"Tenía miedo de que me expulsaran, no creía que aquí me ayudarían tanto"

Hakim Benhamimed, argelino de 20 años acogido en Zaragoza a través de la Fundación Cepaim, se muestra muy agradecido.

Hakim Benhamimed, argelino de 20 años acogido en Zaragoza a través de la Fundación Cepaim.
Hakim Benhamimed, argelino de 20 años acogido en Zaragoza a través de la Fundación Cepaim.
Aránzazu Navarro

Como tantos africanos, Hakim Benhamimed soñaba con trabajar en Europa para tener "una vida mejor" que en su Argelia natal. El pasado octubre, con solo 19 años, se subió a una barca con varios amigos y conocidos y, tras 24 horas y la rotura del motor, lograron llegar a la costa alicantina, donde fueron detenidos y trasladados a la comisaría de Elche. Allí pasaron dos días antes de ser enviados a Zaragoza, en el marco del programa estatal de atención humanitaria a inmigrantes. Su destino fue uno de los dos pisos –con 20 plazas en total– que gestiona la Fundación Cepaim desde comienzos de 2016.

Según explica la coordinadora del centro aragonés, Pilar Bernadó, el perfil más habitual que reciben es el de Hakim: "La mayoría son migrantes económicos y suelen ser hombres jóvenes solos que han saltado la valla de Ceuta o Melilla o han llegado en patera, aunque ahora, excepcionalmente, tenemos familias y hay cuatro plazas libres".

En el caso de este argelino, que como el resto de la expedición recibió una orden de devolución, compartió sus primeras semanas en Zaragoza con algunos de sus compañeros de travesía, pero unos se fueron a los pocos días "y otros se quedaron más" –por regla general, solo pueden permanecer tres meses en estos centros de acogida–. Se marcharon a Francia y otros países porque "para muchos España es la puerta a Europa", explica Bernadó.

También Hakim pretendía probar suerte en Francia, pero sigue bajo la protección de Cepaim al habérsele concedido una prórroga, ya que está siendo tratado de un problema de salud que empezó a sufrir poco después de llegar a Zaragoza. Ahora ha cursado una solicitud de residencia por causas humanitarias.

"Al llegar, tenía miedo de que me devolvieran a mí país, no pensaba que aquí habría tantas ayudas", dice agradecido con la ayuda de una mediadora de Cepaim, Amina Kamal. Hakim asiste a clases de español, si bien todavía no lo habla con fluidez. No fue buen estudiante y en Argelia trabajaba en el campo, "pero no era rentable". Por eso su sueño era buscar en Francia un empleo en la agricultura, aunque después de los meses que lleva en España ahora quiere quedarse "aquí, en Zaragoza", donde planea buscar trabajo "de lo que sea" en cuanto pueda.

Además de los dispositivos de Cruz Roja y Cepaim, Accem cuenta con otras 12 plazas en dos pisos de Zaragoza, por los que desde noviembre han pasado 4 mujeres y 35 hombres. La mayoría son subsaharianos, aunque también han acogido a varias familias sirias "que no querían pedir asilo en España", comenta la responsable territorial, Julia Ortega, que alerta además de que "está llegando un número significativo de menores solos que no habían sido detectados como menores".

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