El precio de la almendra amenaza a uno de los sectores más rentables del campo aragonés

Su valor ha caído en más de 3 euros el kilo en unos pocos meses. Aragón, pese a ser el mayor productor nacional, carece de una industria potente.

Almendros.
Almendros.

El precio de la almendra, fruto seco del que Aragón fue la campaña pasada el mayor productor nacional, ha caído con fuerza en los últimos meses después de prometerse como uno de los cultivos más rentables y al que más agricultores e inversores se habían unido en los últimos años.

Tras llegar a máximos en los que el kilo de almendra superó los 9 euros en 2015 -lo que originó incluso una ola de robos en el mundo rural de su producción- ahora las variedades más comunes como la largueta o la marcona apenas se pagan entre los 5 y los 5,30 euros el kilo. Un descenso que ha pillado a contrapié a muchas explotaciones nuevas y reconvertidas en la última década en Aragón.

Y es que durante años el almendro fue uno de los cultivos más frecuentes del campo aragonés, sin embargo su producción se perdió debido a su baja rentabilidad y el abandono de muchas explotaciones rurales. Pero la almendra volvió. Desde hace 15 años muchos agricultores aragoneses han apostado por recuperar este fruto seco tan habitual en cualquier despensa y necesario en cientos de recetas de repostería y en la industria alimentaria. Sus hectáreas en el campo de la Comunidad han pasado de 30.000 hace ocho años a unas 70.000 en la actualidad.

“Hay mucha gente que se ha sumado a la almendra en los últimos tiempos al calor de los buenos precios que se dieron; y ni entonces los precios eran reales, ni ahora, que están muy bajos, lo son”, sostiene José María Alcácera, representante de frutos secos en el sindicato Asaja en Aragón.

Los agricultores se quejan de que se prima más la almendra extranjera que la nacional

En estas idas y venidas de precios tiene mucho que ver California, el mayor productor mundial con diferencia. Cada año se producen en el estado norteamericano un millón de toneladas, seguida en el ranquin por Australia con 78.000 toneladas y en tercer lugar España con 60.000. De ellas, unas 15.000 provenían en las últimas campañas de Aragón, que había conseguido configurarse como mayor productor nacional por delante de otras regiones con mayor tradición.

“Cuando los precios fueron muy buenos se debían a que en California había una grave sequía que limitó su producción. Ahora, que los precios son peores, se debe a que se ha recuperado, y que se sigue importando a pesar de que en España seamos el tercer productor”, señala por su parte Bernardo Funes, representante del sector en Uaga.

Los agricultores lamentan que a España sigan llegando cada años miles de kilos de almendra extranjera en lugar de potenciar el mercado nacional. El año pasado por ejemplo se importaron 70.000 toneladas desde el país de las barras y estrellas, más que lo que produce toda España; y lo que es peor para los agricultores, se está pagando incluso más caro que la almendra española.

“Que la almendra californiana se pague más cara que la española es algo que no se puede entender, en primer lugar porque la de aquí es de mayor calidad, y en segundo porque también aquí es más caro producirla”, explica Funes, que cree que de este panorama solo hay un beneficiario, la industria transformadora y la distribución. “Se nos dice que la almendra nacional es menos válida para la transformación, cosa que es difícil de creer”, mantiene.

No habrá una crisis generalizada, pero sí que se podrían perder inversiones

Aragón en particular juega además en el mercado nacional una posición ambigua. A pesar de su producción líder, la Comunidad no alberga centros de transformación ni de fijación de precios. Las lonjas más importantes de España están en Murcia, Albacete y Reus, siendo esta la que manda en los precios aragoneses. “Las lonjas en las últimas campañas han funcionado marcando precios muy distintos, no existe un mercado unificado, y eso tampoco ayuda al sector”, explica Alcácera. En los últimos meses se ha intentado formalizar una lonja nacional, sin mucho peso ni presencia del sector aragonés. “Sería bueno fijar criterios de cotización, pero los intentos que ha habido hasta ahora no parecen muy notables”, explica por su parte Funes.

En su opinión, España y Aragón en particular se encuentra expuesta a ver cómo la almendra sigue estando perjudicada por los precios. “La almendra apenas recibe ayudas en comparación a otros cultivos, y en cierto modo está bien que sea así porque se puede entender que es un sector próspero, pero también es verdad que se debería diferenciar entre las producciones en regadío y las que están en secano (en Aragón apenas 1 de cada 7 hectáreas cuentan con riego) porque sus condiciones son muy distintas. Yo siempre digo que en lo único que se parecen es que al final se produce almendra, pero el secano es mucho más irregular y expuesto a complicaciones”, dice Funes.

Además de esto, el sector tiene problemas propios de su crecimiento en los últimos años. En las últimas dos campañas UAGA se ha quejado de las previsiones de producción que emite la mesa de frutos secos y que por ejemplo para este curso la fijaba en 19.800 toneladas en Aragón, casi 5.000 más que el año pasado. Este crecimiento previsto, que los agricultores dicen que no se dará, también hace que la industria fije sus precios partiendo de la base de que va a haber una oferta mucho mayor.

Pese a todos estos problemas, los sindicatos agrarios insisten. “Con los precios actuales no habrá tanta rentabilidad, pero no existe riesgo de quiebra”, como ha pasado en otros cultivos como las frutas de hueso, lastradas desde hace años por los bajos precios. Aunque, advierten, “es posible que salgan muchos inversores que habían visto en la almendra un seguro en el que depositar su dinero”.

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