Cabra de Mora: un monumento inspirado en la Ciudad Eterna

La Escala Santa, réplica de San Juan de Letrán de Roma, es el principal reclamo turístico de Cabra de Mora, que exhibe un casco urbano cuidado y plagado de segundas residencias.

Una casa monumental, cubierta de un manto de frondosa vegetación con colores que oscilan entre el verde, el amarillo y el rojo.
Una casa monumental, cubierta de un manto de frondosa vegetación con colores que oscilan entre el verde, el amarillo y el rojo.
A. García/bykofoto

Pero, ¿cómo está esto aquí?". El alcalde de Cabra de Mora, Samuel Monleón, explica que los visitantes que llegan al rebufo de las numerosas segundas residencias de la comarca de Gúdar-Javalambre y del tirón de las pistas de esquí de Valdelinares se quedan pasmados al descubrir en el centro del pueblo una réplica a tamaño natural de la Escala Santa de San Juan de Letrán de Roma. Se trata del legado que dejó un religioso nacido en la localidad, Miguel Vicente Abad Dolz Zapater, tras el impacto que le causó ver el original en la Ciudad Eterna.

Monleón señala que la Escala Santa es el principal reclamo turístico local, pero no el único. También el paisaje abrupto y cubierto de bosques, la recogida de setas, el río Cabra que discurre a los pies del casco urbano y la red de senderos tienen su público. "La gente se va muy contenta de la visita al pueblo", añade el alcalde, uno de los pocos jóvenes de Cabra de Mora, que se quedó sin escuela por falta de niños hace ya doce años.

La Escala se enmarca en una ermita contigua a la iglesia parroquial que se inauguró en 1730. El edificio, de estilo barroco, se construyó con mampostería y sillares por iniciativa del fraile Dolz Zapater. El religioso, trasladado a Roma, alcanzó una notable influencia en el entorno vaticano incluida la amistad del papa Benedicto XIII, del que consiguió la aplicación de las mismas indulgencias y beneficios para quienes visiten la escalinata de Cabra que para quienes suban los peldaños de San Juan de Letrán. Goza de la catalogación de Bien de Interés Cultural desde el 2 de octubre de 2001. Dos personas se encargan de gestionar las visitas a 2 euros la entrada y con precios especiales para grupos.

El alcalde cree que el futuro del pueblo pasa por exprimir sus recursos turísticos, empezando por la Escala Santa, y por aprovechar su cercanía a las pistas de esquí y a una cabecera comarcal con tirón como Mora de Rubielos. Considera que mantener la población y conservar el parque inmobiliario, aunque sea como "pueblo dormitorio", pueden ser las claves. Señala que Mora está a solo 7 minutos de viaje y media docena de vecinos trabajan ya en esta localidad, a la que van y vienen a diario.

El parque de viviendas del pueblo presenta, en general, un buen estado de conservación gracias, en buena medida, a su utilización como segunda residencia por cientos de naturales del pueblo y de sus descendientes que emigraron durante el siglo pasado a Barcelona y Valencia, principalmente, y que regresan cada verano y muchos fines de semana.

Cabra de Mora

Fachadas teñidas de verde

Las pulcras calles de Cabra y sus cuidadas casas responden también a la voluntad del Ayuntamiento de preservar el estilo de construcción tradicional, basado en la roca arenisca de color rojizo y la madera. A estos elementos se ha unido en los últimos años un nuevo integrante que aporta una nota de color –y, además, variable con las estaciones pasando del verde al amarillo y el rojo–, la hiedra. La primera plantación cubrió las fachadas de la Casa del Cura y, como "gustó", la idea cundió y se ha extendido a otros inmuebles del pueblo salpicando las calles de un toque exótico y vegetal.

La afluencia numerosa de los naturales de Cabra de Mora emigrados y sus familias multiplica la población por diez en las fechas centrales del verano, cuando se celebran las fiestas patronales. La situación contrasta con los escasos 42 residentes del crudo invierno. El alcalde explica que el 15 de agosto pasado, con la fiesta mayor, se sirvieron 430 platos en la comida de hermandad, un número que multiplica por siete el censo poblacional, de 68 habitantes, aunque no todos viven permanentemente en el municipio.

