"Me las puedo valer yo sola. En el pueblo está mi familia"
Manuela Mínguez tiene 89 años y vive sola en Villalengua (Comarca Comunidad de Calatayud).
Manuela Mínguez se aproxima a la puerta de su casa y la abre a su paso, lento, y asegurándose antes de quién la visita. Vive sola en esta vivienda, aunque en el pueblo está parte de su familia, como su hijo y sus nietas. "Me las puedo valer por mí sola muy bien y no tengo dolores. Yo asistí a mis padres, pero a mí no me hace falta", apunta mientras apaga el fogón en el que se cuecen unas judías.
Para salir a la calle, a sus 89 años, utiliza un andador desde hace dos años. "Me partí la pierna derecha y no tengo estabilidad en la rodilla. Ando mal, pero con esto puedo ir a todos los sitios", insiste. Entre sus puntos de visita obligados, está la plaza de la iglesia, donde coincide con más vecinos, y también cuando va al bar-casino de la localidad para jugar al cinquillo.
Por la calle Pilar, girando desde la calle Nueva, va andando acompañado de su gayata Julián Calahorra, de 82 años y agricultor jubilado. "Todos los días voy a la plaza, a dar un paseo por aquí cerca y al bar o a las piscinas", explica mientras sostiene un cigarrillo en la boca y deja escapar el humo. En su caso, también vive solo en Villalengua, aunque "una chica de servicios sociales viene a limpiarme la casa dos días a la semana".
"Estás más pendiente de la gente, pero no solo de cuando no los ves o no los oyes, sino cuando sientes algún ruido", explica el alguacil del municipio, José María López. En este sentido recuerda cómo tuvo que acercarse a casa de una vecina porque "se le habían metido en casa los del timo del butano y me tocó vérmelas con ellos". Por otra parte, incide en que en Villalengua es muy habitual que los hijos o la familia se hagan cargo de sus mayores: "Mi suegra, que vivía en Moros, está con nosotros desde hace tiempo". A este respecto, José María Alonso, de 95 años, remarca que "los maestros y otros funcionarios dicen que aquí somos de otra forma. Estoy aquí con mi hija todo el año en su casa y a la mía voy a ducharme".
Desde su tienda, Esther Alonso, reconoce que "en los pueblos estás pendiente, sabes quién está malo, si un día alguien no viene " y subraya que "esta es la única ventaja". En este sentido, explica que "cada vez hay menos servicios, menos críos, menos horas de médico y solo se acuerdan de nosotros por los votos".