La huella de Dunea en Cuevas de Almudén

El municipio de las Cuenas Mineras ha perpetuado con una exposición permanente y una escultura dedicada el legado pictórico de esta artista local que falleció en 2004 a los 32 años.

Manuel Bello posa en la sala que alberga la exposición permanente de su hija Dunea en el Museo de Cuevas de Almudén.
Manuel Bello posa en la sala que alberga la exposición permanente de su hija Dunea en el Museo de Cuevas de Almudén.
Laura Uranga

Manuel Bello es el padre de Dulcinea Bello, Dunea para el mundo del arte. Una pintora indómita, autodidacta, que destacó desde muy joven por la forma y el fondo de su pincelada. Dunea murió en 2004, a los 32 años, pero lo prolífico de su actividad creadora hace que viva en la memoria de sus vecinos. La abnegada labor de Manuel ha sido decisiva a la hora de mantener lozano ese legado en la exposición permanente de Dunea que puede visitarse en el Museo de Cuevas de Almudén, el pueblo en el que lleva residiendo toda la vida y en el que la malograda artista encontró la inspiración para su trabajo. Cuando habla de ella, su padre domina la emoción, pero se le adivina en la faz el orgullo y la pena que siente, todo junto.

Manuel fue constructor; de hecho, combinó su amor por la cultura con el ladrillo y la hormigonera, ya que levantó la escuela local; lleva nueve años jubilado. También es artista, en presente, aunque la cosa viene de lejos; lo suyo es la escultura, y tiene una obra en el parque escultórico del pueblo vecino, Hinojosa de Jarque, amén de otras en Mezquita de Jarque y Utrillas. También se encarga de las visitas guiadas al museo local para los escolares, uno de los colectivos más habituales en esta sala situada en los bajos del edificio consistorial de Cuevas de Almudén.

"Yo empecé con el arte cuando ella murió –recuerda, en referencia a su hija Dulcinea– y he seguido ocupándome de dar a conocer su trabajo. Hay cosas curiosas aquí; de las 16 obras de Dunea que tenemos expuestas en el museo, 14 son tridimensionales. Lo que no se sabe tanto es que hay una obra única que incorpora otra dimensión, el tiempo. Hay figuras que parecen seguirte con la mirada en varias posiciones, otras que parecen salirse del lienzo, tienen movimiento… son técnicas conocidas, pero un reloj introduce el paso de los minutos, que luego son años; la obra se llama ‘Tiempo sin sombras’, porque también habla de alguien que ha pasado mucho tiempo en un sitio y no ha dejado huella".

Manuel habla con entusiasmo del trabajo de Dunea. "El secretario provincial de Educación, Cultura y Deporte de la DGA para Teruel, Miguel Tolosa, ha venido muchas veces y siempre se asombra al ver estas piezas. A mi hija le gustaba mucho el simbolismo, lo usaba para hacer crítica social… por ejemplo, una pieza llamada ‘Los desheredados’ pone el dedo en la llaga de cómo tratamos a los mendigos, cómo les ponemos barreras. También hay otra obra sobre la figura de Pedro Saputo".

Los sueños plasmados

Dunea también se retrataba a sí misma. "A veces se pintaba tal y como se veía en sus sueños; sufrió un accidente muy grave a los 16 años, el atropello de un camión, y la experiencia le marcó. Había empezado a crear un poco antes, con una reproducción de Kandinsky en cerámica; es la única obra de otro artista en la que puso empeño real. Dio algunas clases con una profesora que venía aquí desde Zaragoza, estudió el bachillerato en Zaragoza, pero nunca cursó Bellas Artes; realmente, fue autodidacta. Y nunca he querido vender obra suya, está aquí expuesta, se puede exponer donde la reclamen de manera temporal, y hay más guardada a buen recaudo".

En 2010, Dunea recibió el reconocimiento de hija predilecta de Cuevas de Almudén. Desde 2005 hay un busto suyo a la entrada del pueblo, en un jardín que su padre sigue cuidando con esmero. "Lo de llamarla Dulcinea no fue por la del Toboso, sino por su madre, que también se llama así. Fue la mayor de mis hijos, tengo otros dos; la pequeña sí estudió artes, aunque actualmente trabaja como quiromasajista en un balneario del Pirineo".

Lo de no vender la obra de Dunea lo tiene muy claro Manuel, incluso cuando la tentación ha sido grande. "El valor de una obra de arte es difícil de cuantificar, hay demasiados factores, pero es importante cuando alguien entendido ofrece una cantidad considerable. A mí me pasó con ‘monsieur’ Pascal Torres, jefe de conservación del Louvre, hijo de exiliados españoles y casado con una chica de Aliaga, quiere mucho a los pueblos de la Val; me ayudó a montar esta exposición hace ahora doce años, y se encaprichó de una obra, me ofreció bastante dinero, pero le expliqué que no están en venta, es algo que debe permanecer aquí para que todo el mundo pueda venir y admirarlo. Él lo entendió".

Radiografía del panorama laboral, escolar y romero

Cuevas de Almudén es un pueblo agrícola, sobre todo cerealista. También hay ovejas: se mantienen unos cuantos ganaderos. El segmento poblacional más joven tiene bastantes miembros trabajando en los parques eólicos de este municipio y de otros cercanos. En cuanto a los negocios, solamente quedan el bar y la tienda. En el plano escolar, Cuevas puede sacar pecho porque mantiene la escuela: forma parte de un colegio rural agrupado con sede central en Aliaga y aulas abiertas en Camarillas y Cuevas. Al centro de Cuevas de Almudén acuden chavales de Mezquita, Hinojosa y Jarque, los pueblos vecinos. La profesora Elvira Aguilar, natural de Jarque de la Val, lleva quince años en el colegio. No es una apasionada de salir en fotografías, pero sí –y mucho– de su trabajo. "Me encanta la escuela rural, apuesto totalmente por la calidad de la educación en un entorno como el nuestro; yo me eduqué aquí y quería ejercer aquí, en mi zona. Estudié en la Facultad de Educación de Zaragoza; lengua extranjera primero, la licenciatura en Psicopedagogía después. Completé mi educación con un Erasmus en Austria".

Cuevas de Almudén cuida sus tradiciones, y una de las más arraigadas es visitar en romería el domingo de Pentecostés la cercana ermita de San Just, que en el pueblo se llama popularmente ‘Sanjús’, con ascensión a la loma del mismo nombre. Una costumbre que permanece arraigada entre los vecinos e hijos del pueblo.

Los imprescindibles

Lo aerogeneradores

Cuevas ya dispone de un parque eólico, pero se ha avanzado este año en la instalación de un nuevo conjunto de molinos para generar un total de 50 megavatios de potencia en una superficie de 150 hectáreas.

La biblioteca

Está dedicada al farmacéutico local Serafín Villarroya; en la sala hay una pequeña exposición de su vida y su obra. Entre los fondos está ‘El Puzzle de Dunea’ (2008), libro de Álvaro Manuel Clavero y Manuel Bello sobre la pintora.

En la iglesia

La decoración de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Estrella, construida en el siglo XVIII, muestra numerosos esgrafiados que muestran motivos florales y geométricos, de los que surgen ángeles y demonios.

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