Análisis del OnePlus 6T: bueno, bonito y (no tan) barato
El Oneplus 6T sigue siendo el mejor teléfono para una gran parte de los amantes de Android, pero por desgracia su precio ya no es tan comedido.
Oneplus nació con una promesa: convertirse en el matagigantes, el terminal que acabaría con los grandes superteléfonos ofreciendo las mismas características que un iPhone o un Galaxy a un precio de derribo.
Con el paso de los años, el fabricante chino que cuenta con un único terminal en su catálogo que se va actualizando ha ido afinando su apuesta, manteniendo una hoja impecable de especificaciones, una experiencia de usuario cercana al Android Puro, un diseño cada vez más exclusivo, pero, desgraciadamente, también incrementando su precio, que ha pasado de los poco más de 300 euros del OnePlus One de 2014 a los 580 del actual 6T.
En diseño, se han sumado a la moda del sandwich de cristal y aluminio, un acabado elegante disponible en dos tipos de negro y un degradado púrpura para los más atrevidos.
El móvil es resbaladizo y no tiene pinta de llevarse bien con las caídas accidentales, afortunadamente incluye una funda de plástico que lo protege bastante bien.
Por desgracia, Oneplus no ha aprovechado la trasera de cristal para incluir carga inalámbrica, una característica cada vez más demandada en los teléfonos de gama alta.
La pantalla Oled con resolución Full HD se ve muy bien, aunque el sensor de luz hace que el brillo por defecto sea algo bajo, tal vez para ahorrar energía. La solución del notch en forma de lágrima que aloja la cámara de selfis es una de las más discretas y mejor aprovechadas, y los bordes, tanto los laterales como el inferior, son muy finos, favoreciendo un mejor aprovechamiento del frontal.
Por dentro, el Oneplus 6T es una auténtica bestia. El Snapdragon 845 acompañado de 8 GB de RAM (existe una versión de 6 por 550 euros) sumado a su sistema operativo Oxygen OS hacen de este 6T el terminal más ágil y fluido que ha pasado por nuestras manos.
El SO es una versión del software original de Google mejorada con añadidos que, lejos de molestar como ocurre en otras capas de personalización chinas aportan valor añadido, con cosas como el control por gestos, y no lastran la experiencia. Es el sistema operativo que un verdader fan de Android hubiera diseñado.
En el apartado fotográfico, el Oneplus cumple con solvencia. No llega al nivel de la triple cámara de los Huawei o de la calidad en fotos nocturnas de Samsung, pero su doble lente tiene un efecto bokeh muy logrado, teleobjetivo e inteligencia artificial que mejora automáticamente las fotos. El vídeo tiene una resolución máxima de 4K a 60 FPS y cámara lenta a 480 FPS. En el apartado selfi también consigue muy buenos retratos con desenfoque con un único sensor de 16 Mpx.
La batería de 3700 mAh se comporta muy bien, aguantando un día entero de uso intensivo y destaca por su carga ultrarrápida que rellena el 50% en algo más de 20 minutos siempre que usemos el cargador que viene incluido.
No es un móvil con extras. Tiene un sensor de huellas en la propia pantalla y desbloqueo facial: funciona mejor el segundo que el primero. No ofrece resistencia al agua ni carga inalámbrica y, como ya hicieron otros, se ha deshecho del conector de auriculares.
En definitiva, el Oneplus 6T sigue plantando cara a los buques insignia de los grandes fabricantes y por 580 euros ofrece un teléfono todopantalla con detalles futuristas y una fluidez sin igual, pero echamos en falta detalles que lo hubieran acercado a la perfección de sus rivales indirectos.
Lo peor. La falta de extras como la resistencia al agua, la carga inalámbrica o la ampliación de memoria mediante tarjetas micro SD. El adiós definitivo del conector de auriculares.
