Escucha: donde antes hubo carbón, ahora hay un museo genial

La ‘Calvo Sotelo’ de Escucha es una mina que alberga desde 2002 una fantástica exposición del trabajo minero, con todos los elementos necesarios para motivar a los amantes de las aventuras.

El gracejo es una cosa con la que no se nace; el entorno te hace gracioso, o empático, y las circunstancias (vitales, laborales, coyunturales) lo matizan. A Juan Cañizares, jiennense de Linares y afincado en Escucha hace una pila de años como gerente del Museo Minero, le sobra. Lo mismo puede decirse de Javier Gálvez, guía de la instalación, escuchano, hijo y nieto de mineros. Son los cicerones de HERALDO en este lugar único en Aragón y España, inaugurado en 2002 y alojado en la antigua mina Calvo Sotelo (también llamada Se Verá, entre otros apelativos); esta visita permite al neófito adentrarse en un mundo apasionante, a medio camino entre Indiana Jones y un tratado antropológico. Eso sí, la inmersión es realista, con el edulcorante justo; se sale de allá con las ideas muy claras acerca de lo que suponía trabajar en una mina.

"El primer registro de esta explotación –apunta Juan– es de mitad del siglo XIX, cuando la mina se llamaba Victoria y Pilar; luego la cogió otro y le puso San Manuel; cuando le caducaron los permisos y el terreno quedó franco y registrable, el hojalatero de Teruel Pedro Gómez de Adán echó los papeles y obtuvo la concesión. El anterior propietario se metió en pleitos, y mientras se dirimía la cuestión, los trabajadores del hojalatero le preguntaban una y otra vez que pasaría si ganaba en el tribunal. Gómez de Adán respondía siempre ‘se verá’.; cuando ganó y la registró en 1893, le puso Mina Se Verá, tal y como puede verse en nuestra bocamina de entrada".

Escucha: ¡Atención, museo chulo bajo el suelo!

En Escucha, la mina trocada en museo tiene más nombres: se le conoce como Hermanos Argüelles y, sobre todo, como ‘la Calvo Sotelo’, ya que fue la empresa nacional Calvo Sotelo la última titular de la explotación; cuando cesó su adivinad carbonífera en 1968, hace medio siglo, la titularidad pasó a Minas y Ferrocarril de Utrillas (MFU), que la usó como ventilación del vecino Pozo del Pilar. "Hace 50 años, es verdad –dice Juan– y ahora que habéis levantado la liebre, tendremos que hacer algo con esa efemérides".

Alucinar en fundido a negro

Lo de los colores no procede como metáfora descriptiva cuando uno baja a la boca del lobo, pero el descenso en plano (36 grados de inclinación, 220 metros de bajada) es emocionante desde el primer segundo. Antes, por supuesto, se ha pertrechado a todos los visitantes con casco y luz frontal; en diversos puntos de la visita, con las galerías más bajitas, los cascos se agradecen. La instalación tiene un sistema de seguridad impecable; la sujeción es por cuadro metálico, enrejado y forro de madera en las techumbres. "La madera –explica Javier– era ‘chivata’ en la mina; cuando crujía por cambios de presión o escapes avisaba del peligro y se podía salir pitando, aunque en las bocaminas siempre se encostelaba o revestía la pared con ladrillo o escombro, por si ardía".

En la visita se pasea por las galerías, se conocen los distintos trabajos de la mina –con maniquíes en tamaño real como apoyo– y máquinas de otras minas locales cedidas para el museo. Hay sorpresas, curiosidades y tres sistemas de comunicación: radiofrecuencia con ‘walkies’, teléfono y las ‘ranas’, teléfono de mina que se carga como una pequeña dinamo y permite hablar unos segundos, además de enviar sonidos y claves Morse. "Como yogures con hilo, más o menos –bromea Javier– pero muy útiles cuando fallaban los otros sistemas".

Javier recuerda que en Escucha hay gente con raíces en muchos puntos de España y del extranjero. "Aquí vino y sigue habiendo gente de todas partes: vinieron a currar en la mina y se quedaron. Hay mucho andaluz y extremeño, sobre todo. Mi familia es de aquí, muy minera: mi padre fue vigilante en la última explotación, trabajaron ahí mis tíos… mi hermano y yo no, pero a mí me encanta. Es un trabajo que hay que vivirlo: duro, pero engancha como los deportes de riesgo, es cuestión de adrenalina".

En otros tiempos, el pueblo vivió una notable bonanza económica. "Había dinero –reconoce Javier– y al que no le gustaba la mina se montaba una tienda, por ejemplo. Ahora está más complicado: quedan un par de supermercados, frutería y panadería, aunque es verdad que estamos al lado de Utrillas. Pero la historia de la mina sigue muy presente, y así debe ser".

LOS IMPRESCINDIBLES

Celestino Martín

Este empresario taurino de Escucha trabajó con las principales plazas de España. En su pueblo hay una muestra de carteles y cuadros de temática taurina (foto), además de una peña con casi 200 miembros que lleva su nombre.

La Central Térmica

De 159 MW de potencia, quemaba lignito; empezó su actividad en el año 1970 y cerró definitivamente a finales de 2012, algo que generó emociones encontradas por el mazazo laboral y el cuidado medioambiental.

San Juan Bautista

La iglesia local presenta una llamativa capilla mayor, con vestigios de un templo anterior gótico, que fue reformado después en clave barroca. El cuerpo de la torre, antes de ladrillo, se sustituyó por otro de sillares adosados.

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