España es uno de los países europeos que menos recursos dedica a las familias, pero también está entre los de mayor déficit. Con estos mimbres hay que tejer la cesta del Estado de bienestar para hacerla sostenible. Cuando estos días se oye a Sánchez, a Díaz o a Lambán abrir las compuertas del gasto procede preguntarse si realmente buscan el fin social que pregonan. Sánchez ganó lo que le negaron las urnas con una censura para intentar quedarse. Lambán está a un año de las elecciones, rodeado de incertidumbres y urgencias. En ese contexto llega su propuesta de ayudas económicas para los padres que se acojan a permisos para cuidar a sus hijos. Aparte de aspectos sustantivos sin aclarar –como el coste, la financiación o si hay tiempo real en esta legislatura para aprobar la medida–, esta se antoja insuficiente porque excluiría a las personas en paro, pues el derecho a la baja por maternidad o paternidad es inherente al empleo. Señorías, vayan aclarando sus políticas, que aquí es demasiado fácil inventarse el cheque bebé o el ‘yayotalón’. No vaya a ser que al final las acabemos pagando todos por la misma vía de siempre, más impuestos, solo para que algunos traten de rascar votos.