Sariñena vivió su particular caso de La Manada

Carlos Arizón, con la cooperación de dos amigos, violó a una chica en las fiestas patronales en 1992. Tras pasar varios años en la cárcel, Arizón mató a una anciana y violó a otra mujer, también en Sariñena. En noviembre de 2002 fue condenado a 33 años de prisión por ambos delitos.

Carlos Arizón Fernández en el momento de su detención tras asesinar a Feliciana Plaza.
Carlos Arizón Fernández en el momento de su detención tras asesinar a Feliciana Plaza.
Javier Blasco / Heraldo

También ocurrió en fiestas patronales, también se condenó una acción en grupo y los implicados también dijeron a la hora de negar la violación que las relaciones sexuales habían sido consentidas. Sariñena, la capital de Los Monegros, vivió su propio caso de La Manada hace ahora un cuarto de siglo, aunque el proceso judicial fue más rápido que el que acaba de terminar en Pamplona. El 22 de julio de 1993, la Audiencia de Huesca condenó a tres jóvenes por la violación a una mujer de 22 años el 31 de agosto del año anterior. El suceso, según recogía la sentencia, ocurrió en la peña La Metálica de Sariñena.

Carlos Arizón Fernández, que tenía 17 años en el momento en el que cometió esa agresión sexual, fue condenado a 14 años y ocho meses de reclusión menor. Sus amigos J. A. L. y J. J. M. recibieron penas de 12 años y un día de reclusión menor como autores de un delito de violación en grado de cooperación necesaria. Penas superiores a las impuestas a los cinco miembros de La Manada, condenados a nueve años de cárcel por abusos, pero no por agresión sexual. 

Los tres condenados tuvieron que pagar además dos millones de pesetas de indemnización, el equivalente a 12.000 euros, a la víctima. El tribunal entendió como hecho probado que los amigos de Arizón cerraron la puerta de la peña y dejaron a la joven dentro con él durante varias horas esa noche. Entre las tres o las cuatro y las siete de la madrugada se sucedieron las violaciones y los actos vejatorios bajo amenazas y golpes.

El juicio

La sentencia fue acorde con el relato de hechos de la acusación. El fiscal expuso en el juicio que en la noche de autos, durante las fiestas patronales de Sariñena, los tres procesados decidieron que Carlos Arizón mantuviera relaciones sexuales con la joven. Para lograr este fin, la condujeron hasta la peña y cuando quedó vacía, los amigos abandonaron el local y cerraron la puerta con un candado. A su regreso vieron a la joven llorando mientras se consumaba el último coito sobre un camastro que había en la peña y no hicieron nada por ayudarla. El principal procesado declaró que mantuvo relaciones sexuales con la mujer, pero que éstas fueron consentidas.

Por su parte, los dos amigos manifestaron que no encerraron a la pareja. Los abogados defensores de estos dos jóvenes dijeron que sus clientes eran ajenos a lo que ocurría dentro del local. Los jóvenes explicaron que estaban en un ambiente de fiesta, dentro de la peña había un camastro habitualmente utilizado por parejas y que cuando Arizón y la joven lo usaron no pensaron que estuviera pasando nada extraño. Reconocieron que al regresar a la peña encontraron a la mujer algo llorosa, pero no le dieron importancia. La víctima reiteró que había sido forzada por Arizón con la cooperación de los otros dos y que no mantuvo relaciones esa misma noche con éstos. Uno de los dos condenados por cooperación necesaria aseguró que había consumado el acto sexual con la joven y el otro dijo que ella se lo había propuesto.

Manifestación en Sariñena en apoyo a los condenados

Como ocurrió estos meses previos a la sentencia de La Manada, en el pueblo había dos versiones de la violación, la de los chicos y la de la víctima. Pero a diferencia de las manifestaciones convocadas ahora para protestar contra la sentencia de La Manada, la concentración en esta ocasión fue para apoyar a los condenados.

El 31 de julio de 1993, una semana y media después de que se conociera la sentencia, alrededor de 200 personas recorrieron las calles de Sariñena para apoyar a los tres jóvenes condenados; familiares y amigos recabaron firmas para pedir que se hiciera justicia con los jóvenes, a quienes consideraban inocentes. El entonces alcalde de Sariñena, Ángel Mirallas, no asistió a la concentración.

Los amigos de Arizón recurrieron el fallo en varias instancias, incluyendo el Constitucional y el Supremo, hasta que en febrero de 1995 se decretó su ingreso en prisión: habían permanecido en libertad provisional hasta entonces.

Tras su salida de prisión reincidió y asesinó a otra mujer

Arizón continuó su escalada criminal años más tarde, concretamente el 6 de enero de 2002, cuando violó a una mujer de 49 años cuando limpiaba un bar, con la excusa de que iba a comprar tabaco y asesinó a golpes en Sariñena a una mujer de 69 años en el portal de su casa. Tras seis días de búsqueda, encontraron su cadáver en casa del acusado, en un charco de sangre. El 10 de noviembre de 2003 fue condenado a 33 años de cárcel por ambos delitos; la pena máxima que puede cumplir es de 25 años.

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