Zonas de baño naturales en Aragón

Una docena de playas continentales controladas son solo la punta del iceberg de una larga lista de puntos naturales para el baño y el disfrute del agua de los que puede disfrutarse a lo largo de todo el territorio aragonés.

Bañistas y turistas en el azud y salto de Bierge, en la provincia de Huesca.
Bañistas y turistas en el azud y salto de Bierge, en la provincia de Huesca.
Javier Broto

En verano, en especial en uno tan caluroso como el que estamos padeciendo, nada más refrescante que un buen chapuzón. Aunque en Aragón no hay costa marina, sí se cuenta afortunadamente con muchas zonas de baño naturales: un largo listado de playas, piscinas, cascadas y pozas donde disfrutar del agua y aliviarse del calor. La Comunidad dispone de doce playas continentales declaradas aptas para el baño por el Sistema de Información Nacional de Aguas de Baño (Náyade), aunque existen muchos otros lugares a los que los que poder acudir para ponerse a remojo.

Seis de estas playas se encuentran en Huesca, y cumplen los niveles de calidad del sistema Náyade: el embalse Joaquín Costa en La Puebla de Castro; las gorgas de Puértolas, siete cavidades a lo largo de unos cuatro kilómetros del cauce del Cinca; las pozas del Aragón Subordán junto a la Selva de Oza, en Hecho; el congosto de Jánovas (paso del río Ara por Fiscal); la gorga de Boltaña en el pozo formado por el Ara bajo el puente de la localidad; y el embalse de Lanuza en Sallent de Gállego. Estos dos últimos cuentan con un buen acceso para discapacitados.

Sin salir de la provincia, cerca de Biescas encontramos dos espacios refrescantes: la cascada de Orós Alto, a la que se llega tras culminar una ruta de barrancos; la de Pozán de Vero; y el pantano de Búbal, que ofrece al bañista un espejo de aguas cristalinas en las que se reflejan las montañas. La chopera de Broto, y las gorgas de Perrarúa y Besians, en el río Ésera son otros dos enclaves tranquilos para el baño; como las playas del Bellós en Puyarruego.

Las pozas del barranco de Ascaso, en el término municipal de Boltaña son veinte cavidades excavadas en la roca caliza por un pequeño arroyo, con poca profundidad pero suficiente para aliviar al bañista que se introduzca en ellas. En la Hoya de Huesca, las pozas de Belsué, excavadas en el cauce del río Flumen, cerca de Nueno, son muy visitadas por grupos familiares. También la tranquila playa de las orillas del Gállego en Murillo es escenario reposado para el disfrute un chapuzón fluvial.

Badina Estañonero

En la sierra de Guara, cerca de Nocito, las aguas de los barrancos de la Pillera y la Abellada confluyen en la badina Estañonero, un lugar casi secreto de frescor y calma. También en Guara se encuentran las pequeñas pozas del río Isuala, cerca de Alberuela, con sus aguas claras y serenas.

Tranquilidad si la busca, pero también adrenalina encuentra el que visita el salto del río Alcanadre en Bierge, dentro del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, y una de las zonas de baño más masivamente populares de Huesca y de toda la comunidad. Tanto que su acceso se encuentra restringido. Pese a ello, ha recibido 9.400 visitas en el último mes y medio. Desde allí se accede a otras dos zonas de baño: el Puntillo y la fuente de la Tamara.

En Zaragoza

En el Prepirineo, pero ya en Zaragoza, se encuentra el pozo Pigalo, en las Cinco Villas. Esta comarca ofrece otra pareja de enclaves para los que disfrutan del agua: la estanca del Bolaso y el embalse de San Bartolomé, uno de los dos puntos de la provincia de Zaragoza que aparecen en el registro de playas continentales del sistema Náyade como zona apta para el baño.

El otro es el embalse de Mequinenza, a la altura de Caspe, donde destacan por la afluencia de público las playas de Chacón. Entre Almonacid de la Cuba y Belchite, el río Aguasvivas recorre un camino de pozas que ofrecen su punto culminante en el pozo de los Chorros, alivio para el calor en medio de las tierras secas.

En el norte de la provincia, en Tiermas, el pantano de Yesa vive un curioso fenómeno al bajar las aguas del embalse con el verano: emergen los restos de un antiguo balneario y los visitantes aprovechan para relajarse en sus agua sulfurosas.

Teruel cuenta igualmente con una extensa nómina de lugares para refrescarse: el embalse del Arquillo de San Blas, junto a la capital, y el de Valbona en Gúdar-Javalambre son dos de la playas continentales de la provincia que superan en el registro de calidad del sistema Náyade.

Los otros dos enclaves que aparecen en el registro Náyade es la playa fluvial bajo el bonito puente de piedra de Cananillas, que salva el cauce del río Bergantes en Aguaviva; mientras en Beceite el río Ulldemó cuenta con un conjunto de pozas, conocido como La Pesquera. La provincia cuenta igualmente con las aguas de la estanca de Alcañiz y las del embalse de Santolea, en Castellote, también aprovechados para el baño y las actividades acuáticas.

Parque del Alto Alfambra

El Pantano es el nombre que se da popularmente en Galve a un paraje del cauce del río Alfambra a su paso por la localidad, aunque no lo sea. Se alude a la quietud que alcanza el río en ese tramo, que lo hace adecuado para el baño. También en esta zona que forma parte del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra, existen otros parajes como las pozas de Aguilar del río Alfambra, conocidas como el Estrecho, una playa de piedra que casi siempre tiene agua. Las Calderetas, en la desembocadura del río Penilla en el río Alfambra, en el término de Camarillas, constituyen un conjunto de pozas conectadas por pequeñas cascadas, perfectas para un rato de chapoteo.

La zona de los Amanaderos del río Deva, en Riodeva; el molino de San Pedro y su cascada, cerca de Vallecillo; la poza de la cascada de Calomarde; el pozo del Molino en Tramacastilla; o las pozas del Algars, entre Lledó y Arens de Lledós, son otros enclaves fluviales muy recomendables en la provincia de Teruel.

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