Heraldo del Campo

"La agricultura debería valorarse más porque da vida a los pueblos"

Chus Verón es la gerente y responsable de exportación de una empresa con un siglo de vida. Ella es la cuarta generación del negocio familiar.

Chus Verón, gerente de Viveros Verón, junto a Francisco Alaya, jefe de producción, en una finca.
Chus Verón, gerente de Viveros Verón, junto a Francisco Alaya, jefe de producción, en una finca.
Viveros Verón

Vivió varios años en Francia y en otras partes de España, pero nunca dejó de tener en la mente Calatayud, lugar en el que se crió y en el que finalmente se estableció. Chus Verón es la cuarta generación al frente de una empresa centenaria, Viveros Verón, que ha traspasado fronteras y que, en la actualidad, centra sus esfuerzos en la exportación y la innovación con nuevas variedades de melocotón, nectarina y albaricoque.

«Consideramos que la agricultura debería valorarse más porque es un componente importante para dar vida a los pueblos y en Aragón hay mucho potencial. Para que la gente viva en el medio rural se necesita una agricultura digna y valorada», cuenta Verón, gerente y responsable de exportación de la empresa.

Ella se muestra muy orgullosa de sus raíces y recuerda que fue en el año 1917 cuando Jesús Verón Caballero, su bisabuelo, cargó un vagón de tren con sus árboles frutales desde Saviñán a La Coruña. Así, vendiendo de pueblo en pueblo fue como echó a andar un negocio familiar, que se creó para comercializar fruta y suministrar árboles.

Esa primera semilla fue la que luego hizo germinar su abuelo, Jesús Verón Joven, y más tarde creció con su padre, José Verón, que puso en marcha una asociación de viveristas y uno de los primeros campos de riego por goteo en Aragón después de descubrirlos en Estados Unidos. Con los años, la empresa empezó a diversificarse y complementó los árboles frutales con plantas de jardinería, arbustos ornamentales o aromáticas.

De generación en generación, la familia Verón ha heredado el amor por esta profesión. «Mi padre, al jubilarse, dejó una huella muy importante en el sector», explica su hija y quien cogió el testigo al frente del negocio, que ha recibido la Medalla Basilio Paraíso a empresas centenarias.

«La tierra tiene algo que engancha y este es un sector muy bonito», cuenta la gerente, que estudió Económicas y a quien los viveros le obligan a viajar a otros países de Europa, África y Asia. «No se trata solo de vender plantas, sino de crear relaciones estables», añade. Su trabajo ahora no solo se centra en la venta, sino también en el asesoramiento a plantaciones. Y así es como han llegado hasta Azerbayán, país donde han realizado una implantación productiva y comercial para dar servicio a proyectos de Asia Central y Rusia.

Chus Verón cree que la clave del éxito está en no acomodarse nunca: «Buscar oportunidades y, sobre todo, sembrar, sembrar y sembrar». Y quién sabe si este proyecto que plantaron con tanta ilusión podrá tener cien años más de vida y tener a una quinta generación al frente.

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