"Hago kilómetros, pero al menos me llevan en taxi y duermo en casa"

Antonio Segura va a diario de la localidad turolense de Mas de las Matas al hospital Clínico de Zaragoza para recibir sesiones de radioterapia.

Antonio Segura se desplaza a Zaragoza en taxi.
"Hago kilómetros, pero al menos me llevan en taxi y duermo en casa"
Toni Galán

A sus 74 años, Antonio Segura recorre a diario cerca de 300 kilómetros para recibir sus sesiones de radioterapia en el hospital Clínico. Después de comer, un taxi le va a buscar a su casa en la localidad turolense de Mas de las Matas a las 16.30 y le lleva hasta la capital aragonesa, donde llega aproximadamente sobre las 18.15. "No queda otra opción, vivimos lejos", reconoce.

Antonio explica que en esta ocasión se siente privilegiado porque recuerda el trastorno personal y familiar que le ocasionó meses atrás el tratamiento de quimioterapia, al que tenía que acudir en vehículo particular. "No era todos los días, pero suponía que tuviera que desplazarme por mi cuenta. Eso sí que fue un follón, tenía que estar pendiente toda la familia. Ahora, aunque tenga que ir hasta Zaragoza, me lleva un taxi y es una maravilla", destaca.

El servicio de transporte público para los pacientes de radioterapia comenzó el pasado mes de septiembre, tras el convenio que firmó el Gobierno de Aragón. Hasta ese momento se hacía en ambulancia, la mayoría de las veces compartida por varios enfermos. Esto suponía un enorme trastorno y tener que estar fuera de casa muchas horas. "Hago muchos kilómetros, pero me llevan y estoy en casa para la cena. Y, sobre todo, duermo en mi cama", reconoce Antonio, que está siendo tratado de un cáncer de garganta.

Su hija Yolanda admite que valoraron todas las opciones e incluso se plantearon la posibilidad de que su padre se trasladara temporalmente a Zaragoza, pero consideraron mucho más adecuado que él no saliera de su pueblo y de su entorno. "Pedí el servicio de taxi y me lo concedieron. Es más ventajoso para la familia. Sabes que hay alguien que lo lleva y lo trae todos los días", afirma. Antonio solo tiene palabras de agradecimiento a los taxistas por las facilidades que le dan a la hora de desplazarse. "Es una maravilla. Cuando sales de la radioterapia está ahí, solo tienes que montarte y como muy tarde a las 21.30 estás en casa", agradece.

Pese a su satisfacción por las facilidades que aporta el transporte público, admite que habría una situación más ideal: "Ojalá pusieran un acelerador en el nuevo hospital de Teruel, nos ahorraríamos muchos kilómetros, pero lo veo muy difícil con lo que va a costar el edificio", manifiesta.

"Tenemos 110 km de carretera con cuatro puertos de montaña"

Sergio Alcón vive en una de las poblaciones turolenses más alejadas de la capital y, por tanto, del hospital Obispo Polanco. Como él, cada vez que un vecino de La Iglesuela del Cid tiene que ir al especialista, recorre 110 kilómetros –y otros tantos de vuelta– por una carretera con 4 puertos de montaña a 1.600 metros de altitud.

"Las comunicaciones en invierno se complican. Hay veces que tenemos que suspender la visita porque ha nevado o hay hielo", explica. Para evitar este problema, Aragón firmó con Valencia un convenio que permite a los pueblos limítrofes acudir a Castellón, pero hacia allí también hay 90 kilómetros y con un puerto de montaña.

Los viajes se hacen largos cuando se repiten cada 15 días. Y esto es lo que le ocurre a Sergio, pues al tener hijos pequeños y padres mayores las consultas al especialista se multiplican. A menudo, tiene que cambiar con sus compañeros el turno de trabajo, pues, como poco, se invierte una mañana en esta tarea.

"Todo está lejos, pero lo que más me duele es el tiempo"

Con tres personas mayores a su cargo –su suegra de 95 años, su padre de 90 y su madre de 82–, María Asunción Rosales se libra muy pocas semanas de tener que viajar desde Fuentes de Rubielos a Teruel –a 60 kilómetros– para acompañar a alguno de sus familiares al hospital. "La medicina especializada está muy lejos de los pueblos y supone un gran gasto en combustible, pero lo que más me duele es el tiempo que invierto", dice. María Asunción explica que a las revisiones médicas periódicas se suman analíticas y pruebas diagnósticas que también se realizan en el Obispo Polanco, así como algún ingreso hospitalario.

"Solamente con que en el centro de salud comarcal de Mora de Rubielos hubiera rayos X, los vecinos de la zona nos ahorraríamos muchos viajes a Teruel", señala. Según destaca, un servicio de radiografía evitaría desplazamientos cuando alguien sufre un traumatismo "y esperar en Urgencias del Obispo Polanco durante tres horas a que te hagan la placa".

"El hospital de Barbastro no se parece al Servet ni al Clínico"

Los cerca de 150 vecinos de Gistaín, en la comarca de Sobrarbe, tienen el centro de salud a 20 minutos, en Lafortunada, pero sí que se ven obligados a recorrer largas distancias para acudir al especialista. Tienen 97 kilómetros y más de una hora y media de viaje hasta el hospital de Barbastro. No obstante, para casos urgentes cuentan con la opción de recurrir al helicóptero del 112, como ocurrió hace unos días para trasladar a un vecino que había sufrido un infarto y que por fortuna se salvó.

En invierno, el desplazamiento por carretera se agrava si hay nieve, "aunque el mantenimiento es bastante bueno y, además, estando en un pueblo a 1.400 metros de altitud es lo que toca", señala el alcalde, David Bielsa. Admite que es imposible tener un hospital en cada comarca, aunque lamenta que haya tanta diferencia entre los profesionales y las carteras de servicios "porque el de Barbastro no se parece al Servet ni al Clínico". Aun así, lanza un mensaje positivo: "Podríamos quejarnos, pero creo que tampoco estamos tan mal".

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