Encontrar trabajo en el pueblo es complicado con la falta de industrias y con una agricultura en crisis. Solo una familia se dedica en exclusiva a la actividad agropecuaria, la que fuera principal sostenedora de la economía local hasta hace medio siglo. La ganadería de ovino y el cereal se completaban con los ingresos que procuraba la explotación del bosque, pero la madera ha dejado de ser un negocio.

El alcalde explica que la tala de pinos saneaba las cuentas del Ayuntamiento y también las de muchos particulares, ademas de  "dar mucho trabajo". Samuel Monleón señala que, frente a una producción maderera que apuntalaba las arcas municipales, las subastas de pinos quedan ahora "desiertas" porque nadie se interesa por ellas.

A pesar de la escasa población invernal, la actividad cultural se mantiene pujante, en parte por la implicación de los emigrados que regresan periódicamente. En noviembre se celebran unas jornadas micológicas y en Semana Santa llega uno de los actos con más tirón popular, la escenificación de la Pasión de Cristo.

Un despegue turístico lastrado por la mala cobertura de internet y telefonía

Maribel Balanza y Javier Gutiérrez acaban de asumir la gestión del establecimiento hostelero de Cabra de Mora, de propiedad municipal y que incluye bar, restaurante, tienda y habitaciones. Reconocen que con la clientela local no pueden vivir, pero confían en que con la llegada de la temporada de esquí la afluencia de visitantes anime la actividad. La pareja decidió probar suerte con el negocio que el Ayuntamiento ofrecía a través de un anuncio. Maribel conocía la localidad, donde había vivido seis años. Se muestra "enamorada" del pueblo, de su gente y de su entorno, que describe como "un paraíso".

A pesar de la escasa población invernal, Javier explica que la gestión del establecimiento le pareció un buen modo de ganarse la vida en un lugar tranquilo. A su juicio, el principal inconveniente para despegar son las malas conexiones por teléfono e internet. Señala que sin una buena cobertura de telecomunicaciones la actividad se resiente. Llevan las riendas del local desde el pasado agosto, pero la estación más prometedora es el invierno, a la sombra de las pistas de esquí de la cercana Valdelinares.

La escenificación de la Pasión, un proyecto que ilusiona a vecinos y visitantes

Desde hace cuatro años, el conjunto monumental de Cabra de Mora se convierte cada Semana Santa en escenario de la representación de la Pasión de Cristo a cargo de un grupo de treinta actores aficionados, entre vecinos y veraneantes. La dirección de la obra, que aprovecha el marco arquitectónico que forman la iglesia parroquial y la Escala Santa, es Cristina Sebastián, una valenciana con vínculos familiares en Cabra dedicada a la enseñanza pero con vocación dramática. Explica que su única experiencia previa al frente de una escenificación teatral era con niños de 4 y 5 años de Educación Infantil. "Pero en el caso de la Pasión de Cabra dirijo a personas de entre 25 y 50 años", aclara. Todos participan de forma voluntaria y desinteresada.

La directora de la Pasión señala que en torno a esta obra dramática se ha generado "muy buen ambiente" por la convivencia entre vecinos, emigrados y sus descendientes durante la escenificación y en los preparativos. El único problema es "el frío que se pasa durante los ensayos en invierno", añade Cristina Sebastián. Recuerda que, cuando se propuso la idea, "todo el mundo se mostró dispuesto a colaborar". Sebastián se encargó de escribir el guion a partir del relato bíblico.

Los imprescindibles

El ‘boom’ inmobiliario

El ‘boom’ inmobiliario de los primeros años del siglo XXI acechó a Cabra de Mora. Un promotor quería urbanizar 135 hectáreas para construir 800 viviendas. La oposición vecinal abortó el proyecto, que provocó crispación social.

La iglesia parroquial

El templo parroquial, dedicado a San Miguel Arcángel, se construyó a principios del siglo XVIII en estilo barroco. La decoración interior es rococó. La iglesia, que consta de tres naves, es Bien de Interés Cultural desde 2001.

Tapices de hiedra

La ocurrencia de plantar hiedra junto a la fachada de la Casa del Cura ha tenido numerosos imitadores. Las calles de Cabra de Mora están teñidas de tapices vegetales que aportan una nota de color y vida a los muros.

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