Miguel Ángel Arranz, piloto de quads: "hay cosas en la vida que no tienen explicación, son pura locura"

Miguel Ángel Arranz (Zaragoza, 1973) ha corrido quince Bajas Aragón con su quad y la próxima semana disputa la temible Baja 1.000 en México.

Hoy vuela hacia México para participar por segundo año seguido en la Baja 1.000, la llamada ‘carrera de la muerte’.

El sobrenombre está justificado. Es la carrera más peligrosa del planeta. Cada año muere alguna persona, entre pilotos y espectadores. El año pasado, por ejemplo, fallecieron dos aficionados. En México se vive el motor con muchísima pasión.

¿Le nació de niño su afición por el motor?

Nunca me llamó la atención el mundo del motor. Con 14 años tuve mi primera Vespino y poco más. Pero todo cambió cuando en marzo de 2001 un amigo me animó a comprar mi primer quad. En julio ya me había apuntado a la Baja Aragón, quedando tercero en la categoría de dos tiempos. Allí comenzó la locura que todavía me dura.

¿Qué le atrapó?

Muchas cosas, como entrenar en el campo, que me encanta. Disfruto corriendo por El Burgo de Ebro, Belchite, Lécera, Jaulín, Fuentes... También he sido dos veces campeón de Aragón y dos veces subcampeón de España. Todo suma.

¿Qué le llevó a embarcarse a una aventura tan bestial como la Baja 1.000?

En 2016 comencé a plantearme correr la Baja 1.000. Estaba un poco desencantado con la Baja Aragón, pues creo que ha perdido su esencia. Echaba de menos la dureza de las pruebas de fondo, de exigencia máxima para el piloto. Pregunté cuál era la carrera más dura... y allí fui.

Consiste en correr 2.000 kilómetros en 48 horas por los desiertos de Baja California.

Es una locura. Son 48 horas en las que no descansas y solo paras en los repostajes. Vas por caminos bacheados, a 45 grados de temperatura. Llevas tres litros de agua que debes dosificar traguito a traguito. Cuando se acaba, tienes que buscarte la vida y pedirla. Además, lo único que ingieres son barritas energéticas, plátanos y geles que te dan en los repostajes. No puedes comer nada sólido porque corres el riesgo de vomitarlo.

¿Cómo se gestiona el cansancio que supone estar dos días sin dormir?

Con la cabeza. La mente es el 80% del éxito o fracaso. Pruebas como la Baja 1.000 te sirven para conocer tus límites. Hay momentos que parece que delires, pero tienes que concentrarte en ciertos automatismos:_no pasar de cierta velocidad, cuidar el quad (no sufrí ninguna avería)... Lo más duro es conducir por las noches ya que puede suceder cualquier cosa: se aparecen pumas, vacas del tamaño de un toro, caballos, coyotes, serpientes de cascabel, tarántulas enormes... Y si no son animales, los coches te pasan a 200 km por hora sin miramientos: o te apartas, o te echan de la pista.

¿Cómo es el terreno?

Es un desierto muy exigente. Hay baches que van desde el medio metro hasta los dos metros de profundidad. Son terroríficos. También hay zonas de talcos de un metro de profundidad en los que te hundes. De los 2.000 kilómetros, 1.100 son de baches, 500 de talcos, 100 de carretera y el resto terreno bueno. Es un auténtico calvario.

¿Qué se siente cuando llega a la meta?

Es una mezcla de sensaciones. El año pasado llegué destrozado y, apenas crucé la meta, dije que no volvería allí nunca más. En el hotel tuvieron que quitarme los pantalones y las botas porque yo era incapaz. Me asusté al ver los pies escaldados y tuve que meterme en la ducha a gatas. Pero a la mañana siguiente ya le dije a mi equipo que volveríamos en 2018.

¿Qué le motiva para someterse a semejante sacrificio?

La Baja 1.000 engancha, te atrapa. Hay cosas en la vida que no se pueden explicar con palabras. Son pura locura.

De hecho, en México se le conoce como el ‘Español Crazy’.

Así me bautizó el ‘speaker’. No es casualidad que, en 50 años, solo tres personas hayan terminado la Baja 1.000 en quad. Es un orgullo formar parte de este grupo tan reducido. Espero repetir el éxito.

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