Undués de Lerda: vistas a tutiplén para deleite de peregrinos

Undués de Lerda tiene a tiro de piedra los dos destinos píos más importantes de Navarra, Javier y Leyre; también es parte del Camino de Santiago, y recibe la visita de andarines desde todos los rincones del mundo.

Una peregrina del Camino de Santiago se funde con el paisaje urbano de Undués de Lerda.
Una peregrina del Camino de Santiago se funde con el paisaje urbano de Undués de Lerda.
Laura Uranga

A solo 6 kilómetros del castillo de Javier, 11 de Sangüesa y 16 del monasterio de Leyre, Undués de Lerda tiene una obvia conexión navarra que se traslada al plano socioeconómico; muchos de sus hijos, como nacidos en la misma muga (límite) de Aragón y Navarra, viven y trabajan en la Comunidad Foral, cuya cabeza (Pamplona) está a solo 60 kilómetros. Gregorio Roncalés constituye un claro ejemplo de es éxodo, que en su caso resultó permanente... aunque con retornos continuos a la base. "Nací en Undués, aquí en casa –señala, sentado a la puerta del hogar familiar– y viví en el pueblo hasta los 11 años. Luego marché a Pamplona, y ahí sigo a los 79; hoy es mi cumpleaños, por cierto, aquí tengo a la familia que ha venido a celebrarlo conmigo", dice, señalando a esposa, hijas y nietos.

Antes de abundar en su historia vital, Gregorio aclara que se siente muy aragonés. "Soy navarro por cuestión fiscal, y allí he hecho mi vida, pero de ser, soy aragonés al cien por cien. Nunca he dejado de venir a Undués. Aquí hubo un ‘boom’ con las casas, se arreglaron también corrales, pajares, la gente se buscó segundas residencias... de todo. Ahora, por desgracia, hay muchas en venta".

Undués de Lerda tiene a tiro de piedra los dos destinos píos más importantes de Navarra, Javier y Leyre; también es parte del Camino de Santiago,  y recibe la visita de  andarines desde todos los rincones del mundo

En verano, la puerta de Gregorio se convierte en lugar de tertulia improvisada, con un salto generacional tan inmenso que a veces supone brincos de siete décadas; los chavales se acercan a escuchar las historias de este simpático vecino. "Pasó algo curioso y bueno con la gente joven en Undués. Aunque hay poca gente, cayeron aquí en los últimos años una docena de parejas jóvenes, muchas a llevar el bar, que luego conservaban las casas al marchar. Alguno incluso echó raíces: los de ahora ya llevan muchos años y la escuela se mantiene. Hay muchos octogenarios y varios nonagenarios; yo estoy un poco por debajo, pero también te digo que no volvería a mi infancia, a las penurias de la pobreza, a dormir con un ladrillo caliente en invierno para combatir el frío, a buscar agua lejos por caminos nevados. Esa nostalgia no la tengo".

En plena ruta

Los peregrinos llegan por goteo todos los días; evidentemente, la frecuencia aumenta en los días soleados. El final de etapa más cercano de la ruta jacobea está en Sangüesa, y la siguiente parada tradicional era el albergue de Izco, 20 kilómetros más allá en dirección Pamplona, pero lleva dos años cerrado. Elise, joven peregrina holandesa, viene de un pueblecito cercano a La Haya; camina con Jane y Valerie, británicas norteñas procedentes de York y Rugby, respectivamente. Se han parado a tomar algo en el bar del albergue, y piden confirmaciones sobre las siguientes paradas. Mientras tanto, tres caminantes francesas observan con detenimiento la majestuosidad de la parroquia local, consagrada a San Martín de Tours. También hay museo etnográfico, con aperos de labranza y desglose de costumbres, dentro de un casco urbano empedrado que regala belleza en cada esquina.

En el pueblo se guarda con celo la tradición de la paellada para Santa Eufemia, en septiembre, cuando se triplica la población; la escuela sigue abierta gracias a los asientos de parejas jóvenes antes descritos, y el curso que viene se espera a dos chavales más. La profesora de este año va y viene a diario desde Pamplona; en verano, los visitantes se reparten entre los navarros (la segunda quincena de julio, y también la primera si huyen de los sanfermines) y los zaragozanos y catalanes, que llegan en agosto.

Gregorio guarda un par de perlas para la despedida. "He sido electricista toda la vida. A los 60 me tocó la lotería con aquello de las reconversiones y prejubilación; el día en que acepté lo que me ofrecieron fue de los mejores de mi vida. ¡Llevo diecinueve años haciendo el maula, de lo más bien! Aquí voy con mis alpargatas de marca, míralas; te sientas en una piedra a elegir, según pegue el sol, charlas con los vecinos... en Pamplona voy más formal, ¿eh? No te vayas a pensar. pero aquí estoy a mis anchas. He aprendido a andar en las cunetas, a jugar con latas de conserva que agujereábamos y uníamos con cuerdas para imaginar que eran carritos... no necesitábamos mucho para ser felices; ahora, con las necesidades resueltas, tampoco pido mucho a la vida aparte de salud para la familia y un poco de Undués para el alma".

Maricielo gestiona un reposo de altos vuelos para incondicionales de la ruta jacobea

La donostiarra Maricielo Martins, criada en Torrevieja (la playa alicantina del ‘Un, dos, tres’) lleva casi once años en Undués de Lerda. "Mi marido y yo vinimos con nuestros dos hijos en busca de vida rural. Teníamos unos amigos aquí que ya llevaban tres años en la zona, los visitamos, nos encantó y tomamos la decisión; él consiguió trabajo enseguida, en una granja porcina, y yo llevo año y medio con el albergue. Me ayuda mi hermana Nerea, y vamos haciendo actividades; no faltan ideas".

Maricielo sigue enamorada del entorno de Undués de Lerda, del ‘vallecico’ y su vida pausada. "Estamos en alto, y todo lo que se ve alrededor es bonito. Como pueblo de peregrinos, vivimos acostumbrados a las visitas; no somos final de etapa, así que muchos pasan, se toman algo y marchan, pero si se quedan a dormir, están muy a gusto. Tenemos 30 camas y salimos muy bien considerados en las guías. Además, hago una tortilla de patata buenísima".

LOS IMPRESCINDIBLES

Padre Elías Díaz Pardo

Undués de Lerda dedicó hace doce años su plaza mayor a este jesuita vitoriano, que entregó los últimos 45 años de su vida (desde 1941 a 1986, año de su fallecimiento) al servicio del pueblo.

San Martín de Tours

Este templo del siglo XVI presenta una bóveda de crucería, coro con diferentes caras y tracería gótico mudéjar; su cabecera es almenada. Guarda en su interior una magnífica pila bautismal, y su retablo mayor también es del XVI.

Casa de Aso

La pamplonesa Adriana Lara lleva desde hace ocho años Casa de Aso, establecimiento de turismo rural dotado de tres habitaciones con baño individual, salón-cocina, jardín con barbacoa y aseos adaptados.

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