Bisaurri: el reto es valorar el legado histórico y buscar más metas

Bisaurri goza de un importante bagaje arquitectónico, que visita cada vez más al calor de nuevas instalaciones de turismo rural. Además, Veri sigue siendo motor de empleo y desarrollo.

Charo y Juan Antonio, en el patio de Casa Siñó.
Charo y Juan Antonio, en el patio de Casa Siñó.
Ángel Gayúbar

Piedra roja y teja en las construcciones tradicionales, progresivamente sustituida por una pizarra impostada que unifica, suprimiéndolas, las singularidades constructivas de los valles pirenaicos; estamos en Bisaurri, cabecera de un extenso municipio y localidad que se caracteriza por sus construcciones de carácter popular adaptadas a la vida de montaña.

Lo que no pueden cambiar las modas constructivas es su majestuoso entorno, encajonado como está el término municipal entre la mayestática presencia del corazón del Pirineo al norte y la totémica mole del Turbón –la montaña mágica por excelencia de los ribagorzanos– al sur. Entre ellos, los núcleos del municipio se extienden de este a oeste: la localidad que le da nombre está acompañada por las pequeñas poblaciones de Arasán, Dos, Gabás, Renanué, San Feliú de Veri, San Valero y Urmella.

Es tierra de hadas y encantarias y antiguo territorio de brujas: en la vecina Laspaúles ajusticiaron a una veintena, mientras que aquí, en Bisaurri y según cantan las piedras y sus inscripciones, remozaban la primitiva iglesia románica; quizás, para santificarla y resacralizarla por una posible contaminación de la magia impía. Estamos en 1592: eso dice una inscripción sobre la puerta del templo parroquial de San Cristóbal, a finales de un convulso siglo XVI que fue el de las alteraciones de Ribagorza, antecesoras del pulso que el reino de Aragón le echó al Rey Prudente Felipe II, con nefastas consecuencias para nuestros fueros.

Fue también tiempo de cambios y mudanzas en estos territorios; una vez más hablan las piedras a quien quiera escucharlas. Las principales casonas que todavía se conservan en el pueblo son, en todo o en parte, de esa época. Presentan estructura en forma de casa-patio pirenaica diseñada para la defensa del hogar que, en muchas ocasiones, vino a sustituir a las casas torreadas y las fortificaciones que esos mismos años eran desmochadas o directamente derruidas; el poder fáctico no quería que se pudieran encastillar las levantiscas gentes de estas tierras, que siempre se han considerado libres.

Preservar como lema

"En los últimos años se han techado bastantes casas con pizarra pero el ayuntamiento ha decidido conservar la techumbre de teja en el casco antiguo", explica Juan Antonio Lamora, uno de los pocos residentes permanentes en Bisaurri. El mismo lo reconoce al constatar que "cada vez somos menos y más mayores" y apenarse por el estado en que se encuentran muchos pueblos.

Juan Antonio matiza que, como ocurre en otras muchas localidades y más en el entorno pirenaico, "estos lugares renacen en verano con la llegada de hijos del pueblo y veraneantes con los que se recupera la risa de los niños por las calles", aunque luego, con su marcha, en Bisaurri escasamente duermen 50 personas, y el invierno se hace un poco más largo. También hay que reconocer que, a pesar de que los nacidos en el municipio en las últimas décadas "se cuentan rápido", San Feliu de Veri tiene ahora dos niñas de corta edad, algo que no pasaba desde hacía medio siglo, y Gabás tiene dos niños, lo que no ocurría desde hace siete lustros.

Bisaurri, el municipio, tiene potencialidades de sobra para poder revertir la situación ya que posee unas condiciones perfectas para practicar deportes al aire libre y de aventura, como el piragüismo, el barranquismo o el parapente. Se encuentra en una zona con abundantes manantiales, como bien saben los gestores de la embotelladora Aguas de Veri. Se ha empezado a desarrollar un incipiente sector turístico que, con una amplia oferta de apartamentos de turismo rural en varias de las localidades del municipio, se ha sabido ganar clientela fiel y cada vez más numerosa.

"Hay que sacar partido de los pueblos; nuestros antepasados sufrieron mucho por levantarlos y nosotros no podemos ni debemos renunciar a su legado", tercia Charo, que pasa su vida entre San Feliu y Bisaurri, con puntuales visitas a Lérida y Barcelona a para visitar a hijos y nietos. Ella lucha con todas sus fuerzas por la revitalización de estos lugares aunque se queja por la poca consideración que se tiene con sus gentes. "Se habla mucho de que nos van a ayudar a relanzar el medio rural, pero no nos tienen ningún respeto, todo son inconvenientes y nos tratan de tontos", denuncia, mientras Juan Antonio asiente.

Ambos hablan sentados en el patio de Casa Siñó, excelente ejemplo de la construcción civil del pueblo; se estructura en torno a un espacio interior descubierto, al que dan las cuadras, almacenes y viviendas. "Sólo en cuidar los tejados se me va una fortuna", comenta Juan Antonio sobre este caserón con capilla propia que, según los historiadores, pudo ser la residencia de verano de los condes de Ribagorza. Sí se sabe que perteneció a los señores de Fadas, una de las grandes familias de la zona. Aprovechando la disponibilidad de espacio, su propietario ha habilitado unos coquetos apartamentos turísticos en una de las alas del edificio que están teniendo una buena acogida.

Charo, Juan Antonio y muchos otros por estos pagos están preocupados por las trabas para desarrollar labores tradicionales, y por la reimplantación de especies hace tiempo desaparecidas como el oso o el lobo, que están generando un enorme temor entre los habitantes de estas tierras. "Hasta hace nada –apunta Charo– podías pasear sin temor por los montes y las sendas cercanas. Ahora yo no me atrevo".

A pesar de todo, los dos coinciden en que en Bisaurri "se vive muy bien". Algo que confirma Araceli, que regenta la pequeña tienda rural; es el epicentro de la vida local. "A nivel de servicios somos privilegiados; los niños tienen, incluso, que ir seleccionando las propuestas extraescolares porque si no, no podrían llegar a todo", explica ponderando los "excelentes" servicios de transporte y comedor escolar, las guardias sanitarias "continuadas" y el convenio para la utilización por los residentes en la zona con una situación clínica complicada del helicóptero de rescate con base veraniega en Benasque.

El monasterio olvidado de los Santos Justo y Pastor de Urmella necesita obras

El antiguo monasterio benedictino de Aurigema (Piedra Preciosa), popularmente denominado Orema, está documentado desde el siglo X. Ramiro I de Aragón lo incorporó en 1044 a San Victorián de Asán, del cual en adelante fue un priorato con los núcleos de Rins, Fadas, Piedrafita, Renanué, el barrio de San Pedro de Bisaurri y la propia localidad de Urmella. Después de la exclaustración de 1835 muchos monjes de San Victorián se refugiaron aquí. En 1874, con la supresión definitiva de la jurisdicción del cenobio asanense, el templo se transformó en parroquia. Este monasterio escondido en los contrafuertes del corazón del Pirineo es una de las más antiguas sedes monásticas que se conservan en el entorno pirenaico. Sólo por eso, merecería un mayor mimo por parte de las autoridades civiles y religiosas, aunque de su antigua estructura hoy sólo se conserva, maltratada, olvidada y desconocida, la iglesia abacial; definitivamente, todo el conjunto arquitectónico necesita una imperiosa y urgente rehabilitación integral, amén de una limpieza a conciencia de su perímetro emboscado.

La embotelladora de Aguas de Veri, todo un sostén económico para la gente del municipio

La historia de Bisaurri y su entorno no se puede entender sin la dinamización económica y social que trajo la empresa Aguas de Veri S.A, que llegó a la zona alentada por la calidad de unas aguas de mineralización débil e  indicadas para dietas pobres en sodio. El impacto en la vida local fue y sigue siendo evidente: hay una contratación anual y directa de unas 45 personas en las plantas embotelladoras de Bisaurri y El Run, y la mitad de ellas son mujeres; además, buena parte residen en un radio de veinte kilómetros. A ellos habría que añadir los 40 transportistas que trabajan durante todo el año en las dos plantas, y un número indeterminado –pero sustancial– de empleos indirectos que ha alentado esta empresa que llegó a la zona en 1972, para analizar las posibilidades de embotellamiento y transporte a los mercados del agua que brota a 1.235 metros, bajo la sombra del pico del Turbón. La primera embotelladora comenzó a funcionar en 1978: hoy, Aguas de Veri S.A. produce 115.000 millones de litros de agua embotellada y tiene plantas en Bisaurri, San Feliu de Veri y El Run. En San Cristóbal se coge el agua destinada al último lanzamiento de la firma: agua con gas embotellada en envase de vidrio.

LOS IMPRESCINDIBLES

San Esteban de Renanué

Iglesia románica del siglo XII con dos capillas laterales del XVII y torre campanario posterior. Es una sobria construcción popular edificada en sillarejo: se cubre con bóveda de cañón en la nave y cuarto de esfera en su cabecera.

Casa Siñó

Este imponente caserón tiene parte del siglo XVI y una ampliación del XIX; conserva interesantes ejemplos arquitectónicos y ornamentales que, en algunos casos, emparentan con formas constructivas francesas.

El Boletín de San Feliu

El empeño de un grupo de vecinos de San Feliu de Veri por dar a conocer su pueblo y difundir su historia se ha traducido en este boletín anual en el que se abordan aspectos del pasado y el presente de esta pequeña localidad.

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