Las nuevas normas europeas de agricultura ecológica no ayudan al sector en Aragón

La agricultura ecológica en Aragón continúa estancada mientras España es el país de la UE que más hectáreas dedica.

Imagen de archivo de un huerto ecológico
Imagen de archivo de un huerto ecológico
AYUA CARREÑO

El Parlamento Europeo acaba de aprobar la nueva normativa sobre alimentos ecológicos. Un conjunto de medidas y políticas destinadas a incentivar este tipo de producciones que desechan el uso de químicos que llevaba desde 2015 pendiente de su revisión, con varias normas que ya sumaban más de 20 años de antigüedad.

El nuevo texto no entrará en vigor todavía hasta 2021, pero las iniciativas que trae consigo no han sido recibidas con gran entusiasmo por los productores ecológicos aragoneses, que creen que se ha perdido una oportunidad importante.

Dentro de la Unión, España es el país que más dedica a este tipo de alimentos, con dos millones de hectáreas, un 8,5 % del total de superficie agrícola. Andalucía es la Comunidad que está a la cabeza en este tipo de cultivos con más de la mitad del total, seguida a mucha distancia por Castilla La Mancha y Cataluña. Aragón sin embargo, pese a su gran extensión y presencia del sector primario, apenas dedica 56.000 hectáreas, un 3% del conjunto nacional. El número, aunque ha crecido ligeramente en los últimos años en la Comunidad, es notablemente inferior al que se daba hace 15 años, cuando había cerca de 74.000.

Detrás de este poco éxito del sector ecológico en Aragón está en parte las dificultades que muchos productores tienen para sacar adelante su cosecha sin que se produzcan 'contaminaciones' de otros productos convencionales que hagan que su trazabilidad no pase los estándares 'eco'. Ese era uno de los grandes puntos que esperaban que se blindara en la nueva normativa, algo que no ha ocurrido.

El texto emitido por el Parlamento Europeo aumenta el número de controles pero, en el caso de darse un problema de trazabilidad, obliga a retirar la mercancía hasta que finalice su investigación, que podrá volver al mercado sin sello ecológico si se determina que la contaminación se ha dado de forma accidental pero no se actuará directamente para prevenirla.

“La norma a priori no parece la adecuada si lo que se pretende es incentivar la agricultura ecológica, ya que no se persigue al agricultor que ha producido esta mala trazabilidad, sino que solo se actúa contra el productor ecológico”, comenta Antonio Artal, miembro del Comité Aragonés de Agricultura ecológica y representante del sector de Uaga.

“En Aragón por ejemplo es imposible plantar maíz ecológico porque con la cantidad de maíz convencional que hay y de transgénicos las probabilidades de que una producción quede contaminada por fertilizantes que se han usado en otros campos o que una semilla modificada genéticamente llegue a tu parcela es muy alta”, ejemplifica.

La solución a este problema no es sencilla ni parece plausible a gran escala. Durante algunas campañas agricultores de maíz convencional han promovido la idea de crear zonas libres de cultivos de transgénicos para intentar certificar sus producciones como ecológicas, pero la idea no ha prosperado por las restricciones que supondría.

El otro gran problema de la agricultura ecológica en Aragón radica en la dificultad de encontrar semillas calificadas como tal. Hasta ahora el sector ha ido funcionando con excepciones que permiten sembrar semillas tradicionales para después reconvertir la producción a orgánico. El contar con semillas, reduciría los tiempos de calificación -de un total de tres años- que los productores deben esperar antes de vender sus productos sellados, pero no hay oferta en el mercado. Ante esto, la Unión Europea se ha propuesto de aquí a 2035 crear un banco de datos sobre compra y venta de simiente ecológica, e incentivar su uso. A partir de ese momento estará prohibido plantar semillas convencionales en cultivos que quieran ser vendidos como libres de químicos. “Es una medida muy a largo plazo que incumbe más a cómo está repartido el mercado de semillas, compuesto por empresas que tienen cánones sobre algunas variedades, que a la propia falta de oferta. Para muchos cultivos directamente no hay oferta existente porque no es rentable todavía”, valora Artal, socio de Ecolécera, uno de los mayores comercializadores de productos ecológicos de Aragón.

 

Solo el 10% de lo que produce Aragón se queda en la Comunidad

El nuevo texto de la UE también atañe a las importaciones. Hasta ahora, los productos ecológicos que llegaban a la Unión desde otros países se regían bajo una norma de 'equivalencia', es decir, no necesitaban llevar los mismos controles que en territorio europeo, sino otros que se daban como homologados. A partir de la puesta en marcha de la normativa, los productos que lleguen deberán pasar los mismos controles.

Además, para facilitar la suma de nuevos productores, se permitirá la homologación en grupo, ahorrando costes y trámites a pequeños agricultores. “A priori es buen método, pero de cara a exportar tenemos comprobado que en países donde se utiliza la homologación en grupo luego surgen más problemas para vender fuera, así que habrá que ver cómo se plantea”, sostiene el agricultor.

Por el momento uno de los grandes problemas de la agricultura ecológica en la Comunidad es que debido a su carácter eminentemente cerealista, apenas tiene consumo directo en la región. La mayoría de la producción, aproximadamente entre el 80 y el 90%, sale a otras regiones de España y el extranjero. Tampoco el consumo interno es muy boyante a pesar del éxito de iniciativas como el mercado agro-ecológico de la Plaza del Pilar. Un estudio realizado por la consultora Ecological a comienzos de este año situaba a Aragón en la cola del consumo nacional, con solo un 1% de las ventas que se producen en todo el país, cuando por población y tamaño este porcentaje debería ser tres veces superior. Por el contrario, las comunidades con mayor implantación del consumo de productos ecológicos eran Cataluña (con un 26%), Madrid (15%) y Valencia (13%).

Se seguirán permitiendo las explotaciones mixtas

Donde sí que ha cambiado la propuesta de la UE desde sus borradores iniciales es en su intención de prohibir las explotaciones mixtas, es decir, aquellas que plantan al mismo tiempo cultivos convencionales y ecológicos. En un primer momento la prohibición de esta modalidad podría haber llevado al traste prácticamente el 50% de las plantaciones 'eco' de Aragón, aunque finalmente se seguirán permitiendo pero con más controles.

“Es una posición ambigua. Por una parte muchos agricultores prefieren mantener una pequeña parte de convencional por si se echa a perder su producción ecológica, pero por otra, si la apuesta de un agricultor es no usar productos químicos ni fitosanitarios, no parece lógico compaginar ambas actividades. En mi opinión, el sector debería priorizar las explotaciones completamente ecológicas”, sostiene Artal.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión