por el Ejecutivo central en una respuesta por escrito al diputado popular Ramón Moreno.

Las causas son múltiples, si bien José Corral, presidente de la asociación zaragozana de expendedores de tabaco y timbre (Asezar), apunta a la más contundente: "En la última década, la bajada en la venta de cigarrillos ha sido del 50%, mientras la recaudación se ha resentido en un 25% respecto a lo que ingresábamos en 2008". "Las leyes sanitarias y la prohibición de fumar en muchos espacios públicos ha llevado a un cambio de hábitos y a una menor venta", explica. También influye el alza en el precio de los cartones y cajetillas.

En las capitales de provincia los cierres de expendedurías son menos comunes, aunque también se registran, en ocasiones motivados por "la falta de relevo generacional en los casos en los que hay una muerte súbita de un profesional sin descendencia". En esas casuísticas, la concesión administrativa se pierde y no hay relevo hasta que el Gobierno vuelve a sacarla a subasta pública.

Donde más persianas se bajan es en el mundo rural. "La despoblación que vacía los pueblos más pequeños está dejando sin clientes los estancos que se ubican en ellos", lamenta el portavoz de los profesionales de la provincia de Zaragoza.

En los pueblos, sobre todo, aunque también en las ciudades-, tiene lugar un tercer fenómeno que condiciona el trabajo de los estanqueros: el contrabando. "El alza de los precios ha motivado un aumento de la compraventa ilegal del tabaco picado, sin ninguna garantía y sin una trazabilidad clara. La gente se fuma cualquier cosa", señala Corral.

Y aunque siempre ha supuesto un porcentaje menor en su negocio, el cambio de costumbres en la mensajería es otro de los baches que tratan de superar. "Un sello o un sobre valen unos céntimos, pero en las campañas de Navidad podíamos llegar a despachar más de 3.000 sellos".

Nuevos productos

La pérdida de ingresos ha llevado al sector a explorar nuevas vías, aunque "sin caer en el modelo bazar", algo que rechazan ya que "la calidad del servicio público que se presta es fundamental". Tras lograr volver a vender y cargar las tarjetas bus de Zaragoza, los estanqueros han potenciado la venta de productos alimenticios envasados y enlatados -incluso realizaron cursos de manipulación de alimentos-.

Entre otras iniciativas, los profesionales proponen "realizar trámites administrativos sencillos", de modo que los usuarios se eviten filas y esperas en las administraciones públicas. En cualquier caso, Corral recuerda que su trabajo principal "debe ser la venta legal de tabaco, de forma reglada y controlada en todos sus aspectos por el Estado".

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