Lascellas-Ponzano: residencia 'chill' con aroma a café del mar

Ramón Guiral, fundador de Café del Mar, abrirá en año y medio un hotel rural y una residencia de ancianos en Lascellas, que dará al municipio compartido con Ponzano un nuevo norte socioeconómico.

Ramón Guiral en una de las dependencias de Casa Allué, que convertirá en una residencia para la tercera edad.
Ramón Guiral en una de las dependencias de Casa Allué, que convertirá en una residencia para la tercera edad.
Laura Uranga

Hace 38 años, Ramón Guiral abrió en Ibiza Café del Mar junto a sus socios zaragozanos Carlos Andrea y José Les. El muchacho que saliera de su Lascellas natal con catorce años para ver mundo popularizó el concepto ‘chill-out’ –con todos sus matices musicales y vivenciales– desde aquella famosa cala de San Antonio; materializó, en suma, el sueño que imaginaba en su cabeza el día en el que le dijo a su padre que no, que la azada no era para él. La marca está hoy en todo el mundo, y su creador no la ha perdido de vista, pero sí ha tomado distancia; después de un lustro en Zaragoza, 7 años en Canarias, 37 en Ibiza y 4 más en Marbella, Guiral lleva un tiempo de vuelta en Lascellas con su actual pareja, Carolina del Valle, y sus dos hijos, fruto de un matrimonio anterior. Tiene una gran ilusión; que Lascellas (el municipio une a su pueblo con la vecina localidad de Ponzano) vuelva a tener los habitantes que registraba cuando se fue a correr aventuras: 240.

Para lograr ese objetivo, Ramón ha ideado un ambicioso proyecto que ya está dando sus primeros pasos: una residencia destinada a la tercera edad, con una filosofía positivista; 150 plazas, cuartos individuales "para que a nadie le amargue los últimos años de su vida una compañía complicada en su misma habitación" e incluso pequeños apartamentos para parejas, con todos los servicios y un amplia área natural en el exterior. La adquisición de Casa Allué, construcción solariega que estaba en muy mal estado, es –permítase la paradoja, porque será demolida en breve– la primera piedra de la idea. Su impulsor quiere abrir en año y medio. Se va a guardar piedra, alguna puerta y balconadas originales, para integrar estos materiales en el exterior de la obra, aunque los interiores serán modernos.

Lascellas-Ponzano: residencia 'chill' con aroma a Café del Mar

"La gente –comenta Ramón– me pregunta que a qué he venido aquí, después de toda una vida en lugares tan glamurosos. Yo les digo que aquí estoy arropado, tengo calorcito por todos los lados; esto no es de plástico, todo es de verdad. Y es mi casa. Siempre he tenido a Lascellas en la cabeza, y quería invertir aquí, no en Marbella ni en Ibiza. Aquí pasaré los últimos años de mi vida, aquí me enterrarán. Eso no quiere decir que haya dejado Café del Mar; la marca sigue su expansión, ahora hay un proyecto para abrir locales en Australia, la música en formato digital sigue fluyendo de nuestro sello, pero ahora mi base está en el pueblo, y me muevo cuando tengo que hacerlo".

Ramón ha sido un visionario en los negocios, y tiene un par de cosas claras con este nuevo reto. "La residencia de ancianos es mi prioridad, un proyecto que me llega y en el que las puertas estarán abiertas para todos, independientemente de su poderío económico. Ya veré cómo hacerlo rentable, se amortizará más pronto o más tarde: lo que importa es que los ancianos estén a gusto. La idea se complementará con un hotel rural contiguo, en el que podrán alojarse los familiares cuando vengan a ver a sus mayores, con zonas verdes, piscina, pista de tenis y de karts. Mis hijos son preadolescentes, y con esto también los dejaré encarrilados si quieren ir por el camino emprendedor".

