La Zoma: un monte que lucha por resucitar nueve años después del peor fuego

En La Zoma se ama la naturaleza; el incendio que devastó las lomas en 2009 no consiguió acabar con la moral de unos vecinos que no quisieron abandonar las casas y creen en la recuperación progresiva del entorno.

El monte de Majalinos y Los Tres Mojones se yerguen frente a La Zoma, en el corazón de las Cuencas Mineras. Hace nueve veranos lucía muy distinto: pinares por doquier, que llegaban incluso a ocultar cuevas a los ojos de los senderistas y cazadores de la zona. A mediados de aquél verano de 2009, el paisaje cambió de la manera más brutal. El fuego tuvo la culpa. Ejulve, Aliaga, Cañizar del Olivar y La Zoma (entre otros municipios) sufrieron el incendio forestal más devastador de aquél año, y las secuelas perduran. "No creo que nosotros lo veamos ya recuperado", apunta Juan Manuel Membrado, alcalde del municipio. Su vecino Joaquín Vicente, profesor jubilado de Educación Física en la Universidad San Jorge, corrobora las palabras del munícipe. Dicen que un monte tarda al menos medio siglo en recuperar la lozanía tras un fuego devastador. La plataforma Nuestros Montes No Se Olvidan trabajó en la toma de conciencia sobre el problema desde el primer día, y las acciones se han ido sucediendo en la zona; además, convoca anualmente una junta de hermandad entre los afectados de varios pueblos.

"Lo más importante estos últimos cinco años –apunta Juan Manuel– ha sido una inversión de Coca Cola Internacional por valor de 300.000 dólares, destinados a la repoblación del monte y a arreglar una paridera afectada por el fuego. Aquello fue demasiado duro; de 1.400 hectáreas de monte que tenemos aquí se quemaron 960; no afectó a casas como en La Cañadilla, pero el fuego llegó a la orilla del pueblo: lo que pasa es que nos resistimos a marcharnos. Trabajamos dos días con Aliaga, Ejulve y Cañizar hasta que llegó la UME, que en esos mismos días andaban con el fuego terrible de Horta de San Juan, no sé si recuerdas que hubo varios muertos".

Pasear por el monte encoge el alma del visitante ocasional, pero en La Zoma ya se han acostumbrado a caminar esos senderos. Llama la atención ver muchas zonas con pequeños tubos que protegen los nuevos árboles plantados; en esas áreas de repoblación se ha prohibido el paso de las ovejas en la próximas década. "Hay zonas –afirman Juan Manuel y Joaquín– que han remontado más, quizá por las diferentes características de cada pedazo de terreno. Mientras tanto, los técnicos piden calma y cuidado".

La luz al final de la llama

Hay tres vecinos trabajando en la cercana planta embotelladora de Aquabona, que pertenece a Cañizar del Olivar; también vive en La Zoma un apicultor, Benito Gascón, que combina esta actividad con una mínima explotación agrícola. Un ganadero de Cañizar alquila la nave ganadera y la mayor parte de las tierras municipales para pasto. No hay más industria.

Juan Manuel trabajó en General Minera de Estercuel durante muchos años, y lleva 30 años en La Zoma, donde se asentó a los 25; en el pueblo también había mina próspera en la primera mitad del siglo XX, de barita, material que se usaba para hacer el aislante de los cables de la luz. La esposa de Joaquín es de La Zoma y desde que llegó la jubilación, el matrimonio pasa la mayor parte de su tiempo en el pueblo, al que llevan viniendo toda la vida con los hijos y nietos.

En La Zoma no hay bar, pero sí telecentro y un pequeño almacén municipal que se convierte en lugar de tertulia. "Todas las tardes, cuando cada cual termina la faena y acaban las novelas –ríen Juan Manuel y Joaquín– nos juntamos a charlar y jugar a las cartas, más mujeres que hombres pero nos acabamos pasando todos. La tragedia no enturbió el carácter de los zomanos". "El dinero –aclara Joaquín– no tiene valor aquí en el pueblo, porque no hay donde gastarlo, pero se coge la bici a Cañizar o Ejulve: son seis kilómetros, tomas un helado bien a gusto y lo quemas volviendo".

La Asociación Cultural El Azarollo, de reciente creación, se encarga de organizar exposiciones y charlas, y también del programa de fiestas, además de coordinar actividades con el Parque Cultural del Maestrazgo. El azarollo, por cierto, es un árbol autóctono. Acerca de los servicios cotidianos, el pueblo no tiene queja. "Aquí no hay tienda, pero sí rastrillo todos los jueves por la mañana, viene el pan que sube otros dos días a la semana, ademas de fruta, carne, congelados… de todo. Hay semanas que no nos movemos del pueblo; si no, Montalbán y Alcorisa están cerca para comprar, hacer la primitiva y echar un café con los amigos".

Moras en verano y en otoño, fiestas en el monte y la bici como compañera de aventuras

Hay dos factores fundamentales en la vida cotidiana de La Zoma, a juicio de Joaquín Vicente. "El primero es que somos tan pocos que te juntas a charlar con cualquiera, cuando en Zaragoza a veces no conoces ni a tus vecinos de bloque. Aquí se vive en la calle. El segundo es el entorno, que es una gozada. Salimos mucho con las bicis, nos juntamos con los de Ejulve, y la subida al Huergo es una maravilla. El monte de Majalinos y Tres Mojones tiene rincones extraordinarios que se salvaron del fuego. Tenemos como tradición el paseo nocturno a la Fuente Vieja, a comer moras en otoño". "Bueno, también ha habido ahora, pero aunque lo pongas, para el año que viene se habrán olvidado –bromea el alcalde– y no nos las quitarán; nos ponemos morados". Hace un mes se subió en romería a la ermita de San Bernabé, patrón del pueblo; la comida de hermandad se hacía a la sombra de los pinos, cuando había: ahora se usa un refugio construido a tal efecto.

LOS IMPRESCINDIBLES

La parroquia

La iglesia de la Asunción de Nuestra Señora (barroca, del siglo XVI) es el mayor patrimonio del pueblo junto al propio Ayuntamiento, edificio del mismo siglo construido de mampostería y sillares, con lonja en la entrada.

La caza

La Zoma no tiene asociación de cazadores y el propio Ayuntamiento se encarga de regular la actividad, sobre todo la caza mayor. La cabra hispánica es una pieza codiciada, y supone ingresos para el municipio.

El horno

En Semana Santa, cuando la emigración zaragozana y barcelonesa del pueblo regresa a casa por unos días, se celebra la reutilización del antiguo horno del pan, que aún funciona gracias a las artes de la hermana del alcalde.

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