Por la cara oculta del Moncayo: muelas de Beratón y del Morrón

Para comenzar esta excursión dejamos el vehículo en el mismo pueblo de Purujosa, para tomar el GR 90, que cruza el casco urbano. En la cara norte del pueblo nos asomamos al espectacular escenario de nuestros pasos, ya dominado por esas enormes muelas, nuestros objetivos, la de Beratón, compartida con esa localidad soriana, y la del Morrón, compartida en este caso con Añón, de la comarca de Tarazona y el Moncayo. Visualmente entre ellos, a nuestros pies, el enorme tajo del barranco de la Virgen, labrado por la erosión de milenios entre este terreno calizo.

Seguimos las marcas rojiblancas, hasta que al cuarto de hora las dejamos que sigan hasta el fondo de ese barranco, hasta encontrar el peirón de la Virgen de la Leche, para adentrarse en el barranco de Cuartón. La entrada a unas viejas pistas hace que se vaya empinando el trazado y más aún en tránsito por el bosque campo a través, hasta dar con una senda que nos arrima a la pared, que ya nos exige más atención, llegando incluso a usar las manos en algún paso. Un último esfuerzo para subir a la muela, una enorme planicie cortada a pico por esta vertiente y gran parte de la otra. Vamos al filo de la muga con el municipio de Beratón y, en consecuencia, con la provincia de Soria, que unos metros cruzamos para poder decir que a los 1 582 metros hemos hecho cumbre en la llamada Corona Alta, gozando de unas vistas extraordinarias, entre otras cosas hacia nuestro siguiente objetivo, la Muela del Morrón.

Para continuar con esta bonita circular por esta cara oculta del Moncayo, deberemos bajar de la Muela de Beratón rodeándola por la cornisa NW, buscando un fallo en la estructura pétrea de este gran macizo para bajar en busca del sendero.

Al pie ya de los enormes murallones de roca, tomamos la senda que, por encima de un barranco que tributa en el del Hoyuelo, nos lleva hasta el collado de la Atalaya. Continuamos por tierras sorianas, por la curva de nivel de los 1 500, para meternos a nuestra comarca al filo de la de Tarazona en la muga con Añón y auparnos por el calizo terreno de esta otra muela, la del Morrón que, en el mismo filo del acantilado, es el techo de la del Aranda.

Las peñas de Herrera actúan como telón de fondo en nuestro descenso. Bajamos hasta el collado de la Estaca, donde retomamos el GR 90 (antiguo GR 90.2) de vuelta ya a Purujosa. Por viejos caminos que burlan la pista, en un cuarto de hora llegamos a uno de los puntos de agua más significativos de este entorno calizo, la fuente del Col.

Continuamos un tramo por la pista, que abandonamos para tomar un sendero a la izquierda que nos mete en este último barranco mencionado, que transcurre por unos ya abandonados bancales. Al confluir con el principal vemos más cercana esa peña del Tolmo de la Cina, que ha estado presente durante toda la mañana y que separa ambos barrancos.

La entrada al de Valdecongosto se hace suave, sin estridencias. Poco a poco te va llevando al filo de sus aguas bajo unos acantilados que van jugando con nosotros, haciéndolo cruzar en innumerables ocasiones, hasta que la estrechez se come la senda, teniendo que circular por el mismo lecho en el tramo final debido a la proximidad de las paredes. Media hora de tránsito por este espectacular barranco es suficiente para salir a la carretera que, en menos de un kilómetro, nos conduce los pasos al pueblo, dando por finalizada esta extraordinaria circular en la que nos hemos aupado a dos enormes peñascos de esta cara oculta del Moncayo, que administrativamente comparten con otras comarcas, incluso con la vecina Soria, pero que forman un único conjunto medioambiental y paisajístico, totalmente indivisible.