Nogueruelas: de la residencia, los chavales y la carrasca trufera

En todo un ejercicio de equilibrio, Nogueruelas tiene actualmente su asiento económico repartido entre el cuidado de los veteranos y la educación de los jóvenes, con la trufa en lontananza.

El alcalde de Nogueruelas, Marcos Benajes, a la entrada del hostal Casa Grande.
El alcalde de Nogueruelas, Marcos Benajes, a la entrada del hostal Casa Grande.
Laura Uranga

A sus 89 años, el agricultor Juan Boné no se priva del paseo vespertino. Nacido en Nogueruelas, ha trabajado toda la vida en el campo; al echar la vista atrás, el recuerdo vuela hasta la infancia. "Vivo en alto, de pequeño aún vivía más arriba en el pueblo, y subía corriendo con mis amigos como si nada. Ahora –señala a su bastón, sonriendo– me cuesta un poco más". Juan tiene relevo. En Nogueruelas hay 20 niños en la escuela; los últimos años se han asentado varias familias, que han encontrado trabajo en empresas y polígonos cercanos –en Rubielos, Mora, Venta del Aire, Manzanera– y la intención del alcalde Marcos Benajes, que lleva siete años en el puesto, es seguir atrayendo nuevos pobladores de esquema familiar para sustentar el futuro del pueblo a medio y corto plazo. De hecho, el principal negocio del municipio es la residencia municipal de la tercera edad, con veinte años de trayectoria, que ha iniciado en el último año un proceso de reconversión con aportes del Fondo de Inversión de Teruel; pasará de 24 plazas para residentes válidos a 40 para asistidos, con el consiguiente aumento de plantilla desde la decena hasta las 15 personas.

"El principal reto del municipio –puntualiza Marcos– es no ir a menos. Con la reconversión de la residencia se abren nuevas posibilidades; es de ámbito comarcal, los mayores de Nogueruelas prefieren quedarse en sus casas y para ellos sería el último recurso. Por otra parte, nuestro tesoro está en ofrecer posibilidades de presente y futuro a la juventud; en la zona hay trabajo y seguirá habiéndolo".

El hostal Casa Grande, con seis empleados, es el otro negocio local de calado comarcal. "Lo regento yo –explica Marcos– porque en su día accedí a la subasta en las mismas condiciones que cualquier otro vecino o entidad externa al pueblo. Tengo 59 años, soy de Nogueruelas, prejubilado de banca, viví fuera toda mi vida adulta y como alcalde no cobro un euro, así que el hostal es mi medio de vida".

Potencial turístico

El alcalde lo tiene claro; Nogueruelas vivió muchos años de las 6.000 hectáreas de pinar del término municipal, pero el motor actual de la economía está en el turismo. Hay cuatro establecimientos de hostelería en el pueblo, además de tienda y panadería, y un patrimonio natural envidiable que incluye una completa red de senderos. "Son magníficos, sin parangón en la comarca, y están muy bien señalizados; además, son circulares, con salida y llegada en Nogueruelas y varias distancias. Actualmente estamos construyendo varios miradores, ya hay tres listos y queremos llegar a la decena. Y estamos al lado de dos de los pueblos más bonitos de España, Puertomingalvo y Rubielos de Mora;con 20 minutos más de coche llegamos a Cantavieja y Mirambel;esto es una maravilla.El único pero es que deberíamos ir todos más unidos; aquí muchos negocios turísticos son familiares y cada cual se busca la vida por su cuenta".

La carrasca trufera

Para trascender la meta de la estabilidad, el alcalde confía ciegamente en el cultivo de la carrasca trufera. "Tenemos mucho terreno municipal; en los 50 y 60 había poca tierra cultivable, unos huertecitos al lado del río y poco más. Con los ingresos extraordinarios del pinar, algunos alcaldes reinvirtieron en fincas y las pusieron a disposición de los vecinos; por estar empadronado en Nogueruelas tenías derecho a explotar una parcela de secano y otra de regadío. Eso ha funcionado bien durante medio siglo, pero hemos llegado a un punto de bajón importante en agricultura y ganadería, quedamos tres o cuatro agricultores y habrá otros tres ganaderos".

Antes de final de mes se celebrará en Nogueruelas la primera subasta de tierras para su explotación trufera; no se habla de propiedad, sino de derechos de cultivo. Se empieza por las más abandonadas. "A ver quién se lanza, personalmente creo que vale la pena. Las condiciones son una concesión en arrendamiento a 25 años, con opción a prórrogas de 15. Hay que tener en cuenta que para el primer cultivo mínimo hay que esperar ocho años, y que la plena producción llega a los 12. La idea es que los que se lancen puedan pasar en un momento dado ese arrendamiento a herederos de primer grado".

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