Mayor Zaragoza: "No debe haber diferencias fiscales entre una región y otra"

Nació en Barcelona en 1934 y fue ministro de Educación y Ciencia. También fue director general de la Unesco entre 1987 y 1999.

Mayor Zaragoza, este lunes en el Paraninfo.
Mayor Zaragoza, este lunes en el Paraninfo.
Oliver Duch

Este domingo, el vicesecretario de Organización del PP instó en Zaragoza al Gobierno de Sánchez a aplicar un nuevo 155 y recuperar las competencias educativas en Cataluña. ¿Está de acuerdo usted que fue ministro de Educación y Ciencia?

Para nada. Lo que tenemos que hacer con Cataluña es atenderla. No hacer caso a aquellos que gritan, pero sí darle el autogobierno que merece, y que no haya además diferencias entre unas comunidades y otras desde el punto de vista contable o fiscal.

Y respecto a la posible reforma de Constitución, ¿qué opina?

Se necesita una Constitución, y lo digo desde la experiencia de haber tenido algo que ver en la redacción del texto actual, que haga lo que entonces no pudimos. La fuerza de los nostálgicos del franquismo era todavía muy grande, pero ahora ya se puede hacer una revisión haciendo que el título octavo, que es el que se refiere a la estructura del_Estado, haga de España un Estado plurinacional, una federación. Las federaciones pueden ser naciones multiestatales como Estados Unidos o un estado plurinacional, como son la federación alemana, brasileña o mexicana.

Ahora se habla de suprimir aforamientos, ¿ha llegado el momento de reformarla?

Yo no sé por qué en España siempre hacemos cosas raras. Hay que hacer las cosas bien hechas, proponer de una manera muy concreta cuáles son los cambios que hay que introducir y hacerlos, pero bien: con estudios, informes... Lo excepcional es no haberlo hecho ya. En Alemania ya se han aprobado varias modificaciones. Nosotros tenemos que pensar que la situación actual, tanto desde un punto de vista social como económico, es muy distinta a la del año 1977.

¿Cuál ha de ser la clave?

Hay que pensar que los ciudadanos también son muy distintos. Quienes hicimos la Transición lo único que teníamos claro era que teníamos que pasar de una dictadura a una democracia, y esto es lo que supimos hacer. Lo hicimos lo mejor posible, pero en un contexto en el que la gente prácticamente no existía. Ahora por fortuna existe: los jóvenes pueden expresarse libremente, la mujer está teniendo el papel que le corresponde... El contexto es distinto y tenemos que hacer rápidamente unas modificaciones que nos permitan, con las grandes líneas de la Constitución presentes, seguir fortaleciendo una democracia real.

Ayer participó en una jornada en la que se volvió a hablar de despoblación, ¿por qué nadie ha conseguido ‘dar con la tecla’?

Los trabajos en el campo han ido decreciendo progresivamente. A principios del siglo pasado, más del 80% de las labores eran agrícolas o ganaderas. Todo cambia con la revolución industrial y se produce un llamamiento al ‘urbanoceno’. Ahora, con las nuevas modalidades de trabajo, lo que tenemos que hacer es ser personas de nuestro tiempo y procurar que cada cual pueda escoger de una manera libérrima cuál es su papel en la sociedad y dónde quiere vivir. Los países nórdicos han hecho muy bien esta repoblación. También Australia.

¿Cómo de importantes van a ser las dos próximas décadas?

Van a ser muy importantes. Por primera vez en la historia estamos ante procesos irreversibles. Ocurre en el caso del clima, de la pobreza extrema... A este respecto, creo que no se puede consentir lo que estamos viendo, que la gente se ahogue en el Mediterráneo. Hay una insolidaridad a escala mundial. También hay que tomar medidas. Hay que poner a Estados Unidos en su sitio y terminar con las ojivas nucleares. ¿Por qué tenemos que estar siempre con esa espada de Damocles? El propio Obama dijo que esta es la primera generación que tiene que hacer frente a estos desafíos globales y la última que puede resolverlos.

¿Cree que los ciudadanos son más insolidarios?

No, creo que en conjunto hemos mejorado. Ahora, la gente es más consciente. Hace 40 años, más del 90% de la población nacía, vivía y moría en 40 kilómetros cuadrados y no sabía nada de lo que ocurría más allá de su entorno. Tenían miedo, eran obedientes.

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