Adrián Velázquez: "Es bueno marcharse fuera del país, lo malo es no poder volver"

Velázquez (Almería, 1968) es investigador Araid y ha sido nombrado académico de Biotecnología de la Real Academia Nacional de Medicina.

Velázquez reside en Zaragoza desde hace 15 años.
Velázquez reside en Zaragoza desde hace 15 años.
Guillermo Mestre

Lo primero, enhorabuena por haber sido nombrado académico de Biotecnología de la Real Academia Nacional de Medicina. ¿Qué significa este reconocimiento para usted?

Recibí la noticia con una mezcla de sorpresa y alegría, pero también responsabilidad, porque es una institución que tiene mucha historia.

Pero es un poco un infiltrado...

Es cierto que yo no soy médico, pero mi investigación está relacionada con la medicina. Mi trabajo busca una aplicación para identificar nuevos fármacos y nuevos métodos de diagnóstico.

En la conferencia de su nombramiento dijo que la biotecnología es la esperanza del siglo XXI. ¿Por qué?

Es una de ellas. Podría aportar soluciones en tres problemas fundamentales: agua y alimentación, combustibles renovables y medicamentos para un mundo cada vez más globalizado. Hoy en día cualquier brote epidémico puede ser un problema de salud mundial.

¿Es consciente la sociedad del papel de la ciencia?

La sociedad sabe que la ciencia puede ayudar a conseguir un estado de bienestar mayor y a progresar. Pero los científicos no tenemos la sensación de que esa necesidad se considere en el día a día, tanto por la ciudadanía como por los políticos. Tenemos que recuperar el interés y el deber de la divulgación, porque esa brecha entre ciencia y sociedad también se produce por nuestra parte. En una situación de crisis, lo primero que se recorta es en ciencia. El resto de los países en Europa la reforzaron, porque consideraron que es un elemento de futuro que crea empleo y riqueza y, sobre todo, que fortalece al país frente a crisis futuras. Hoy en día este campo es multidisciplinar y un recorte significa un retraso a veces que no se puede recuperar.

Su carrera investigadora le trajo a Zaragoza, pero sus orígenes son andaluces.

Llegué en 2003 como investigador Ramón y Cajal y en 2008 me incorporé a la Fundación Araid pero trabajando siempre en el Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI).

¿Los investigadores están ‘condenados’ a ir de laboratorio en laboratorio?

Sí, pero no creo que sea una condena. Yo hice mi tesis doctoral en Granada, después una estancia posdoctoral de cinco años en Estados Unidos y vine a Zaragoza. Es bueno marcharse. Es necesario ver nuevos ambientes, nuevos laboratorios, aprender técnicas y otras formas de pensar o de abordar problemas. No obstante, no es necesario salir del país.

Además, es difícil volver.

Lo malo es cuando una persona que se ha ido al final no vuelve porque no existen las oportunidades o el entorno adecuado. Invertir dinero en formar personas, que se marchen fuera y no puedan retornar es un problema porque el país no se puede enriquecer y beneficiar de su actividad.

¿No hay suficientes oportunidades aquí?

La crisis ha afectado a una percepción de la ciencia. Los estudiantes han considerado que no es un modo de vida apropiado y están eligiendo otras salidas. Hay pocos que quieran seguir con la carrera investigadora. Hay estudiantes buenos que no ven la ciencia como una posibilidad real y optan por no seguir con la carrera. Otros que quieren a lo mejor no tienen el expediente suficiente para conseguir becas. Hay una falta de posibilidades para las nuevas generaciones científicas.

Quizá esto cambie con el nombramiento de Pedro Duque como ministro de Ciencia.

Él está inmerso en un ambiente donde la ciencia y la tecnología son lo más importante y tiene conciencia de cuáles son las necesidades, las carencias, las amenazas, las fortalezas y las debilidades. Espero que pueda hacer un buen papel y represente a la ciencia española; y, sobre todo, que nos defienda a los científicos.

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