Aragón contamina tanto como en 2011 a pesar del esfuerzo por reducir las emisiones

La grave sequía de 2017, que limitó el funcionamiento de las renovables y obligó a suplir el consumo con carbón y gas natural, elevó de nuevo las emisiones.

En la actualidad, el impuesto de matriculación está vinculado a las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
En la actualidad, el impuesto de matriculación está vinculado a las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
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Aragón, pese a ser una de las autonomías con mayor implantación de tecnologías renovables, sigue sufriendo una dependencia importante de la climatología a la hora de controlar sus emisiones. La dura sequía que se extendió durante 2017 hizo que buena parte del consumo de energía se completara con electricidad procedente de la quema de carbón y el uso de gas natural importado, tecnologías que contaminan más pero que, a diferencia de las renovables, no dependen del viento en el caso de la eólica o del agua en la hidroeléctrica para funcionar.

El Observatorio de la Sostenibilidad, una organización que en los últimos años ha emitido varios informes sobre el medio ambiente a nivel nacional, cuantifica según el inventario de emisiones que Aragón emitió en 2017 a la atmósfera 18,5 millones de toneladas de CO2 equivalente. Este dato -todavía no cerrado con los datos del Ministerio, que tarda más en publicarlos- convertiría el año pasado en el más contaminante por parte de Aragón desde 2011, cuando también se superaron las 18 millones de toneladas.

2017 y 2011 tienen en cualquier caso otro aspecto en común. Ambos fueron años marcados por una extrema sequía que más allá de notarse en la generación de energía también dio al traste con buena parte de las cosechas aragonesas. A ello se suma que en este periodo de tiempo Aragón apenas ha sumado nuevas instalaciones de energía renovable; un parón que se comenzará a revertir a partir de este mismo año con todos los proyectos tramitados por la DGA para instalar más de 140 nuevos parques eólicos y también una importante suma en los fotovoltaicos, especialmente lastrados desde la retirada de primas hace un par de años que llevaron a parte de sus inversores a perder su rentabilidad.

El siguiente gráfico permite ver cómo han evolucionado las emisiones en Aragón desde 2011 hasta el año pasado, junto con el porcentaje de consumo de energía de fuentes renovables:

Como se aprecia, los años con menor producción renovable acaban redundando en un mayor número de emisiones, a lo que también se suma la reactivación económica, que incide en un mayor consumo en todos los sectores. En 2011 por ejemplo el consumo de energía procedente del carbón fue del 28,1%, al que se sumaba también un 27% de gas natural en ciclo combinado. Desde entonces el uso de carbón ha ido a menos, en parte por años propicios para las renovables y en parte también por la fuerte crisis del sector minero. En 2016, con los últimos datos confirmados, el aporte del carbón apenas se redujo al 15%, el menor dato de lo que va de siglo. Sin embargo en 2017, la central de Andorra gestionada por Endesa elevó su producción un 43% con respecto al año anterior precisamente por la imposibilidad de generar electricidad con el agua embalsada o, en muchos meses del año, con la eólica.

El carbón, una industria en crisis pero cuyo hueco está por llenar

En total, según los balances del Observatorio de la Sostenibilidad, la central de Andorra emitió el año pasado 4,9 millones de toneladas de CO2, lo que la convierte en la industria más contaminante de Aragón por delante de otras como Saica.

La dicotomía en el sector del carbón en Aragón, del que dependen directa o indirectamente 4.000 empleos, es clara. Es un sector contaminante, pero cuya producción es necesaria para llenar esos 'vacíos' que se producen en años de sequía, como se muestra por ejemplo cada año cuando el calor dispara el consumo por medio de aires acondicionados. Todo ello en un marco en el que la continuidad de la central más allá de 2020 está supeditada a una inversión que la actualice en normativa, precisamente, medioambiental, y que parece ahora volverse más compleja tras el cambio de Gobierno, con la nueva responsable de la cartera de Transición Energética, Teresa Ribera, mostrando clara su apuesta por la “descarbonización” del país, aunque siempre buscando alternativas en las zonas mineras.

A este respecto, Carbunión reclamaba al presentar su último informe esta condición de las minas y centrales. “Las condiciones climatológicas del pasado año vienen a demostrar, una vez más, la necesidad y conveniencia del uso del carbón nacional como fuente principal de respaldo a las energías renovables, aportando además la limitación en los costes de generación eléctrica y la garantía de un suministro adecuado a la demanda”, señalaba la patronal, que también remarcaba la condición de las minas de Teruel como las mayores productoras del país y una de las pocas que han conseguido ser rentables ante el continuo cierre de otras explotaciones en el norte de España.

Por el momento el Gobierno de Aragón está tramitando más de 140 nuevos proyectos eólicos y una suma también importante de fotovoltaicos. Una parte de ellos han sido declarados de Interés Autonómico, de los que seis están proyectados en las Cuencas Mineras y su entorno para suplir en parte la pérdida de empleo que pueda suponer el cese del carbón. Con esta apuesta, Aragón también se asegura cumplir el 32% de fuentes renovables que la UE ha acordado para 2030, y al que la Comunidad llega en muy buena posición con respecto a otras autonomías.

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