Aunque criticado por la oposición por considerar que su discurso con motivo del Día de Aragón se escapó de los confines de la Comunidad, eludiendo cuestiones que también poseen un interés y una urgencia ineludibles, el presidente Lambán optó por un mensaje –producto de la tensión por el desafío independentista– centrado en la reivindicación de la idea de España en paralelo a la idea de Aragón. Lambán, que considera que en la actualidad se está padeciendo una triple crisis de naturaleza política, social y territorial, optó por definir a Aragón como una pieza de seguridad dentro de España –un argumento ya utilizado por sus antecesores en el cargo–, pero que parece cobrar renovado sentido frente a los últimos hechos acaecidos en Cataluña. Puede y debe la Comunidad ocupar ese papel asignado por la fuerza de su autogobierno y elevarse con la autoridad que le concede su lealtad constitucional, pero este lunes se echó de menos que el presidente concretara las líneas de esta oportuna iniciativa que no son otras que las que deben construir el Aragón de la segunda mitad del siglo. Lambán está obligado a pensar como presidente antes que como candidato.