Laspuña: paz, quietud y buenos alimentos en el pueblo que surca el Cinca

La tradición local de los nabateros tiene su sede en Laspuña, donde se organiza (y comienza) cada tercer domingo de mayo el descenso de once kilómeros en balsas hasta el puente de Aínsa.

Laspuña, en imágenes
Laspuña, en imágenes
Pablo Ferrer / Laura Uranga

Llegar a Laspuña desde Aínsa supone un breve trayecto a la vera del Cinca, que se cruza a la altura de Escalona para subir al pueblo, enclavado en un cerro y enmarcado en la Peña Montañesa. En Ceresa, muy cerca, hay restos de un castillo y la ermita dedicada a la Fuensanta. Laspuña es pueblo para hacer piernas: cuestas no faltan. Sin embargo, su actividad más famosa tiene que ver con la navegación, y llega el penúltimo domingo de mayo desde hace 34 años: es el descenso de las nabatas entre el puente de Laspuña y el de Aínsa, 11 kilómetros surcando las aguas del Cinca. Con esta actividad, organizada por la Asociación de Nabateros del Sobrarbe (afincada en Laspuña) se rinde homenaje a una actividad ancestral, la bajada maderera desde los bosques montañosos hasta Tortosa, en la desembocadura del Ebro; también es popular en aguas del Gállego o en el valle de Hecho.

Daniel Castillón es el secretario de la Asociación y uno de los nabateros en liza; este año bajaron tres embarcaciones –con seis personas en cada una– en apenas hora y cuarto, un tiempo excelente. "Fue fantástico, por la cantidad de agua; tuvimos mucha. Es más seguro navegar así, y más bonito para el espectador. Además de los que bajamos, hay un buen grupo de colaboradores activos y muchos otros en tareas de apoyo: lo bueno es que cada vez van viniendo más jóvenes, y se involucran en todas las faenas".

La tarea específica de esta jornada comienza a finales de enero y principios de febrero con la luna ‘mingua’ o menguante, que suele llegar en esos días. Entonces se recogen los finísimos berdugos, también llamados sargas, y se guardan a cubierto para que no les dé el sol y no se sequen. "En abril –aclara Daniel– llega el momento de retorcer los berdugos, que funcionarán como cuerdas a la hora de atar los troncos de las nabatas. En mayo ya se trabaja con la madera".

Las nabatas se arman apenas unos días antes de la bajada: cada tramo de doce maderos lleva unos cincuenta berdugos. La selección de este elemento fijador de troncos es fundamental, así como su preservación, ya que la consolidación de la fibra interna de la sarga y su flexibilidad son básicas para que funcione el invento. Laspuña, por cierto, tiene en el edificio consistorial su museo relacionado con el mundo de las nabatas y esta fiesta anual: maquetas, ropas y carteles explican al visitante la esencia de la tradición.

El resto del año, los nabateros del Sobrarbe se implican en otras actividades. Ahora preparan un encuentro internacional en Codissago (en la Piave, cerca de Venecia) que se celebrará entre el 30 de agosto y el 2 de septiembre, y al que acudirá una docena de miembros de este grupo, además de representantes de otras zonas de Huesca. La asociación anfitriona en Italia es la Fameja Dei Zatèr E Menadàs De La Piave.

LOS IMPRESCINDIBLES

Casa Sidora

La exquisitez en la cocina de toda la vida y el espíritu de fonda en Laspuña están en este hostal de 20 habitaciones; su restaurante brilla por la excelente caldereta, un jabalí guisado de aúpa y el mejor flan de chocolate blanco.

Las pedanías

El municipio incluye las pedanías de Ceresa, El Casal y Socastillo. En Ceresa está la iglesia de Santiago (foto) y el Centro de Interpretación de la Naturaleza y Actividades Tradicionales, que aborda la extracción y manipulación maderera.

Las fiestas

Las patronales son para San Mateo, en la tercera semana de septiembre. También se celebra San Sebastián en enero, en la llamada ‘fiesta de los casaos’, y Santa Águeda con la fiesta de la mujeres, que inspiró a la Ronda de Boltaña.

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