El ‘chispas’ al que hechizó el sol

El Ramón adolescente estudió en la escuela de Artes y Oficios d Zaragoza; por las mañanas trabajaba en una carpintería y por las tardes estudiaba electricidad. A los 18 puso algunos de los primeros semáforos modernos de la ciudad, y tras la mili puso proa a Canarias con dos amigos para saciar sus sueños de aventura. Trabajó de camarero en la discoteca Saxo de Las Palmas, vendió cuadros en el parque Santa Catalina, chalaneó con el diseño de ropa... todo hasta que conoció a Pepe Roselló, el pionero de las discotecas ibicencas, que se lo llevó a la Pitiusa mayor para trabajar en la discoteca Playboy II. Instalado en la zona de San Antonio, llegó el flechazo con una puesta de sol concreta, en cierta cala que poco después albergaría Café del Mar. "Era increíble, aquellos colores alucinantes. Iba todos los días a verla; entonces tuve claro que había que montar algo allá. Me mudé a un edificio enfrente de la cala y pensé en el local que estaba bajo mi apartamento para abrir un local. Un diseñador, creador de ambientes como a él le gustaba llamarse, desarrolló un proyecto cuando le conté la idea: se llamaba Luis Güell. El resto es historia: abrimos, fue un gran éxito, nos visitaban las estrellas, traje a José Padilla, que creó el sonido Café del Mar sobre una base de discos de ‘ambient’ y ‘new age’ que traje de Canarias, grabamos y vendimos en c’assettes’ las sesiones, surgió el sello, millones de discos, la expansión... y ahí seguimos. Desde el Somontano".

Tres ermitas con mucha historia

La Asociación de Amigos de San Antón ha acometido en los últimos años dos empresas gemelas con gran entusiasmo: la recuperación de las ermitas de San Antón (a las afueras del pueblo: se le tiene al santo una gran devoción por aquí) y San Miguel, en el centro de Lascellas. La ermita de San Antón fue construida en 1609 por el ‘piedrapiquero’ Antón Albi, de Laluenga. Se va a ella en peregrinación el último fin de semana de mayo, con misa y comida popular al aire libre si el tiempo lo permite. Ramón J. Sender, en su crónica ‘Bizancio’, cita una copla de un almogávar que reza así: ‘en Quicena sale el sol, en Montearagón la luna, y en la ermita de Lascellas, la rueda de la fortuna’. Y es que la tradición dice que hay que dar tres vueltas a la ermita y pedir un deseo para que se cumpla. Hay pintoras del artista local Luis Toro, entre las que destacan varias imágenes del santo. En cuanto a la ermita de San Miguel, del siglo XIII; se halla sobre un estrato rocoso que guarda la huella de silos excavados: de esas ‘cellas’ viene el nombre del pueblo.

En Ponzano, la ermita de San Ramón fue parada frecuente de pastores, que hacían noche en la casa adosada a la propia ermita. También había una zona de descanso para los rebaños. Lo particular de esta ermita es que hasta hace poco tiempo se practicaban exorcismos en ella; la leyenda dice que los endemoniados llegaban a estar días atados a las camas de la hospedería, convulsos, profiriendo alaridos hasta que el diablo abandonaba sus cuerpos. Actualmente su actividad se limita al culto y las romerías.

LOS IMPRESCINDIBLES

Casa Azara

El establecimiento de turismo rural de Lascellas es un edificio del siglo XVII, restaurado para albergar dos apartamentos de cuatro y seis plazas, respectivamente, con espacios comunes: patio, jardín, sala y huerto.

Relojes y campanas Pallás

La actividad de relojeros y campaneros en Lascellas la empezó la familia Coll; Alfredo Pallás entró de aprendiz y acabó asumiendo el negocio, que ahora lleva su hijo. Son la principal referencia aragonesa del gremio.

Idrias y Abinasa

Las dos bodegas del municipio incluidas en la D. O. Somontano exhiben vinos multipremiados de gran calidad. Abinasa también es popular por la marca de sus licores, que llevan el sonoro nombre de ‘Acojonante’.

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