...Y Zaragoza cerró por vacaciones

Las piscinas y los bares fueron algunos de los pocos establecimientos que permanecieron abiertos ayer y que congregaron a la mayoría de personas que decidieron quedarse.

Con las persianas de las tiendas bajadas y la mayoría de las calles desiertas. Así amaneció ayer Zaragoza. En un día festivo como el 15 de agosto, la mayor parte del comercio y los grandes almacenes cerraron. Pese a ello, hubo zaragozanos que encontraron la tranquilidad en el vacío que inundó la ciudad. "Ahora se está genial porque hay menos gente", aseguró Juan Torres, que aprovechó para recorrer junto a su hija un inusualmente poco transitado paseo de la Independencia. Entre la rutina de aquellos que decidieron quedarse en la capital, el plan de piscina, bar y cine fue el más repetido.

Pese al buen tiempo, las piscinas tuvieron que conformarse con una tímida afluencia. "La segunda quincena de agosto disminuye el flujo de gente" aseguró Jorge Gotor, funcionario del centro deportivo municipal de Gran Vía. El de Salduba, por su parte, contabilizó poco más de 500 ventas. "Y este año la cosa está más llena", apuntó Sonia Miguel desde la ventanilla. Sí hubo mejoría en comparación con los últimos días, marcados por el cierzo y las tormentas, pero nada equiparable a las ventas del mes anterior.

La cultura también salvó del calor a aquellos que decidieron quedarse en Zaragoza. Hay quien aprovechó el hueco que dejaron los que huyeron de la gran ciudad para recorrer lugares que hasta ayer desconocían. "Hemos visitado el museo Camón Aznar", aseguró de nuevo Juan Torres.

El cine es otra de las alternativas más frecuentadas durante este mes de agosto. Sobre todo los miércoles, día del espectador. Los últimos estrenos (y sobre todo el aire acondicionado de las salas) son un perfecto reclamo para alejarse del asfalto y ‘viajar’ sin tener que despegarse del asiento.

Ayer eran pocos los viandantes que se atrevían a recorrer las calles, y los que lo hacían, echaban mano de helados y aprovechaban cualquier rincón de sombra. "En la clientela lo que abundan son los turistas", aseguró Ana María Iandu, dependienta de la heladería Smöoy. Y es que, gran parte de los paseantes que se pudieron ver por las aceras de Zaragoza eran extranjeros. El centro congregó a la mayoría. "Hay más extranjeros que españoles", confirmó Luis Orveta, camarero del restaurante Las Catedrales.

Desde la plaza de España y subiendo por la calle de Don Jaime, los comercios cerrados compartían espacio con los pocos que resistieron abiertos, una imagen muy poco habitual en el corazón de la capital aragonesa.

Picnics y otras alternativas

La plaza del Pilar fue otro uno de los grandes atractivos para residentes y turistas. Otros puntos, en cambio, no compartieron la misma suerte. Le ocurrió, por ejemplo, al paseo de las Damas, que acostumbrado a recibir a un gran número de personas, ayer permaneció prácticamente desierto.

La plaza del Pilar y la calle de Don Jaime fueron las que más visitantes congregaron. Sin embargo, la afluencia fue incluso "inferior a la del año pasado", según aseguró Ana Bosqued, de la tienda ¡Qué majico! La queja que se repitió entre los encargados de los comercios de productos típicos fue la ausencia de los autobuses de detrás de la basílica, que se quitaron por seguridad tras los atentados de Barcelona y Cambrils. "Desde que los retiraron no pueden llegar hasta aquí como antes" aseguró.

Más allá de bares y comercios, los hubo que optaron por planes más económicos. El parque Grande José Antonio Labordeta fue otro de los espacios vacíos durante el día de ayer. Por ello, Ángela y Gabriela, dos zaragozanas de 18 años, decidieron echarle imaginación: "Vamos a hacer un picnic", aseguraron.

Entre tanto empleado en vacaciones, hubo quien tuvo que trabajar. Fue el caso de Silvia Ballester y Noemi Vida, quienes aseguraron que en cuanto tengan un hueco libre harán "alguna escapada". Un pensamiento compartido entre quienes ayer continuaron con su jornada laboral. Aunque para ellos, el día de también tuvo algo positivo además de la tranquilidad, y es que el tráfico era menor que el que suele registrarse cualquier otro día en la ciudad. Además, buses y tranvías congregaron en las horas punta mucha menos afluencia de lo habitual.

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