El estudio de las pinturas murales revela la riqueza de las viviendas de Bilbilis

Se trata de obras hechas con materiales de calidad por pintores expertos llegados desde la península itálica. Reflejaban la posición social que tenían sus propietarios según su cuantía.

Trabajos de laboratorio sobre piezas de pinturales murales.
Trabajos de laboratorio sobre piezas de pinturales murales.
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Desde el pasado 15 de julio, los trabajos sobre Bilbilis se han centrado totalmente en el laboratorio, mención aparte de los trabajos de desbroce y mantenimiento financiados por el Ayuntamiento de Calatayud en el propio yacimiento. Así, durante este tiempo, el equipo se ha centrado en la catalogación y estudio de la pintura mural romana gracias a un proyecto apoyado desde el Ministerio de Economía y Empresas. En este trabajo, han participado entre otros integrantes, Carmen Giral y Lara Íñiguez.

"Hemos terminado con el conjunto de las pinturas que decoraron la domus I (casa I) del barrio de las termas", explica Carlos Sáenz, uno de los codirectores de los trabajos. Asimismo, puntualiza que "son viviendas que se han excavado ya en su totalidad". Mediante el proyecto que engloba estas labores se busca conocer en profundidad las muestras artísticas de este tipo que se dieron en el noroeste peninsular y, según Sáenz, el enclave bilbilitano "juega un papel fundamental" en todo este proceso.

En lo que han podido conocer hasta el momento, este responsable explica que "hemos podido establecer cómo era la decoración de estas casas". De esta forma, detalla que son "pinturas decorativas de la primera mitad del siglo I, del cambio de era, que en Bilbilis se caracterizan por ser del tercer y cuarto estilo de pintura pompeyana". En este sentido, Sáenz sostiene que son obras realizadas "por pintores de la península itálica y talleres itinerantes".

"Son personas que conocen muy bien las técnicas y con qué materias están trabajando, que vienen de fuera con sus modelos y sus bocetos y usan materiales de calidad como el cinabrio, que era muy caro", argumenta. Esto, viene a ilustrar que "la ciudad en su momento tuvo recursos económicos importantes, que se reflejan en que pudieran costear estos trabajos, como lo que supone traer gente de fuera". Así, Sáenz explica que "todo esto costaba dinero y era una muestra de posición social".

Inmersos en una fase de trabajo minucioso, "de puzle" como lo define este responsable, ante ellos se abre otra nueva etapa: la de restitución y recomposición para hacerse "una idea de cómo estaba pintada la vivienda". De forma paulatina, se quiere hacer lo propio con las domus II y III y al mismo tiempo saber de dónde procedían las materias primas de morteros y pigmentos, para lo que comenzarán a tomar muestras la próxima semana. Sáenz puntualiza que "es trabajo para años".

El proceso para recuperar estos materiales  podría dividirse, a grandes rasgos y de forma genérica, en tres fases: la primera se centraría en la excavación, con arreglo a unos protocolos y normas establecidas; la segunda sería la catalogación de todos aquellos elementos encontrados y, finalmente, la restauración. En cuanto a esta última, Sáenz explica que todavía no lo han abordado "porque los números dan respeto, son palabras muy mayores". Remarca que "dentro de la arqueología, la pintura, desde el punto de vista puramente económico, es lo más caro" y reconoce que es algo que "se escapa por falta de medios".

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