"Oíamos los disparos cada vezmás cerca y más continuados"

Tres jóvenes residentes de Medicina y Enfermería de Zaragoza tuvieron que adelantar su vuelo de Nicaragua por la represión que sufre la población en estos últimos días.

Lorena Rodríguez (médica residente), Natalia Formento y María García (residentes de enfermería).
Lorena Rodríguez (médica residente), Natalia Formento y María García (residentes de enfermería).
Toni Galán

"Oíamos los disparos cada vez más cerca y más continuados", explica Lorena Rodríguez, una médica residente en Zaragoza que viajó a la ciudad nicaragüense de León hace menos de un mes. La noche del viernes 20 de abril nunca la podrá olvidar, ni ella ni sus compañeras Natalia Formento y María García, residentes de enfermería. Las tres forman parte de la unidad docente Familiar y Comunitaria del sector II del Miguel Servet y se habían desplazado a este país durante unos meses para trabajar.

"Una de las razones por las que elegimos Nicaragua es porque era el país centroamericano más seguro", señala Natalia. "Y era la sensación que teníamos hasta que estalló todo", concluye María. Las manifestaciones en contra de la reforma del modelo de la Seguridad Social del presidente Daniel Ortega han desencadenado una situación de violencia generalizada con más de una treintena de muertos en el país. Este episodio ha quedado grabado en las retinas y en los oídos de estas jóvenes, que terminaron adelantando su viaje de vuelta, previsto para finales de mayo, a este sábado pasado. "El viernes nos dijeron que no saliéramos a la calle por nuestra seguridad. Todo estaba cerrado: los supermercados, los bancos, las gasolineras...", relata Natalia. "Estábamos preocupadas porque teníamos compañeros en las protestas y nos llegaba información de que se estaban quemando edificios, lanzando cócteles molotov y disparando a la gente", añade.

Las residentes cuentan que esa misma noche les aconsejaron prepararse una mochila con ropa y documentación por si tenían que ser evacuadas de la residencia universitaria donde se alojaban. "Nos acostamos con las zapatillas puestas, pero no dormimos nada", afirma García. El sábado por la mañana, el coche oficial de la cónsul honoraria de León las trasladó al aeropuerto de Managua. Como ellas, decenas de turistas pedían a las compañías anticipar sus vuelos.

Una sensación amarga

La inseguridad, la incertidumbre y el temor hizo que las jóvenes precipitaran su salida del país centroamericano. Algo que todavía les duele. "Somos unas afortunadas porque pudimos salir de Nicaragua, pero allí se ha quedado el problema y la gente pasando miedo", lamenta García. "Te das cuenta de que depende de dónde vivas, tu vida vale más o menos", añade Formento. Por ello, tienen claro que regresarán. "Volver es un asunto que tenemos pendiente", coinciden las tres jóvenes.

Nicaragua y España, dos mundos sanitarios desiguales

Dejando a un lado lo vivido estos últimos días durante las protestas, Lorena, Natalia y María no pueden obviar su experiencia como profesionales sanitarias en Nicaragua, muy distinto del trabajo que desarrollan en Zaragoza.

"En Atención Primaria nos dimos cuenta de que muchos estilos de vida saludables, que en España tienen mucha importancia, allí la pierden por todos los determinantes sociales que hay de pobreza y falta de higiene", comenta la enfermera residente, Natalia Formento. La salud pública es primordial en el país. Por este motivo, los sanitarios acuden a las casas para certificar la limpieza de los patios o dar consejos para evitar la transmisión de enfermedades por mosquitos. Además, visitan colegios y dan charlas sobre higiene a los más pequeños. "La gente es muy agradecida y te acogen de una forma increíble", añade su compañera María García. Aunque hace apenas una semana que han regresado a Zaragoza, estas enfermeras ya se han reincorporado a sus centros de salud, pero con una visión muy diferente tras lo vivido en León. "Allí no teníamos ni gasas para curar y los tensiómetros los llevábamos nosotras desde aquí. El propio personal no tiene material de seguridad, se tenían que comprar ellos mismos los guantes, las mascarillas...", narran las jóvenes.

Por su parte, la médica Natalia Rodríguez destaca las grandes diferencias en relación con los fármacos dispensados o las enfermedades que diagnosticaba al otro lado del océano. En su corta estancia en Nicaragua –donde pasó consulta desde el primer día– estuvo en un centro urbano. Ella misma cuenta que era éste era inferior a los rurales de España. "Tienes que tener más conocimiento de la medicina y tranquilizar al paciente. Es otra forma de tratar", considera la profesional. No obstante, su periodo de trabajo ha coincidido con la jornada de vacunación del país, en el mes de abril: "Íbamos casa por casa, que eran tipo chabolas, y les vacunábamos allí mismo", relata.

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