Heraldo del Campo

El destino caprichoso termina brindando con una copa de vino

Ignacio Guallart es el responsable de Bodegas IGV, ubicada en Alcañiz, y cuyos vinos están recibiendo importantes reconocimientos.

Ignacio Guallart, en su finca, donde se cultiva el vino que luego embotella bajo la marca Bodegas IGV.
Ignacio Guallart, en su finca, donde se cultiva el vino que luego embotella bajo la marca Bodegas IGV.
B. IGV

Pelear contra tu destino es como luchar contra ti mismo. El destino es como un río, es más fácil simplemente fluir con él». Esta máxima, una de las más leídas en los manuales de motivación y autoayuda, se le puede aplicar muy bien a Ignacio Guallart de Viala, responsable de Bodegas IGV, (www.bodegasignacioguallart.com)

Hace unos años, a punto de jubilarse, con seis décadas de vida a sus espaldas, decidió que era el momento de dedicarse a lo que más le gustaba: cultivar la vid, como anteriormente lo habían hecho sus antepasados en un paraje privilegiado de Alcañiz, la Val de Hueso, en las laderas norteñas del cabezo de Santa Bárbara.

No contento con eso, unos años después, decidió transformar esas uvas en vino en su propia bodega, que se asienta sobre la estructura de un antiguo lagar, en la misma localidad. «Era una espinita que tenía clavada, porque a mi siempre me ha gustado mucho el campo, aunque estudié Derecho. Pero la vida, y sus caprichosas vueltas, hicieron que parte de mi trabajo, primero como gestor administrativo y luego con otras responsabilidades, estuviera relacionado con temas agrarios», recuerda este apasionado viticultor, quien quiso que su finca, que ronda las 6 hectáreas, contara con las últimas innovaciones, como el riego por goteo, que le permiten obtener vinos tintos y rosados de gran calidad.

Los frutos de esta pasión llegaron muy pronto e Ignacio recuerda, con emoción y orgullo, que su primer vino Viña Valdehueso 2015 obtuvo la medalla de Plata en el Certamen Internacional de ‘Grenaches du monde’, celebrado en Veruela en febrero de 2016.

«Para mí fue una gran satisfacción y el mejor impulso a seguir trabajando duro, como lo hemos hecho desde el principio, ya que, en aquel momento, era una bodega poco conocida, única en Alcañiz. Además, el hecho de no pertenecer a ninguna D.O. hace que nos cueste más introducirnos en el mercado. Por eso, mi gran ilusión, además de seguir sumando premios, es que nuestros vinos se hagan un hueco en este complicado mercado», apunta Ignacio, quien presume orgulloso de la última Medalla de Oro conseguida este año con su vino Garnacha Viña Valdehueso 2017 en el Concurso Mundial de Garnachas.

De momento, las ventas fluyen en el mercado aragonés, donde sus botellas se comercializan sobre todo en Zaragoza y Teruel, pero aspiran a que sus referencias lleguen a otros rincones de España y el resto del mundo. Y le gustaría que algún día lo hagan de la mano de sus hijos y nietos, ya que Ignacio Guallart sueña despierto con que alguno de ellos continúe con este proyecto.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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