Termina junio y, para muchos, comienzan las vacaciones. Y este año, la aparente recuperación económica hará que muchos aragoneses alarguen su estancia o incluso busquen mejores hoteles. El gasto medio por persona lo marcarán el viaje y el alojamiento, aunque, de acuerdo con Jorge Moncada, presidente de la Asociación de Agencias de Viajes de Aragón, oscilará entre los 1.000 y los 3.500 euros por semana.

Moncada confirma que las reservas han funcionado “bastante bien” entre febrero y mayo y que se espera un incremento del 5% respecto a 2017. “Se trata de un crecimiento relativo. Hemos recuperado, eso sí, el terreno perdido entre 2008, 2009 y 2010. Ahora ya estamos dando los últimos coletazos”, dice. Los aragoneses, explica, se han dado cuenta de que anticiparse “es importante a la hora de elegir destino y conseguir precios más asequibles”. “Esto ha sido posible gracias a la mejora de la economía y a que la gente sabe antes cuándo tendrá vacaciones, algo impensable hace diez años en muchas empresas”, admite el presidente de la Asociación de Agencias de Viaje de Aragón.

Muchos se irán a las Baleares, a Canarias, a Andalucía o al Levante, sin olvidar la importante ‘colonia’ que veraneará en la Costa Dorada. La primera opción, en todo caso, es “la que más destaca” pese a sus precios, que siguen sin estar al alcance de todos. “España se ha convertido en un destino refugio de calidad y seguridad”, indica.

Aquellos que se marchen fuera se decantarán, sobre todo, por Europa. “Los vuelos especiales desde el aeropuerto de Zaragoza, por el que se ha apostado muy fuertemente, han hecho que se haya vendido especialmente bien Croacia, Rusia, Letonia, Estonia o Lituania. Tener más de diez destinos diferentes ha animado las reservas”, apunta. Otros, en cambio, se irán de crucero, una opción que “atrae cada vez a más familias”, ya que, en según qué compañías, los niños no pagan hasta los 18 años. Y quienes tengan más días y presupuesto apostarán por Tailandia, Vietnam, Estados Unidos o el Caribe (aunque no sea la mejor época).

Aquellos que se queden en España o Europa estarán fuera de casa, de media, una semana, pero quienes cambien de continente se irán entre 10 y 15 días. Los mayores costes recaerán, como ya es habitual, en la comida y el desplazamiento, aunque entre los más jóvenes seguirán primando las alternativas ‘low cost’. Otra opción igual de válida: pasar unos días en el pueblo con la familia, una fórmula que, haya o no crisis, nunca falla.