La cámara hiperbárica del Militar, parada a la espera de resolver un problema técnico

Aragón ofrece desde hace 20 años esta terapia para algunas patologías. Es útil para intoxicaciones por monóxido y ayuda a la recuperación de tejidos.

La cámara hiperbárica del hospital General de la Defensa es de uso militar y civil.
La cámara hiperbárica del hospital General de la Defensa es de uso militar y civil.
Oliver Duch

Aragón ofrece desde hace más de 20 años terapias de oxigenoterapia hiperbárica. El hospital General de la Defensa (Militar) cuenta con la única cámara en la Comunidad de uso militar y civil que ofrece esta modalidad terapéutica. Es útil como tratamiento complementario para intoxicaciones por monóxido de carbono y en numerosos procesos en los que hay una lesión en los tejidos.

Desde hace unos meses, la instalación está parada por problemas técnicos. Aunque el Ministerio de Defensa ha mostrado su voluntad de destinar dinero para la avería, pacientes y profesionales médicos que hacen uso de la oxigenoterapia hiperbárica piden agilizar la reparación para que cuanto antes vuelvan a retomarse las sesiones. Habitualmente se llevaban a cabo al día entre dos y tres, con seis pacientes cada una. Incluso se remiten enfermos de comunidades próximas, como Navarra y La Rioja.

Pero, ¿cuándo surge la Oxigenoterapia Hiperbárica (OHB)? Esta modalidad terapéutica se empezó a usar ya en el siglo pasado en los buceadores. Se comprobó que al aumentar la presión superior, se ayudaba a reducir el aire que podría haber llegado a la circulación sanguínea de forma accidental. Además, se mejoraba su recuperación al añadir oxígeno al 100% en parte del tratamiento.

En la clínica, la OHB se utilizó inicialmente de manera algo indiscriminada y fue en 1976, la sociedad americana de medicina hiperbárica y en 1994, la primera conferencia Europea sobre medicina hiperbárica cuando se llegó a un acuerdo para concretar en qué procesos es útil este tratamiento.

Así, esta modalidad terapéutica es "altamente recomendable" para la enfermedad descomprensiva, las intoxicaciones por monóxido de carbono o las infecciones necrotizantes de tejidos blandos por gérmenes anaerobios o mixtos. Pero la jefe de servicio de Medicina Subacuática e Hiperbárica del hospital General de la Defensa de Zaragoza, Isabel López-Jurado, recuerda también que es "recomendable" para tratar otras afecciones como, por ejemplo, la sordera brusca (siempre que tenga un componente vascular).

La OHB principalmente facilita la recuperación de los tejidos al facilitarles la llegada de una mayor cantidad de oxígeno disuelto en sangre y, por lo tanto, activar su regeneración. "Como aumentas la presión y el oxígeno en sangre favoreces la recuperación de los tejidos. Se estimula la angiogénesis y cadena de cicatrización", señala la profesional junto a Joaquín Fidalgo, enfermero con el distintivo de Aptitud de Accidentes de Buceo.

El hospital General de la Defensa dispone en concreto de dos cámaras hiperbáricas, pero es la más grande, la que tiene varias plazas (entre 6 y 8), la que es usada para el tratamiento de OHB. Los enfermos se introducen en el cilindro, al que se introduce "aire medicinal" para obtener la presión deseada. Luego, cada paciente tiene su juego de tubos y mascarilla donde respiran oxígeno puro. El tratamiento comprende de varias sesiones seguidas, con un mínimo de dos semanas y un máximo de mes y medio. Con una duración media cada una de entre 60 y 90 minutos (normalmente las más largas corresponden a tratamientos de choque).

Reconocimiento previo

Pero los expertos hacen hincapié en que no todo el mundo puede acceder a este tratamiento. Se hace un reconocimiento médico completo a los ‘aspirantes’, un estudio radiológico y un electrocardiograma para "asegurarnos de que no haya ninguna patología que contraindique su utilización y minimizar los posibles efectos secundarios", asegura López-Jurado.

El equipo médico de la unidad explica a los pacientes lo que van a notar y se les enseñan las maniobras que deben practicar para "compensar" el cambio de presión. De hecho, un profesional les acompaña dentro de la cámara mientras dura la sesión para evitar cualquier problema. Por ejemplo, al ser un cilindro cerrado, algunos enfermos sufren de claustrofobia.

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