Por la calle de en medio

Sin encomendarse a nada ni a nadie, Javier Lambán ha tirado por la calle de en medio ignorando a CHA –su socio de referencia y con presencia en el Ejecutivo– para girar hacia Ciudadanos y cerrar un insuficiente acuerdo sobre el impuesto de Sucesiones.

"Armado con una simple petición de perdón, el PSOE ha buscado reparar el daño causado a CHA. La excusa: un olvido, una falta de coordinación"
Por la calle de en medio
Krisis'18

Armado con una simple petición de perdón, el PSOE ha buscado reparar el daño causado. La excusa: un simple olvido, una imperdonable falta de coordinación. La crisis en el seno del Ejecutivo aragonés tras el inesperado acuerdo con Ciudadanos marca un malestar de enormes dimensiones en el seno de CHA y un nuevo punto de inflexión en la relación entre ambos partidos. No habrá ruptura, no es el momento ni el motivo, pero no se soportará otro desplante igual. Para CHA comienza a llover sobre mojado y el pacto con Ciudadanos para la rebaja del impuestos de Sucesiones no ayuda a que las relaciones recuperen las trazas originales. A las estrecheces económicas con las que ha convivido la Consejería de Vertebración del Territorio (la única en manos de Chunta) durante toda la legislatura se añade el último recorte obligado por Hacienda por el incumplimiento del déficit y el giro, cada vez más evidente, de Javier Lambán hacia Ciudadanos. Un movimiento táctico y excluyente que aparta al equipo de José Luis Soro de un hipotético futuro gobierno a tres, donde su sumando desaparecería en beneficio del PAR.

Lambán optó por tirar por la calle de en medio. Quería un gesto con el impuesto de Sucesiones que no llegase a descuadrar las cuentas de la DGA. Nada excesivo, más bien algo menor que pudiera darse a Ciudadanos y que tampoco alterase ni a su socio de referencia en el Ejecutivo ni a Podemos. Las conversaciones con Albert Rivera habían preparado el terreno semanas atrás y solo era necesario esperar a la aprobación de los presupuestos con el respaldo de los morados. Fueron muchas las conversaciones, en especial las que se produjeron entre los negociadores de Ciudadanos y su dirección del partido en Madrid. Se conocía el acuerdo y se autorizó. Fue el propio José Manuel Villegas quien dio el plácet, aunque ante el miedo a posibles filtraciones internas en Aragón todo se llevó bajo el más absoluto de los secretos.

El anuncio del pasado lunes fue una sorpresa para todos. Dentro y fuera de Ciudadanos más de uno se quedó con el paso cambiado. En el PSOE nadie había avisado a Soro y tampoco ningún miembro del partido había tenido la picardía como para advertir, al menos unos minutos antes, a Podemos e IU. En el PP y el PAR la noticia se vivió entre el desconcierto y la desorientación. Nadie había intuido que los naranjas tuvieran capacidad para cerrar un acuerdo con Lambán. Con la modificación de Sucesiones –por menor que parezca el resultado– se causaba un boquete en la línea de flotación del PP, cuyo principal ataque desde la oposición se centra en la presión fiscal que sufren los aragoneses.

El acuerdo entre PSOE y Ciudadanos ha descubierto lo que ya ha sido interpretado como la versión más populista de los de Rivera. Claramente por debajo de la exención actualmente en vigor en Andalucía, donde el límite bonificado alcanza el millón de euros, los naranjas han preferido un acuerdo justito, que les reportase un protagonismo que hasta el lunes no habían logrado en lo político, antes que un compromiso mucho más exigente. Ciudadanos en Aragón, que no había sabido arrancar ningún acuerdo o cesión por parte de Lambán, era consciente de que la única formación que podía beneficiarse de la presión social de la calle eran ellos mismos. Una concesión que, pese a las modificaciones que se introduzcan por el resto de partidos antes y durante la tramitación parlamentaria, orienta su posición para abordar con garantías las próximas elecciones.

La ruptura de Podemos, el empeño en solitario por salvar los trastos de CHA y hasta la distancia adoptada por el PP, convierten a Lambán en protagonista de una operación que lejos de rentabilizar a corto –continúa sin dar solución a la diferencia impositiva entre comunidades y sin analizar la presión fiscal aragonesa como un problema en su conjunto– puede ocasionarle alguna que otro sorpresa en lo que aún resta de legislatura.