Pozondón y sus parameras, a caballo o a pie, para soliviantar a los sentidos

Con su pequeña zona de rodeno, rodeado de aliagas y la escasa vegetación del entorno, el municipio de la sierra de Albarracín vive tirando puentes entre el recuerdo de otros tiempos y la mirada hacia el futuro.

El dibujo más escarpado de la sierra de Albarracín queda a las espaldas de Pozondón, aunque el altímetro siga aludiendo allí a una elevación más que notable: 1.400 metros. El caso es que este municipio, que tiene su zona de piedra de rodeno en el camino hacia Santa Eulalia, es tierra de parameras; grandes extensiones de terreno llano que llevan de maravilla el cambio de color que traen las estaciones, del amarillo primaveral al cobrizo del otoño, con el rojo flamígero y pétreo de los barrancos completando la paleta.

"Cuando llega marzo las aliagas son un espectáculo, mucho color; estamos en una zona de transición de valle a montaña, hay poca vegetación, pero yo creo que tiene su encanto. Llevo toda la vida aquí y siempre lo he pensado". Vicente Herrero es el dueño de la casa rural La Abuela de Vicente en Pozondón; su hermana Amelia lleva el bar. No ha cambiado de base, eligió su pueblo natal para vivir; aunque ha tenido varios oficios nautas y su esposa es de Valencia, la tierra le tiró siempre. "He hecho un poco de todo: camionero, gasolinero, agricultor para completar... hemos ido variando la cosa. He alternado los oficios tradicionales del campo con otros más movidos; ahora con la casa y unos pisos de uso turístico que tengo en Orihuela nos vamos apañando".

"En un principio –matiza– quise restaurar la casa de mi abuelo, conseguimos unas subvenciones para hacerla casa de turismo rural con un compromiso de cinco años. Sobre todo tengo grupos, de hasta 12 personas; la casa es grande y va funcionando. Esta parte de la comarca es algo menos turística, todo se va un poco a Albarracín y al castillo de Peracense, pero creo que tenemos nuestras cosas también".

En el pueblo queda el agro y algo de ganadería. "Ahora hay una granja de conejos bastante fuerte que lleva Paco, y las ovejas de Chema Gálvez. Seguro que lo conoces: habla por la radio, es un poco periodista –ríe– y amigo de toda la vida del pueblo; soy algo mayor que él, pero nos llevamos tratando desde chavales, es muy buena persona".

Ovejas hertzianas

Chema aparece en el bar de pronto, con una sonrisa inmensa. "Voy en traje de faena, ya perdonaréis –apunta– pero es que no puedo dejar las ovejas solas, charlamos un minuto y me vuelvo. Que aquí ya solo quedo yo de ganadero, si desaparezco no hay más. Tengo 55 años y 300 ovejas, llevo esta vida desde pequeñico y... ¿sabéis qué? Me encanta, con mis caballicos, mis perricos y aquí en el pueblo. Luego está lo de la radio, que también lo disfruto mucho".

‘Lo de la radio’ es cariño correspondido entre Chema y los compañeros de Aragón Radio. "Hace unos cinco años fue. Recuerdo que era el día de la madre y yo andaba escuchando a Natalia Fondevila en la radio, llamé para pedir una canción dedicada a mi madre y nos caímos bien, de ahí en adelante hemos seguido hablando. Bastante, ¿eh? Ahora un poco menos porque ando muy liado, pero son muy amables todos, dales recuerdos de mi parte, por favor. Óscar Vegas, Natalia con Paco Doblas, Teresa Cano, Pilar León y todos ellos, seguro me dejo alguno, ya perdonarán. Les voy mandando mensajes, que tampoco me van a poner en el aire todo el rato", aclara antes de irse al trote con su yegua y un perrillo que acompaña a jinete y montura en el paseo vespertino.

En el pueblo

El aljibe llama la atención junto a la plaza del pueblo. Data de 1931, es subterráneo y se canalizaba el agua hasta él desde el pozo Chaparrero, además de otros seis pozos radicados en un huerto que se ha restaurado hace poco. Caben 600.000 litros en este aljibe, que fue el único lugar de abastecimiento de la población hasta 1957, cuando llegó el agua corriente a las casas.

La iglesia fortificada de Santa Catalina es otro punto de atracción para las miradas de los visitantes. "Esa torre sorprende a la gente, con sus almenas, parece un castillo", comenta Vicente. Lo cierto es que el templo tiene su atractivo; es de planta basilical y conserva tres retablos muy interesantes; el mayor, que data del siglo XVII, otro de esa misma centuria y un tercero del XVIII. El más antiguo es de Santa Ana. En el plano religioso hay que hablar igualmente de la ermita de la Virgen de los Ángeles y la de San Roque, así como la dedicada a Abdón y Senén, los Santos de Piedra, patronos del pueblo, cuya fiesta –con la tradición del vino en teja– se celebra en julio.

En Pozondón también existe un centro de interpretación de la arquitectura tradicional de la zona; se abrió hace diez años en el antiguo horno del municipio, del que queda un vestigio a la puerta; la amasadora. Se atiende a las peculiaridades de cada localidad del Parque Cultural del Rodeno. Es bueno recordar lo que fuimos para entender lo que somos, dijo un sabio. Pues eso.

La Piedra del Peruano, una obra de arte sobre rodeno en medio de un barranco

A tres kilómetros del casco urbano de Pozondón, en el barranco Cardoso (se llega por una pista transitable en vehículo), se encuentra la Piedra del Peruano; el nombre se refiere al bajorrelieve policromado en piedra de rodeno que hizo el diseñador gráfico e ilustrador Mauro Mistiano, originario de Arequipa (Perú). Actualmente vive en Madrid –lleva medio siglo en España– y echó raíces en el pueblo durante un buen tiempo. La figura, que mide seis metros de altura, representa a un gigantesco cuchillo ritual llamado tumi, y podría encarnar a una deidad inca, Naylamp. El tumi (palabra quechua para cuchillo) era un instrumento quirúrgico utilizado para realizar trepanaciones craneanas, usado en las culturas sicán, chimú e inca. Sobre la cabeza de la figura de Mistiano (pasó años haciéndola con un martillo percutor) reza la inscripción ‘Pozondón España Arequipa Perú’. Este verano ha sido el icono de la XII andada Pozondón-Albarracín.

Los imprescindibles

Castillo de los Ares

Fue la fortaleza más avanzada de las que defendían durante el siglo XII el señorío independiente de Albarracín en su frontera con el reino de Aragón, frente a las de Peracense, Ródenas y Alba. Está a dos kilómetros del pueblo.

Yacimientos

Los restos arqueológicos más antiguos del municipio datan del neolítico, pero de la época íbera (siglo III a. C.) destaca el  poblado situado en el Puntal del Tío Garrillas, que conserva restos de muralla (foto) y pinturas rupestres.

La Casa Consistorial

Sigue la tónica de un buen número de localidades turolenses: lonja en el nivel calle, de dos arcos. Las rejas en los vanos es un rasgo que se extiende a muchas otras edificaciones del pueblo, devoto de la forja.

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