El Comité de Bioética de Aragón acaba de dar la voz de alarma sobre la necesidad de elaborar un protocolo de atención al maltrato de las personas mayores. Advierte que "existen pocas investigaciones que confirmen esta realidad, sobre todo porque es un fenómeno que se oculta debido, en la mayoría de los casos, a los lazos familiares implicados". No obstante, este órgano colegiado y consultivo del Gobierno de Aragón calcula que un diez por ciento de los mayores sufren algún maltrato, si bien no especifica el conjunto de población sobre el que debemos aplicar dicho porcentaje.

Actualmente está en debate cuándo ha de considerarse mayor a una persona, pues no dejamos de ganar esperanza y calidad de vida. Tal como sostiene el investigador Antonio Abellán, del departamento de Población del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, los 65-70 años actuales son como los 55-60 años de generaciones anteriores.

Atendiendo, no obstante, al padrón de 2017 –que indica que hay 280.000 aragoneses mayores de 65– y a la estimación clásica, que tal vez por comodidad estadística fija la entrada en la vejez en el momento de la jubilación, ese diez por ciento del que alerta el Comité de Bioética supondría que 28.000 aragoneses mayores de 65 años padecen algún tipo de maltrato. La cifra produce escalofríos y debería escocernos a todos en la conciencia, porque, aunque se situara en el uno por ciento, seguiría escondiendo una realidad social demoledora.

A raíz de la denuncia que el Justicia de Aragón presentó en mayo ante la Fiscalía por el presunto delito de retención ilegal de una mujer en una residencia de ancianos, donde habría sido ingresada por sus sobrinos en contra de su voluntad, el Consejo Aragonés de las Personas Mayores ha animado a denunciar cualquier tipo de maltrato. Corresponde ahora a los departamentos de Sanidad y Ciudadanía y Derechos Sociales del Gobierno de Aragón, principalmente, crear una red de prevención, detección y atención con participación de los agentes públicos y privados implicados. Y convendría también que los ciudadanos de a pie estuviéramos alerta ante casos que probablemente están más cerca de nosotros de lo que sospechamos.